La tremenda historia del expresidentes de la CEOE, Díaz Ferran, da
mucho juego y se presta también a hacer fácil demagogia sobre el mundo empresarial, al menos el de nuestro país.
Intentare evitarlo y buscar algunas cuestiones de fondo.
Hoy no se estila hablar de la formación del capitalismo español y de su
trayectoria a lo largo del siglo XIX y XX. Sus debilidades estructurales; su
propensión a apoyarse en los gobiernos, incluidos los militares; su escasa
voluntad innovadora, exportadora e investigadora; su pasión por el
proteccionismo y las barreras
arancelarias frente a los empresarios extranjeros; su aversión a la negociación
con los sindicatos; su negativa a financiar proyectos culturales o su nulo filantropismo.
Y encima cuando les fueron mal las cosas estimularon a obispos y generales para
que les ayudaran a recomponer las ganancias en riesgo por los efectos del crack
del 29 y la democratización del país a partir del 14 de abril de 1931.
En definitiva un capitalismo con muy malos hábitos, incluso dentro de
las reglas del juego de la economía de mercado y al que 40 años de dictadura habían
mal acostumbrado. Aun recuerdo aquellas charlas que en 1977 y 1978 montaba
Antonio Garrigues Walker a través de la Asociación para el Progreso de la Dirección,
en las que ante auditorios de empresarios bravíos comparecíamos representantes
sindicales con corbata y chaqueta, Jerónimo Saavedra, Joaquín Almunia y Manuel Chaves
por UGT y Antonio Gallifa y yo por CCOO. ¡¡¡Las cosas que teníamos que oírles y
aguantarles!!!. Un día en Valladolid, uno de los empresarios demócratas de APD
al recibirnos antes de empezar nos saludo con un “aquí estamos para desasnar a
estos…”
Es cierto que ha llovido mucho en estos 35 años y muchos empresarios no son así, pero hay prácticas
difíciles de desterrar. La burbuja inmobiliaria es una prueba más de ese
capitalismo depredador del negocio rápido y fácil.
Pero seria un craso error fijarnos solo en esos patronos defraudadores
y especuladores. Detrás de ellos y de sus operaciones hay una tupida red de
asesores fiscales, de abogados, de especialistas en dinero negro, en negocios
oscuros, en evasión de capitales, que les facilitan sus operaciones y les
permiten la impunidad. Algunos de ellos antiguos miembros de la carrera
judicial, catedráticos, inspectores de hacienda, gentes que conocen al dedillo
la ley y la trampa; gente respetada y que se codea con los poderes políticos, económicos,
mediáticos, académicos, profesionales. Esta cohorte de despachos, consultoras,
asesores y expertos para una mejor defraudación, deberían ser objetivo numero
uno de la Fiscalía del Estado y de la Agencia Tributaria. Por el momento no lo
son.
Y para que ello suceda tanto la Fiscalía como la Agencia Tributaria deberían
tener suficientes medios y poder legal para proceder con coordinados, eficacia,
rapidez y energía. La Audiencia Nacional, una vez derrotada y en retirada ETA, debería
centrarse en estos grandes y graves delincuentes, en las mafias, en las redes
de corrupción. Como también debería modificarse el procedimiento penal y
administrativo para, guardando todas las
garantías procesales que todo ciudadano se merece, ser eficaces frente a la ingeniería
del fraude y evitar espectáculos tan escandalosos como p.e. la reciente salida
en libertad de los capitanes de la mafia china.
Pero lo mas lamentable del caso Díaz Ferran es que no haya salido la
actual cúpula de CEOE desmarcandose con rotundidad y denunciando sin genero de
dudas las practicas de su antiguo presidente. Y detrás de ellos el Circulo de
Empresarios, el Instituto de economía Familiar, CEPYME y toda la estructura
asociativa empresarial de nuestro país. Y con ellos todos esos que nos tienen
hartos de hablar de lo caro y difícil que es el despido, lo generosas que son
las pensiones y lo extendido del fraude de los perceptores del seguro de
desempleo. ¡Que ocasión están perdiendo para salir en tromba y sin reticencias
a decir que Díaz Ferran es el antimodelo de empresario y que se avergüenzan de
el!
Mientras las patronales no den un paso en esa dirección muchos podremos
pensar que el capitalismo español sigue anclado en el siglo XIX y que Díaz
Ferran no es la excepción sino la regla. Y quiero pensar que eso seria muy
injusto para muchos miles de empresarios honrados, trabajadores y que arriesgan
su capital y sus bienes
para contribuir al progreso y la prosperidad de nuestro país.
En todo caso la trayectoria de Díaz Ferran debería servir de aliciente
para reformas legales en el ámbito del derecho civil, mercantil, fiscal y
laboral. Aunque para ello mas bien tendremos que esperar a que el Ministro de
Justicia sea Gaspar Llamazares o alguien parecido.
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