viernes, 21 de junio de 2013

CCOO Y UGT: NECESITAMOS MAS TRANSPARENCIA







Anoche en el programa de televisión “El Intermedio”, el Gran Wyoming no tuvo más remedio que hacer referencia a la implicación de CCOO y UGT en el proceso de los ERES de Andalucía. No hizo sangre en el tratamiento, pero supongo que tuvo efectos devastadores entre una audiencia mayoritariamente joven y progresista.

Desde 1971 he conocido a cientos, muchos cientos, de afiliados, dirigentes, delegados sindicales, de CCOO, de todos sus territorios y de todas las actividades. El primero de ellos fueAgustín, “El feo”, enlace sindical de los Talleres de RENFE, que nos traía a nuestro despacho laboralista, a sus compañeros, a veces de las orejas, para que reclamasen horas extras o pluses no pagados, o denunciasen irregularidades en la clasificación profesional o en las cotizaciones a la Seguridad Social. Su mujer limpiaba escaleras. Su trabajo sindical, en aquellos tiempos en la clandestinidad, le impidió promocionarse profesionalmente. Estaba marcado y no le importaba, luchaba por los derechos de sus compañeros.

La inmensa mayor parte de la gente de CCOO que he tratado son de la misma pasta que Agustín. Echando horas y horas de trabajo en la empresa y en el sindicato; sacrificando su ocio, su vida social, incluso familiar. No desconectan de sus preocupaciones por la defensa de los trabajadores ni los fines de semana ni en vacaciones. Por su trabajo sindical han sido postergados, sancionados, despedidos, se han quedado sin ascender o sin pluses. Porque aunque los medios de comunicación no hablen de ello, todavía hoy ser sindicalista es un compromiso arriesgado, incluso en estos momentos mal visto por muchos. Por ello no creo que nadie se afilie o milite activamente en un sindicato como CCOO para medrar, hacer el vago, tener ventajas, o hacer dinero. Nadie. Es verdad que entre un millón de afiliados y decenas de miles de delegados, puede haber gente que no nos guste, que no haga bien su trabajo, incluso que a veces se escaquee, pero es la excepción. Porque desde luego el ultimo sitio a donde alguien podría ir para vivir o trabajar cómodamente es a CCOO.

Por otra parte lo que hoy las administraciones, las más diversas instituciones, la patronal y los trabajadores demandan a los sindicatos, no es solo ni primordialmente que seamos reivindicativos o luchadores. Lo que nos piden es eficacia en la defensa de los derechos, rigor técnico, fundamentación en los argumentos, capacidad propositiva, etc. Nos exigen que nos midamos con nuestros interlocutores en la empresa, en las administraciones y en la sociedad, con medios técnicos adecuados. Ya no podemos ir por el mundo ni con el “no”, ni con exigencias genéricas, ni con slogans. Tenemos que ir con argumentos y propuestas convincentes y razonadas. Nos requieren que tengamos buenos cuadros, suficientes profesionales bien preparados: abogados, economistas, sociólogos, expertos en salud laboral, en medio ambiente, incluso actuarios. Y todo eso conlleva aparato técnico-administrativo, medios y en definitiva un elevado gasto, que hoy es imposible financiar exclusivamente con las cuotas de los trabajadores. Mas aun no es justo que siendo el nuestro un trabajo socialmente muy útil y que en muchos casos beneficia a la mayoría de la población, tenga que ser sufragado solo por los afiliados. Y es en esa otra financiación, lógicamente pública, donde, si no hay absoluta transparencia, pueden aparecer sombras de duda y sospechas de corrupción o de connivencia.

Dicho esto, tengo que reconocer que no estamos reaccionando bien ante el escándalo de los ERES de Andalucía. Estamos muy a la defensiva, justificando que todo lo hemos hecho bien, aludiendo al carácter derechista de la jueza, a las ganas que nos tienen la mayoría de los medios de comunicación, o a la desvergüenza del PP que mira por donde nos acusa de corrupción. Todo esto puede ser verdad, pero ni mucho menos es suficiente.

Un sindicato como el nuestro todavía arrastra profundos tics de cierre de filas y aguantar el chaparrón. Es lógico, hemos estado y estamos en el punto de mira, antes de la policía y del Tribunal de Orden Público, después de los empresarios, de la derecha política, de los gobiernos, incluso en muchos momentos de gobiernos progresistas, de los medios de comunicación… Ese indudable acoso, con el que siempre tendremos que contar, genera en nosotros el sentimiento de que estamos siendo victimas de campañas injustas y no merecidas. Debemos  superar y de manera urgente ese síndrome, ya que tenemos que ser muy conscientes del inmenso deterioro que estamos sufriendo, que podría llegar a ser irreversible si no lo atajamos pronto y a fondo.

Las redes sociales, que podrían y deberían ser un eficaz instrumento de exposición y difusión de nuestras ideas, propuestas y actividades, hoy por hoy, reflejan una tremenda desconfianza hacia nosotros. En definitiva nos meten en el saco de la corrupción con banqueros, políticos, empresarios, futbolistas…Y estamos reaccionando con lentitud.

 Es imprescindible mejorar la comunicación con la sociedad, empezando por explicar mucho mejor y con pelos y señales toda nuestra participación en el tema de los ERES de Andalucía. Tenemos que articular instrumentos de información accesible a la ciudadanía sobre nuestra financiación, ingresos y gastos, sobre nuestros sueldos (muchos se quedarían sorprendidos al ver las delgadas nominas de los dirigentes sindicales). Hay que tener, mas allá de los Estatutos, un Código Ético de funcionamiento, que incluya, además de otras muchas cosas, respuestas cautelares ante medidas que pueda adoptar la administración de justicia.

Somos una organización en la picota y lo vamos a seguir siendo siempre, porque somos muy incómodos para los sectores mas poderosos de esta sociedad, por ello debemos ser absolutamente transparentes como el cristal, de manera sistemática y permanente. No valen solo los comunicados ni las ruedas de prensa. La gente tiene que poder conocer todo, todo, sobre nosotros. Sí, puede ser incomodo, pero es imprescindible. Nuestra absoluta transparencia es la que nos legitimara para exigirla a los demás, la que dará fuerza a nuestras luchas, reivindicaciones y propuestas, la que evitará que nos deslicemos por el abismo del descrédito social.

Nos jugamos mucho y tenemos poco tiempo para hacerlo. Personalmente tengo la seguridad de que Ignacio Fernández-Toxo, Secretario General de CCOO, está en ese camino.




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