Más de 60 años le ha costado al pueblo palestino ser admitido en la ONU
y encima con una condición devaluada de estado observador. A pesar de ello ha
sido una importante victoria política y diplomática frente a la obstinación de
Israel y de su principal aliado, Estados Unidos.
Resulta increíble la enorme influencia que todavía siguen ejerciendo
los intereses de los lobbys judíos en USA y también en Alemania, cuya mala
conciencia histórica le ha llevado a la abstención. Afortunadamente el gobierno
de Rajoy al final decidió votar a favor.
No soy antijudío. Todo lo contrario. Muchas de las personas que mas
respeto o admiro son judías, desde Bob Dylan a Leonard Bernstein, desde Fritz
Lang a Woody Allen, de Marcel Proust a Paúl Klee, por no hablar de Karl Marx.
Como mayoritariamente judía ha sido la elite progresista norteamericana o como judíos
eran una parte destacada de los combatientes que formaron las brigadas
internacionales o los dirigentes del Partido bolchevique ruso. Y sabemos que muchos de los judíos que conformaron
inicialmente el nuevo estado de Israel procedían de la izquierda y quisieron
construir un estado socialista.
Nunca podemos confundir ser judío con compartir la ideología sionista.
Como tampoco la solidaridad con el pueblo palestino supone compartir ni la ideología,
ni la política, ni las actitudes de gran parte de sus dirigentes y desde luego
los presupuestos del fundamentalismo musulmán. Más aun, Cisjordania y Gaza no
creo que sean un ejemplo de sociedades democráticas, aunque se pueda argumentar
que bajo la amenaza de los bombardeos y de las incursiones militares y
encerrados dentro de una muralla no es nada fácil mantener la democracia.
Pero si la política de la mayoría de los gobiernos que ha tenido Israel
han preferido la agresión al dialogo, a estas alturas la izquierda tampoco
puede admitir buena parte de las actuaciones que han tenido las organizaciones político-militares de los
palestinos. La prioridad que durante muchos años han dado al terrorismo, el
alineamiento con intereses árabes autocráticos o extremistas, la corrupción que
ha sacudido a muchos de sus dirigentes, la falta de autentica voluntad
negociadora que han demostrado en ocasiones en que estaba cercano un posible
acuerdo de paz….No pueden ser avaladas por la izquierda, por mucho que nos
solidaricemos con las victimas y condenamos los ataques de Israel.
Hay que reconocer que con frecuencia los palestinos han tenido poca
suerte con sus dirigentes, que escudándose en la brutalidad y la intransigencia
de gobiernos de Israel y en la nefasta parcialidad de gobiernos
norteamericanos, han llevado al pueblo palestino a callejones sin salida, como
en el que se encuentra en la actualidad. Sinceramente creo que las políticas
nacionales e internacionales de los representantes del pueblo palestino a
menudo no han sido acertadas y no han conseguido lo que ahora sí han logrado en
la ONU, aislar las políticas de los gobiernos extremistas de Israel y dejar en
la mayor soledad a sus aliados norteamericanos.
Ojala este éxito diplomático y político en la ONU sea continuado por
otros que permitan reanudar negociaciones de paz y avanzar hasta el mutuo
reconocimiento entre judíos y palestinos como dos Estados soberanos, dispuestos
a la convivencia y hasta la colaboración. Estados Unidos tiene una gran
responsabilidad en ese camino y debería ser el gran objetivo internacional de
Obama en la nueva legislatura. Pero Hamas y sus diversos aliados en la zona deberían
olvidarse para siempre del terrorismo de alta o baja intensidad y el gobierno
de Abbas volcarse en la negociación, generando credibilidad a su voluntad de
paz ante la opinión pública europea y norteamericana.
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