IU, la tercera fuerza política de muestro país, no lo olvidemos, ha
celebrado su Asamblea Federal sin despertar especial interés o seguimiento por
parte de la mayoría de los medios de comunicación. Hay una explicación, en esta
ocasión y por primera vez en muchos años, no ha habido bronca interna. Y un
Congreso tranquilo en las formas, aunque con intensas polémicas de fondo, no es
noticia para la frivolidad y el amarillismo que caracteriza a buena parte del
periodismo.
No es un secreto que estoy mas próximo a Gaspar Llamazares que a Cayo
Lara, pero reconozco sin reticencia que Cayo ha sido capaz de pacificar IU, sin
imposiciones ni apisonadoras orgánicas. Ha tenido cintura para negociar un generoso
acuerdo con la gente de Izquierda Abierta y a la vez integrar a las huestes de Sánchez
Gordillo y a los más radicales de la organización. Lara y su equipo saben que
en esta etapa de crecimiento de IU cualquier traspiés puede ser letal y frenar
en seco esa tendencia al alza en las expectativas de voto.
Hay mucha gente que esta pendiente de la evolución de IU, por su
derecha y por su izquierda. Desde las filas de socialistas desesperados con el
enrocamiento del PSOE y desde los sectores en la orbita del 15M que dudan
todavía en confiar en un partido político y en la lucha parlamentaria. De
conseguir apoyos por ambos lados y a la vez mantener sus votantes tradicionales
de clase media y obrera, IU podría dar el salto que el PCE fuimos incapaces de
dar en 1979. No es tarea fácil.
IU tiene suficientes credenciales de inserción en las movilizaciones
sociales. Es un partido de lucha, nadie duda de ello. Pero aun le queda mucho
camino para generar confianza en ser también un partido de gobierno que influye
de manera eficaz en cambiar las cosas. Sus experiencias de gobierno local,
siendo positivas son muy limitadas y las de participación en gobiernos autonómicos
hasta ahora lo han sido en un plano muy secundario en relación al PSOE (o al
PNV). La excepción fue el Tripartito Catalán, donde ICV-EU en definitiva fue el
partido más coherente y constructivo, el único que se creyó la potencialidad de
un gobierno de izquierdas frente a la tradicional hegemonía del nacionalismo de
derechas.
La experiencia de participar en el gobierno en Andalucía puede ser
decisiva. El papel de IU, sin ser el protagonista, tampoco es secundario y el
vicepresidente de la Junta, Diego Valderas, esta dando un buen ejemplo de cómo
compaginar la lealtad y el compromiso de un pacto de gobierno y mantener
posiciones propias de izquierda nítida. Las tensiones que ello esta produciendo
en sectores radicales de IU tendrán que ser neutralizadas con transparencia y
debate y confiando en la rápida experiencia política de los responsables de IU
que han asumido funciones gubernamentales.
Partido de lucha y de gobierno, imbricado en CCOO y seria bueno que también en UGT, en los
movimientos sociales, en las ONGS, en el feminismo (de donde casi hemos
desaparecido), en el ecologismo (donde a pesar de los esfuerzos de algunos
militantes y dirigentes, seguimos siendo visto con recelo) en las
organizaciones LGTB y desde luego en una
asignatura pendiente (que por cierto el PCE cuido en la transición y luego
abandono): las organizaciones solidarias de corte religioso. El día en que en
la dirección de Caritas, de Intermon Oxfam o de EAPN haya gentes de IU,
estaremos en camino de convertirnos en una efectiva fuerza de cambio, a la que
no solo se tiene simpatía sino que además se vota.
Un partido que sea capaz de impulsar amplias y diversas alianzas, como
en Galicia o Aragón (no así en el país Valenciano donde nuestro sectarismo dio
lugar al surgimiento de Compromis), pero que no olvide que nuestro interlocutor
prioritario, nos guste mucho o poco, sigue siendo el PSOE y que la vía para
desplazar a la derecha pasa por acuerdos entre IU y el PSOE; acuerdos que hay
que ir construyendo día a día.
Trabajo tiene la nueva dirección de IU, pero al menos tienen un punto
de partida favorable como no se conocía desde tiempos remotos: una organización
que quiere hacer compatible la unidad orgánica y política con la diversidad de
ideas y opiniones. Esta noche en la manifestación de las pensiones en Madrid,
Cayo Lara me ha dicho que espera que el ejemplo unitario de la Asamblea estatal
sea correspondido en las restantes Asambleas
territoriales y que no haya excusas para volver a las andadas. Tiene toda la razón.
Hay mucho en juego y no se puede defraudar la confianza creciente en IU.
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