Abrumados por noticias como la escalada
del enfrentamiento político entre Mas y Rajoy, la masiva movilización social
contra la reforma educativa, las ilusiones por la mejoría económica o las
presiones para la insumisión frente a la sentencia del Tribunal de Estrasburgo
sobre los efectos retroactivos de la doctrina Parrot, hay otras noticias que no
deberían quedar en un segundo plano. Por ejemplo, el contraste entre el crédito
extraordinario para que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas no
eche el cierre y el coste de “adelgazar” un submarino recién construido.
Contraste muy definitorio de la política de este gobierno.
Es sabido que tradicionalmente el gasto
publico (y no digamos el privado) en I+D+I en nuestro país ha sido claramente
insuficiente, con el PP y con el PSOE, aunque el gobierno de Rodríguez Zapatero
hizo algún esfuerzo de mayor
crecimiento. Cuando empezó la crisis, nuestro gasto publico en Investigación
estaba muy alejado de la media de los países desarrollados en relación a la
riqueza nacional (PIB), incluso en comparación
a algunos de ellos, el nuestro era menos de la mitad. Este déficit
mantenido año tras año, ha sido una de las causas que explican la menor
competitividad que siempre ha tenido la economía española.
Cuando tras el pinchazo de la burbuja
inmobiliaria y del crecimiento especulativo, se planteó la necesidad y urgencia
de impulsar otro modelo productivo en España, se señaló como lógica
consecuencia dar mucha mayor importancia a la Investigación, Desarrollo e Innovación,
tanto por el sector publico como por el privado. No ha sido así. No solamente
se ha reducido sustancialmente el gasto en políticas universitarias, o el gasto
en investigación en el área de la política sanitaria, sino que la financiación
de las instituciones dedicadas al I+D+I y muy en especial al Consejo Superior
de Investigaciones Científicas, ha caído en picado.
No solo estamos asistiendo a la
expulsión de nuestro país de jóvenes, y no tan jóvenes, científicos e
investigadores o a la negativa de regreso de los que ya se fueron hace años y
en algún momento se habían planteado volver, es que hemos estado a punto de no
poder pagar las nominas y gastos básicos de mantenimiento del Consejo Superior,
algo propio de una republica bananera. Solo la amplísima movilización de los
profesionales de la investigación, apoyados en declaraciones y posicionamientos
de eminentes científicos y hasta las declaraciones de los propios responsables
del organismo (que no son precisamente gentes de izquierda), ha conseguido la
aprobación in extremis de un crédito extraordinario de 70 millones de euros
para no “desenchufar” en la UVI al Consejo Superior.
Sin embargo, hemos destinado 14 millones
de euros a un estudio para ver como “se adelgazaba” un nuevo submarino S-80,
que ya nos había costado la friolera de 2.100 millones de euros y que ahora
necesita ser aligerado de peso para hacerlo viable; operación que nos va a
constar 208 millones de euros. En total 3 veces mas que el crédito
extraordinario al CSIC. Esto lo vemos en una película de Woody Allen y nos partimos de risa, pero en la realidad
maldita la gracia que tiene.
No voy a discutir, en este momento, la
necesidad de dotarnos de este tipo de armamento hoy día en España, ni la
evidente contribución que esta inversión supone para mantener la actividad y el
empleo de nuestros astilleros, ni el aprovechamiento tecnológico que el diseño
y construcción íntegramente en nuestro país de este prototipo puede aportar al
resto de la industria y hasta la explicación de que un prototipo siempre puede
tener desviaciones en su diseño inicial que exija mayor inversión (de hecho del
coste inicial de 1.300 millones de euros se ha pasado a los citados 2.100
millones de euros)….todo ello hasta podríamos darlo por razonable, que ya es
mucho aceptar, pero bueno. Lo que desde luego resulta inaceptable es comparar
estos dos gastos, “la dieta del submarino” y “la respiración asistida del CSIC”.
Es cierto que el CSIC será de los poquísimos
organismos públicos que en el presupuesto del año 2014 tendrá incremento, 50
millones mas, pero en su conjunto habrá pasado de los 850 millones de euros en
el año 2008 a 602 millones en el año 2014. Una evolución suicida para la economía
y la competitividad de España.
En una etapa como la que estamos viviendo
de tremendo ajuste presupuestario, las Cortes Generales, el gobierno y la
oposición, la opinión publica, la sociedad española, tendríamos que debatir
cuales son las prioridades insoslayables de nuestro país, en temas tan
importantes como la I+D+I o la política de Defensa, y dejarnos de chorradas
como los desaires protocolarios entre el gobierno de España y el de la
Generalitat de Cataluña.
Llama poderosisimamente la atención que
mientras nosotros hacemos esta política ramplona y cortoplacista, la derecha y
la socialdemocracia alemana están negociando un pacto de gobierno, con mas de
300 políticos y expertos implicados y con una previsión de 2 meses para
concretar el programa de gobierno compartido. Ese es un país serio y unos
partidos, que mas allá de las discrepancias que unos y otros podamos tener con
ellos, dan muestras de rigor y profesionalidad. Deberíamos tomar buena nota.
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