Anoche en el programa de televisión “El Intermedio”, el Gran Wyoming no
tuvo más remedio que hacer referencia a la implicación de CCOO y UGT en el
proceso de los ERES de Andalucía. No hizo sangre en el tratamiento, pero
supongo que tuvo efectos devastadores entre una audiencia mayoritariamente
joven y progresista.
Desde 1971 he conocido a cientos, muchos cientos, de afiliados,
dirigentes, delegados sindicales, de CCOO, de todos sus territorios y de todas
las actividades. El primero de ellos fueAgustín, “El feo”, enlace sindical de
los Talleres de RENFE, que nos traía a nuestro despacho laboralista, a sus
compañeros, a veces de las orejas, para que reclamasen horas extras o pluses no
pagados, o denunciasen irregularidades en la clasificación profesional o en las
cotizaciones a la Seguridad Social. Su mujer limpiaba escaleras. Su trabajo
sindical, en aquellos tiempos en la clandestinidad, le impidió promocionarse
profesionalmente. Estaba marcado y no le importaba, luchaba por los derechos de
sus compañeros.
La inmensa mayor parte de la gente de CCOO que he tratado son de la
misma pasta que Agustín. Echando horas y horas de trabajo en la empresa y en el
sindicato; sacrificando su ocio, su vida social, incluso familiar. No
desconectan de sus preocupaciones por la defensa de los trabajadores ni los
fines de semana ni en vacaciones. Por su trabajo sindical han sido postergados,
sancionados, despedidos, se han quedado sin ascender o sin pluses. Porque
aunque los medios de comunicación no hablen de ello, todavía hoy ser
sindicalista es un compromiso arriesgado, incluso en estos momentos mal visto
por muchos. Por ello no creo que nadie se afilie o milite activamente en un
sindicato como CCOO para medrar, hacer el vago, tener ventajas, o hacer dinero.
Nadie. Es verdad que entre un millón de afiliados y decenas de miles de
delegados, puede haber gente que no nos guste, que no haga bien su trabajo,
incluso que a veces se escaquee, pero es la excepción. Porque desde luego el
ultimo sitio a donde alguien podría ir para vivir o trabajar cómodamente es a
CCOO.
Por otra parte lo que hoy las administraciones, las más diversas
instituciones, la patronal y los trabajadores demandan a los sindicatos, no es
solo ni primordialmente que seamos reivindicativos o luchadores. Lo que nos
piden es eficacia en la defensa de los derechos, rigor técnico, fundamentación
en los argumentos, capacidad propositiva, etc. Nos exigen que nos midamos con
nuestros interlocutores en la empresa, en las administraciones y en la
sociedad, con medios técnicos adecuados. Ya no podemos ir por el mundo ni con
el “no”, ni con exigencias genéricas, ni con slogans. Tenemos que ir con
argumentos y propuestas convincentes y razonadas. Nos requieren que tengamos
buenos cuadros, suficientes profesionales bien preparados: abogados,
economistas, sociólogos, expertos en salud laboral, en medio ambiente, incluso
actuarios. Y todo eso conlleva aparato técnico-administrativo, medios y en
definitiva un elevado gasto, que hoy es imposible financiar exclusivamente con
las cuotas de los trabajadores. Mas aun no es justo que siendo el nuestro un
trabajo socialmente muy útil y que en muchos casos beneficia a la mayoría de la
población, tenga que ser sufragado solo por los afiliados. Y es en esa otra financiación,
lógicamente pública, donde, si no hay absoluta transparencia, pueden aparecer
sombras de duda y sospechas de corrupción o de connivencia.
Dicho esto, tengo que reconocer que no estamos reaccionando bien ante
el escándalo de los ERES de Andalucía. Estamos muy a la defensiva, justificando
que todo lo hemos hecho bien, aludiendo al carácter derechista de la jueza, a
las ganas que nos tienen la mayoría de los medios de comunicación, o a la
desvergüenza del PP que mira por donde nos acusa de corrupción. Todo esto puede
ser verdad, pero ni mucho menos es suficiente.
Un sindicato como el nuestro todavía arrastra profundos tics de cierre
de filas y aguantar el chaparrón. Es lógico, hemos estado y estamos en el punto
de mira, antes de la policía y del Tribunal de Orden Público, después de los
empresarios, de la derecha política, de los gobiernos, incluso en muchos
momentos de gobiernos progresistas, de los medios de comunicación… Ese
indudable acoso, con el que siempre tendremos que contar, genera en nosotros el
sentimiento de que estamos siendo victimas de campañas injustas y no merecidas.
Debemos superar y de manera urgente ese síndrome,
ya que tenemos que ser muy conscientes del inmenso deterioro que estamos
sufriendo, que podría llegar a ser irreversible si no lo atajamos pronto y a
fondo.
Las redes sociales, que podrían y deberían ser un eficaz instrumento de
exposición y difusión de nuestras ideas, propuestas y actividades, hoy por hoy,
reflejan una tremenda desconfianza hacia nosotros. En definitiva nos meten en
el saco de la corrupción con banqueros, políticos, empresarios, futbolistas…Y
estamos reaccionando con lentitud.
Es imprescindible mejorar la
comunicación con la sociedad, empezando por explicar mucho mejor y con pelos y
señales toda nuestra participación en el tema de los ERES de Andalucía. Tenemos
que articular instrumentos de información accesible a la ciudadanía sobre
nuestra financiación, ingresos y gastos, sobre nuestros sueldos (muchos se quedarían
sorprendidos al ver las delgadas nominas de los dirigentes sindicales). Hay que
tener, mas allá de los Estatutos, un Código Ético de funcionamiento, que
incluya, además de otras muchas cosas, respuestas cautelares ante medidas que
pueda adoptar la administración de justicia.
Somos una organización en la picota y lo vamos a seguir siendo siempre,
porque somos muy incómodos para los sectores mas poderosos de esta sociedad,
por ello debemos ser absolutamente transparentes como el cristal, de manera sistemática
y permanente. No valen solo los comunicados ni las ruedas de prensa. La gente
tiene que poder conocer todo, todo, sobre nosotros. Sí, puede ser incomodo,
pero es imprescindible. Nuestra absoluta transparencia es la que nos legitimara
para exigirla a los demás, la que dará fuerza a nuestras luchas,
reivindicaciones y propuestas, la que evitará que nos deslicemos por el abismo
del descrédito social.
Nos jugamos mucho y tenemos poco tiempo para hacerlo. Personalmente tengo
la seguridad de que Ignacio Fernández-Toxo, Secretario General de CCOO, está en
ese camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario