Leonard Bernstein,
Benny Goodman, Gershwin, Fritz Lang, Woody Allen, Frida Kahlo, Bob Dylan, Cary
Grant, Lauren Bacall, Los Hermanos Marx, Kubrick, Jerry Lewis, Modigliani, Marc
Chagall, Lou Reed, Carole King, Otto Klemperer, Daniel Barenboim, John Houston,
Stan Getz, Mahler, Simon & Garfunkel, Burt Bacharach, Paul Auster, Harold
Pinter, Stefan Zweig, Barbra Streisand, Laura Nyro, Philip Glass, Paul Newman,
Yehudi Menuhin, Kurt Weill, Leonard Cohen, Neil Diamond, Mendelssohn, Percy
Faith, Polanski, Kirk Douglas, Herb Alpert….son algunos grandes músicos, escritores, directores de cine, actores, pintores, directores
de orquesta que tienen en común tres condiciones: son judíos, por lo general han estado al lado de las causas progresistas y me
gustan a mí.
Judíos eran bastantes de los músicos folk progresistas norteamericanos
de los años 40, 50 y 60. Judíos eran una parte de los que formaron la Brigada Lincoln y otras
Brigadas Internacionales en nuestra Guerra Civil. Judíos eran muchos de los que
fueron llamados a declarar por el Senador McCarthy en el Tribunal de
Actividades Antinorteamericanas. Judíos eran algunos de los fundadores y
principales activistas del socialismo en el siglo XIX y en las primeras décadas
del siglo XX. Judíos eran Karl Marx y León Trotsky.
Nada tienen que ver con los que desde hace más de 6 décadas persiguen,
acosan y matan a los palestinos. No tienen nada, nada que ver, con los que cada
poco tiempo vuelven a lanzar sus aviones, sus tanques y sus soldados contra las
cada día mas reducidas tierras palestinas. Nada que ver con los que, olvidando
y renegando del ghetto de Varsovia, levantan largas murallas para asfixiar a la
población palestina. Ni siquiera tienen nada que ver con aquellos que en los
años 30 y 40, aun siendo sionistas, soñaron con construir un estado de honda raíz
socialista en el antiguo Israel.
¿Cómo es posible que un pueblo con una dramática historia de
persecución a lo largo de los siglos, que ha dado luz a una impresionante lista
de intelectuales, artistas, luchadores sociales, científicos, etc. se haya
transformado institucionalmente en un estado perseguidor? ¿Qué ha pasado para
que el Israel de los kibutz se haya pasado mayoritariamente a la extrema
derecha? Son preguntas para las que yo, desgraciadamente, no tengo respuesta.
Pero pienso que también habremos cometido errores los sectores progresistas de
dentro y fuera de Israel.
No tengo una visión maniquea y sectaria del conflicto palestino-israelí.
Desde hace muchos años no he compartido la estrategia, primero de Al Fatah y
después de los gobiernos de Arafat y sus sucesores y menos aun de Hamas. Creo
que han dilapidado oportunidades, limitadas pero ciertas, para ir cambiando la
situación mediante la negociación bilateral y la presión internacional, como
fueron los Acuerdos de Oslo. Tolerando acciones terroristas han alimentado a la
extrema derecha israelí y han dejado casi sin argumentos a los pacifistas, a la
minoritaria izquierda israelí y a personalidades como Shlomo Ben Ami.
Las elites políticas palestinas, en su mayor parte, han favorecido, han
sido manipuladas o han hecho el juego a los intereses de otros gobiernos árabes,
casi todos ellos extremistas y
violadores de los derechos humanos. No, no comparto la política palestina, que
aunque buscase defender su derecho a tener un Estado propio, su escasa voluntad
negociadora a la postre solo ha traído dolor y desesperanza a su pueblo y
fanatismo a sus jóvenes.
Pero cada vez que hay una agresión israelí, como la actual, sembrando
de cadáveres inocentes las calles y pueblos de Gaza y Cisjordania, no tengo la
menor duda de que lado ponerme, a quien debo condenar y a quien expresar mi
solidaridad.
El conflicto entre palestinos e israelíes, solo tendrá solución con
democracia y respeto a los derechos humanos por ambas partes. Mientras el
fanatismo religioso marque las pautas del comportamiento de judíos y árabes no habrá
arreglo ni convivencia posible. Seguirán como la Europa de los siglos XVI
y XVII cuando la religión era el fácil
banderín de enganche de las clases dominantes católicas y protestantes para violentas
e interminables guerras en las que morían los campesinos y la población pobre.
Ojala los judíos progresistas, laicos y pacifistas de todo el mundo y
en especial de Norteamérica pudieran influir y presionar al gobierno de ese país
y desde luego a la sociedad y al gobierno de Israel para que se termine de una
vez esa espiral de violencia y se vuelva al camino de la negociación. No sé si
Obama tendrá ya fuerzas y ganas para dar un giro a la tradicional política
prosionista de Estados Unidos y frenar los pies de esa hidra que durante décadas
han tolerado e incluso alimentado. Aunque espero que el nuevo gobierno de la Unión Europea y la
movilización ciudadana de nuestros países promuevan la paralización de la violencia
y el inicio del dialogo.
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