Soy fan apasionado de Miguel Poveda desde hace muchos años, cuando tras
ganar la Lámpara Minera en el Festival del Cante de las Minas de la Unión en
1993, me compré su primer y precioso disco “Viento del Este”, grabado por Nuevos Medios (¡cuanto
tenemos que agradecerle los aficionados al olfato del recordado Mario Pacheco, impulsor discográfico de todo
lo innovador y de calidad en la música española!). Pero lo de anoche en la
Plaza de las Ventas fue demasiado.
Para empezar el sonido fue espectacular, lo que ya es difícil en esa
Plaza de Toros. Un excelente montaje de luz y efectos especiales, muy lejos de
la tradicional sobriedad flamenca y mas propio de un gran concierto de rock.
Miguel, inició su actuación nada menos que con Miguel Hernández, Rafael Alberti
y García Lorca, con un estilo que se movía entre el flamenco rock y el flamenco
vanguardista en la línea de Enrique Morente y con ligeros toques de jazz de los
instrumentos de viento y el piano. A mi personalmente, no es lo que mas me
gusta de él, pero reconozco que fue apabullante.
Después salió Serrat, para cantar juntos “El meu carrer” y la verdad es
que Poveda se lo merendó con patatas, a pesar del cariño y admiración que le demostró;
Serrat es un musico en franca retirada desde hace tiempo y Miguel, con sus
recientes 40 años, esta en la cumbre sideral.
Y pasó al flamenco puro. El público entró en levitación, ante la mas
impresionante voz en la historia del
flamenco. Cantó todos los palos y todos
bien y la gente entregada. Hay que decir que a diferencia de Camaron, que a sus
conciertos arrastraba sobre todo a cientos de
familias de etnia gitana, el publico de Poveda, que es payo de Badalona,
es sobre todo adultos de clase media amantes del flamenco.
Salió Carmen Linares, cantaora donde las haya, a la altura de las
grandes, grandisimas, pero a pesar de ello, Poveda la eclipsaba muy a su pesar,
aun y así llovieron los aplausos. Siguió el concierto con cantes antiguos y
todos entusiasmados, a pesar del fresquito que empezaba a hacer, cantes de Jerez,
cantes de Cádiz y San Fernando, y el delirio.
Enfiló a continuación canciones latinoamericanas, de Chavela Vargas,
tangos, fado y un bolero, que fue la única interpretación que no me llenó. Sacó
a María Dolores Pradera, que pronto cumplirá ¡89 años! y cantaron de forma enternecedora “Fina
estampa”, no podía ser de otra manera y la gente de pie aplaudiendo la simpatía
y el esfuerzo de esta gran artista.
Después Miguel volvió a la copla, demostrando que todavía se pueden
escuchar versiones de canciones que
llevamos oyendo decenas de años, con nuevos matices. Terminó el concierto de
nuevo con flamenco rock y “La leyenda del tiempo” de Camarón. Y en la propina volvió
a la copla.
A todo esto eran las dos menos veinte de la noche, llevaba tres horas y
25 minutos, ¡ni Bruce Springsteen! y parecía
fresco como una lechuga, mucho mas que el publico que estaba ya agotado de emoción
y de frío.
Si como cantante Miguel es más que formidable, como persona reflejó igualmente
una gran talla. Se pasó la noche agradeciendo
a una diversidad de músicos de los que había
ido aprendiendo, agradeció lo mucho que muchos le habían ayudado, reconoció su
aproximación respetuosa a otras músicas distintas del flamenco, así, en la cumbre de su éxito, fue modesto y
encima hizo un alegato de convivencia entre Cataluña y España, muy medido y
sencillo, que la mayoría aplaudió.
Poveda iba acompañado de Joan Albert Amargos como arreglista,
pianista y director del numeroso y buen grupo
instrumental que le acompañaba. Amargos tiene una larguísima y meritoria carrera
con los mejores artistas de la música popular española, pero en mi opinión en algún
momento se le iba la mano en demasiado decibelio eléctrico, aunque la verdad es
que la voz de Miguel podía con todo y más. Y desde luego destacar a Chicuelo,
el gran guitarrista que acompañó a Poveda en prácticamente todo el concierto.
Miguel después de este histórico concierto se puede considerar el
artista “superstar” de la música española. Ha colocado el flamenco en la pista
del despegue como nunca antes. Ahora todos tenemos que contribuir a que su
vuelo consiga velocidad supersónica. Y los que
gobiernan en España y también en Cataluña y Andalucía, deberían tomar
buena nota, Poveda sí es “Marca España” y no algunos de esos empresarios y banqueros
que solo buscan hacer negocio dentro y fuera. Porque esa altísima calidad e
innovación de Poveda le sitúa entre los mas grandes músicos mundiales del siglo
XXI.
Ahora esperar sus nuevos discos y desde luego no me pienso perder ningún
concierto que pueda volver a dar en Madrid y lo mismo recomiendo a todos.
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