Mike Jagger tiene 71 años, Bob Dylan casi 73, John Mayall y Leonard Cohen 80 cumplidos. Sus conciertos siguen siendo apasionantes, de hecho recordamos como las entradas para los Rolling, en un gran estadio de futbol madrileño, se agotaron en minutos. Es cierto que hay otros grandes artistas en el mundo de la música clásica o del jazz, que han prolongado su vida activa hasta más allá de los 80. Pero en el caso del rock, inicialmente una música de jóvenes y para jóvenes, rompedora, vital, parecería que el paso de la edad tendría efectos devastadores e incluso les dejaría fuera de juego. No ha pasado ni con la mayoría de los músicos ni con la mayoría de sus seguidores.
Cuando yo tenia 15 años y oí por primera
vez a Ángel Álvarez con sus programas “Vuelo 605” y “Caravana”, no me
imaginaba a mi mismo siendo abuelo y con casi 65 años, siguiendo en la onda del
rock. La verdad es que empecé a cambiar de idea cuando a finales de los años 70
iba a visitar a Ángel a su estudio y le veía
ya con sesenta años, con un hermoso pelo blanquísimo, con pantalón y cazadora
vaquera y hablando con entusiasmo de los grupos de la “new wave” que estaban
surgiendo en Inglaterra. Pensé para mí que a lo mejor era posible ser viejo y
rockero.
Este 26 de abril, por quinto año
consecutivo nos volvimos a juntar 38 seguidores y seguidoras de la música de
Caravana. Para hablar de música, para disfrutar oyendo música. Como ya he
contado en otra ocasión, cada año a los organizadores de la comida nos entra la
duda de si esta vez tendríamos respuesta a nuestra iniciativa. Confiamos en los
amigos, tiramos para adelante y de nuevo la acogida ha sido magnifica.
Como todos los años repartimos un cd con
las canciones que llegaron al numero 1 del Caravana Hit Parade, nuestra propia
lista de éxitos. Esta vez correspondía al año 1964 y esa relación de joyas
musicales, reflejaba muy bien el espíritu de la música de Caravana: sonido de
Liverpool, country, surf, soul, folk, magníficos instrumentistas y orquestas,
crooners, pop brillante….Siempre lo he dicho, Ángel Álvarez tuvo la gran virtud
de abrirnos las orejas y no encajonarnos en un único estilo de música juvenil.
Eso es un valor que no tiene precio.
A los postres tuvimos, por segunda vez,
la actuación del grupo MAS MADERA. Todos maduritos, como nosotros. Excelentes músicos
de estilo country-folk-rock, que nos ofrecieron un emocionante concierto con un
recorrido desde Tom Paxton, sublime folksinger que empezó a principios de los
años 60, hasta el actual Josh Turner, pasando por la Creedence Clearwater
Revival. Viéndoles y oyéndoles, se reproducía en mi cabeza esa insistente
pregunta de cómo es posible sentir e interpretar con esa pasión y con esa
calidad una música que nació y se desarrollo a 8.000 kilómetros
de nuestro país, en una sociedad y una cultura tan diferentes a la nuestra. Y
de maravillosa propina escuchamos a una cantante folk norteamericana, compañera
de uno de los músicos de Más Madera, que nos recordó a Joan Báez y Judy
Collins.
También tuvimos tiempo para contarnos anécdotas
como la de aquel “disco adicto” que con más de 15.000 lps en su casa un día su
mujer le dijo que eligiera entre ella o los discos. El sensatamente optó por su
mujer y destrozado vendió su maravillosa discoteca. Pero no superó el mono, y a
los quince días empezó a comprar de nuevo discos para intentar rehacer su
colección. No sabemos como acabó esta deliciosa historia, que refleja bastante
bien la tremenda adición que provoca el rock.
Otra cosa buena de estas comidas de
Caravana es que, a diferencia de las habituales reuniones con amigos y colegas,
no hablamos ni de pensiones ni de enfermedades, ni de nuestros hijos
desperdigados por el mundo en busca de trabajo, ni siquiera enseñamos fotos de
nuestros nietos, lo que es el colmo y por supuesto tampoco discutimos de futbol
o de la crisis. Así que nos despedimos tan contentos y quedamos ilusionados
para el año que viene.
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