Ayer en la sección de juguetes de El Corte Ingles, ya sabéis que estaba
haciendo allí, y después en el Bazar Horta (una juguetería de toda la vida, que
durante años visito asiduamente mi hijo Javier en busca de barcos y aviones de
“Tente”), me llamo poderosamente la atención que mas que padres y madres lo que
había eran abuelas y abuelos, algunos con una lista, intentando localizar los
juguetes que habían pedido sus nietas y nietos.
No sé si sacar algunas conclusiones de esa percepción o fue una simple
casualidad. Pero coincide con otras realidades que se están evidenciando en
estos largos años de crisis y que ya he comentado en algún otro post. Las
dificultades y más aun las penurias económicas de muchas familias, están
encontrando en las abuelas y abuelos un
apoyo económico, de cuidados y atención a los nietos y nietas, que de no darse harían
todavía más difícil la vida de cientos de miles de familias españolas.
Una generación de mayores educados a la fuerza en la austeridad, con
hondos sentimientos de la solidaridad familiar, a los que sus limitados hábitos
de consumo les ha permitido ir tirando con sus pensiones, tener algunos ahorros
y ayudar a sus hijos e hijas.
Estos mayores han visto cambiar su vida a mejor, incluso a mucho mejor,
gracias a las políticas sociales de 30 años de democracia. Pensiones, sanidad y
farmacia, acceso al turismo, a la cultura, a actividades recreativas,
deportivas y de hobbys, incluso a cursos universitarios…algo que las generaciones
anteriores nunca pudieron imaginar. Y esa mayor calidad de vida que están
disfrutando, les hace ser especialmente agradecidos y reforzar su espíritu
solidario.
Por eso hay que insistir, una y otra vez, que la inversión en políticas
sociales para la vejez es una inversión con una alta rentabilidad económica, además
de los beneficios sociales que genera.
Sin embargo hay serias amenazas sobre la vejez, su calidad de vida y su
papel solidario y generador de empleo. Los recortes en políticas de salud, en atención
a la dependencia, en servicios sociales, en cultura, en equipamientos cívicos,
etc. están ya deteriorando la vida de las personas mayores. Ahora se anuncia la
enésima reforma del sistema de pensiones.
Hay que felicitarse que en esta ocasión el gobierno de Rajoy no ha
recurrido al Decreto Ley y ha dado un plazo de tres meses para negociar con
sindicatos y patronal. Es un avance no desdeñable y que debemos apuntar en el
haber de cientos de manifestaciones, huelgas, acciones de protesta diversas etc. La movilización con razones, masiva,
unitaria, antes o después da sus resultados.
La negociación no va a ser fácil. Los sindicatos deberán exigir que el
gobierno presente escenarios de evolución del sistema de pensiones con datos
concretos y rigurosos, para garantizar la sostenibilidad presente y futura de
la Seguridad Social. Un debate en el que junto a los aspectos estrictamente
actuariales de necesidades de ingresos y gastos, se plantee igualmente ese
papel de dinamización económica y de creación de empleo que tiene un sistema de
pensiones digno, al que antes me refería. Hay que garantizar que el 20% de la
población (hoy, mañana mucho mas), no se puede quedar al margen del sistema económico,
porque seria una catástrofe social y un
retroceso económico. Empobrecer a los pensionistas es empobrecer a todo el país,
incluidos, por supuesto, a cientos de miles de empresarios que habían
constatado en los últimos 15 años como los mayores también eran compradores de
productos y usuarios de servicios.
Los que ya somos casi pensionistas recordamos perfectamente que ya en
1978 Ferrer Salat, presidente de la recién nacida CEOE, decía que el sistema
publico de pensiones no aguantaría y quebraría a principios de los años 80. Y
detrás de Ferrer Salat vinieron otros muchos que siguieron amenazándonos con la
quiebra en los 90, en los 2000, en el 2010 o ahora en el 2020. Hoy mismo el periódico
El país en un vergonzoso y engañoso editorial ya le marca al gobierno los
graves recortes que debe hacer en el sistema de pensiones.
Y no, no solo no quebró, sino que las pensiones poco a poco fueron
mejorando, con una sucesión de reformas parciales, unas negociadas y otras
impuestas, con una gestión cada vez mas rigurosa y transparente, y cada vez,
justo es decirlo, mas alejada de manejos partidistas. Y hay que reconocer que
la UCD, el PSOE, y las legislaturas de Aznar,
unas veces con mas acierto que otras, y unas veces con mas intensidad
que otras, fueron perfeccionando el sistema publico de pensiones, con la
inestimable continua presión de los
sindicatos, para los que este tema siempre fue de los fundamentales, como en
general de la izquierda.
Rajoy debería aprender del pasado y no dejarse llevar por
planteamientos exclusivamente ideológicos contrarios al sistema publico de
pensiones. Aznar no gano las elecciones al PSOE (ya de capa caída) en 1993
porque amenazo con una reforma neoliberal de las pensiones; corrigió su error,
participo en la negociación del Pacto de Toledo y logro superar el miedo de
millones de pensionistas. Y en sus dos legislaturas no se atrevió a tocar las
pensiones a pesar de las fuertes presiones del sector financiero y de los
neoliberales más extremistas del PP.
Recortar el sistema de pensiones, no solo seria injusto socialmente y
desastroso económicamente, seria la
tumba electoral del PP. Porque otra cosa no debe olvidar Rajoy, los
pensionistas siempre van a votar y sus intereses prevalecerán por encima de
afinidades ideológicas.
Esperemos que la sensatez prevalezca por primera vez en los últimos tiempos.
Y esperemos que el año que viene los abuelos y las abuelas españolas puedan
seguir ejerciendo de Reyes Magos con sus hijos y nietos.
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