El vendaval que el 15-M levantó en la política
española va hacer pronto tres años, hizo pensar a muchos que una nueva generación
iba a protagonizar una profunda renovación en el sistema democrático de nuestro
país. Otros, deseando que jugaran ese papel, temíamos que las cosas se
difuminaran y al final no se concretara en un cambio real.
Las enormes expectativas se cruzaron con
el deseo de algunas fuerzas políticas, hasta ahora minoritarias, de superar el
bipartidismo y dar paso a un mapa político mas plural y equilibrado, mas
conforme a la diversidad de nuestra sociedad.
Había, sin embargo, al menos dos serios
obstáculos para traducir las movilizaciones del 15-M en cambio político real.
En primer lugar una ley electoral que en al menos 30 provincias fomenta y
favorece el bipartidismo, que beneficia lógicamente al PSOE, al PP, y a los
tres partidos nacionalistas (PNV, CIU y ERC), y que por ello no han estado
nunca interesados en modificar. Y en segundo término un mensaje lanzado desde
sectores del 15-M, en que la critica al actual sistema político, fácilmente se convertía
en una despolitización de la movilización social y en una desvaloracizacion
general de la lucha política en las instituciones parlamentarias. Si el primer obstáculo
trascendía sin duda a las posibilidades de actuación de la izquierda
alternativa, el segundo cabía la posibilidad de que se pudiera ir corrigiendo,
lo que no se ha llegado a producir.
Pero lo peor es que ha surgido un tercer
obstáculo, en este caso imputable en exclusiva a todos los que se reclaman de
esa izquierda alternativa y del 15-M: la absoluta fragmentación electoral.
Sin embargo el revulsivo político del
15-M, mas la positiva respuesta que en su momento dieron IU, ICV, Equo,
Compromis, etc., hacían albergar la esperanza de que se podría fraguar una amplia
alianza electoral del conjunto de la izquierda alternativa.
A la vista de lo sucedido, tengo la
impresión de que nadie quería seriamente esa alianza. Los del 15-M porque mas o
menos explícitamente meten en el saco del stablishmente político a IU y en
menor medida pero también a ICV, Equo y Compromis y rehúyen alianzas con ellos.
IU, por su parte, inició un proceso de negociación con grupos del 15-M, pero
pronto se notó la prepotencia que le da el saber que estaba subiendo en las
encuestas y que podía cubrir el expediente como al final lo ha hecho, dejando
dos puestos de segura salida a dos representantes de lo que consideran
movimientos sociales.
Pero lo más sorprendente es que el
propio entorno del 15-M ha sido incapaz de hacer una propuesta electoral común
y ha forjado varias candidaturas en mutua y suicida competencia. Da la
impresión que el 15-M esta reproduciendo ya algunos de los peores vicios de las
fuerzas políticas a las que tanto critican.
Y la pregunta que muchos nos estamos
haciendo es ¿realmente resulta tan difícil conseguir la unidad electoral de la
izquierda alternativa?
Hace unos meses escribí un post tras
escuchar al dirigente de Iniciativa per Catalunya, Joan Herrera, hacer una
propuesta de convergencia electoral tras un programa muy general y básico. Ese
era el camino: 5, 10 como máximo, iniciativas políticas de Reforma de la Unión Europea , que podían
ser asumidas por toda la izquierda alternativa.
No ha habido voluntad para avanzar en
ello. Han prevalecido la letra pequeña, los puntos y las comas de los programas
electorales de cada cual, los prejuicios de unos frente a otros, las
expectativas de buenos resultados, los intereses personalistas de dirigentes y
hasta el deseo de recontar fuerzas.
Sencillamente es increíble e
impresentable que vaya cada uno por su lado, prefiriendo ser cabeza de ratón a cola
de león.
Yo sé muy bien a quien voy a votar el 22
de mayo: a los mismos que vengo votando una y otra vez desde junio de 1977,
aunque no este muy de acuerdo con todo lo que dicen y hacen, ya que es
mucho mas lo que me une a IU que lo me
diferencia y sobre todo porque creo que IU juega y tiene que seguir jugando un
papel imprescindible en el equilibrio y reequilibrio de la izquierda. ¿Pero qué
van a hacer los cientos de miles, los millones de jóvenes y no tan jóvenes que
se sintieron ilusionados con el 15-M? ¿Qué papeleta van a coger entre las
varias que se proclaman del espíritu del 15-M? Me temo que la mayoría van a
quedarse en casa y unos cuantos se refugiaran
en el voto nulo o en blanco.
La izquierda alternativa mientras sea
incapaz de superar los debates teológicos y filosóficos que generan división,
no responderá a las necesidades y expectativas de sus potenciales bases
sociales. Y ¿quiénes saldrán ganando de esa fragmentación? La derecha española
y la europea.
La opción de ser cabeza de ratón va a
tener un coste evidente. Luego que nadie se queje, si antes no se ha sabido
estar a la altura de las circunstancias.
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