Es difícil, muy difícil escribir sobre el 15-M. Sobre todo desde la izquierda. Sin caer en el paternalismo, ni en el oportunismo ni en la búsqueda del halago fácil. Hoy en Barcelona una parte de ellos han cruzado la delgada linea roja que un movimiento transformador no debería traspasar. Se podían hacer comparaciones fáciles y demagogicas de cuando en los años 20 y 30 del siglo XX agitadores reaccionarios impedían el acceso a los parlamentos de los diputados de izquierda.Hoy en Barcelona un grupo numeroso han servido en bandeja a la derecha de nuestro país argumentos para descalificar el 15-M. En la historia moderna de España hemos vivido mas tiempo sin parlamento que con el y hay todavía gente y gente poderosa que preferiría vivir sin el. La regeneración política, la renovación democrática no se puede hacer contra el parlamento. Las calles son para todos. El derecho de reunión y manifestación en una democracia es vital.Claro que hay que ocupar las calles para expresar el profundo malestar, para presionar a los poderes público, para hacerles cambiar. La izquierda siempre lo hemos hecho. Pero también hemos aprendido que los cambios, mas aun los profundos, o se hacen con las mayorías o no tienen futuro. Hoy el 15-M ha perdido apoyos en la ciudadania, a pesar de la rápida y lúcida reacción del 15-M de Madrid. Esperemos que no se vuelva a cruzar esa linea roja, esta en juego la supervivencia del movimiento.
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