Hoy he estado en el Centro de Atención de Minusválidos Físicos que
tiene el IMSERSO en Pozoblanco (Córdoba). Están celebrando su 25 aniversario y
los compañeros de CCOO y el Director del Centro han tenido la amabilidad de
invitarme a intervenir sobre la evolución de los servicios sociales en este
periodo.
Ha sido un emocionante reencuentro con un pasado que sin duda fue una
etapa formidable en mi vida, profesionalmente, la mejor. En el coloquio
trabajadoras y residentes han expuesto sus preocupaciones, su malestar, su
inseguridad frente al futuro. Desgraciadamente yo no podía darles una respuesta
satisfactoria, mas allá de la necesidad de llevar a la opinión publica que pasa
en estos centros, que trabajo se realiza, que insustituible función social
cumplen o como deberían estar tajantemente excluidos de recortes y
limitaciones.
Muchos de los residentes llevan 25 años en el centro. Todos tienen una
gran dependencia física y en determinados casos también mental. La edad media
es superior a 60 años. Hay una parte sin familia real o de hecho. No quieren
marcharse de allí, quieren vivir hasta el final en ese centro. Al despedirme había
unos cuantos que estaban en el porche cantando, (estaba lloviendo a mares
fuera). ¿Cómo es posible? Hay tres explicaciones, en primer lugar porque ellos,
a pesar de todo, tienen confianza en sus posibilidades; porque están activos
gracias, entre otras cosas, a que es un centro publico que tiene diversos servicios,
actividades y talleres; y porque tienen el apoyo las 24 horas del día de unos
profesionales, dignos, cualificados,
solidarios.
Unas profesionales que también están envejeciendo, casi treinta llevan allí
desde la creación del centro. Aunque en esos años han mejorado sin duda las
condiciones de trabajo, las laborales y las ayudas técnicas, el trabajo sigue
siendo agotador física y psíquicamente. Y ahí siguen, sin buenos sueldos, sin
reconocimiento social adecuado de su trabajo e incluso sin que los jefes de
Madrid se molesten en darse una vuelta por el centro para ver como están las
cosas.
Cuando en la segunda mitad de los años 90, a pesar de que estábamos
empezando a vivir una etapa de importante crecimiento económico, empezaron desde el Ministerio de
Hacienda a poner cada día mas pegas a los gastos en personal del IMSERSO, le
propuse a mi jefa, Amalia Gómez, que invitara a la Secretaria de Estado de
Presupuestos (en aquel momento Elvira Rodríguez,
hoy presidenta de la Comisión del Mercado de Valores), a visitar un centro. Y
acepto. Se quedo a cuadros, porque no fue la típica visita del besito a los
residentes, ramo de flores y sonrisas. Logramos que se enterase bien. No nos
arreglo del todo el problema, pero admitió dar un trato mas flexible al
IMSERSO.
Algo de eso habría que hacer con Cristóbal Montoro y Luis de Guindos.
Claro que Ana Mato no es ni la sombra de Amalia.
Pero si no se consigue que los Ministros vayan a un CAMF, lo que se podría
lograr es que los CAMF fueran al Ministerio. He terminado mi intervención
animando a los profesionales a asociarse y hacerse oír y dar la paliza en los medios de comunicación
y a los residentes a que presionen a sus ONGS, recordándoles que COCEMFE hace
mas de 30 años lleno el Palacio de los Deportes de Madrid de asociados en
sillas de ruedas, lo que aterrorizo al entonces gobierno de la UCD y favoreció
la aprobación de la Ley de Integración Social de Minusválidos (LISMI). Claro
que entonces COCEMFE estaba capitaneada por luchadores y hoy lo esta por
gestores, importante diferencia. Seguro que mi amigo Quim Buenaventura piensa
lo mismo.
Los servicios sociales siguen siendo invisibles para todos menos para
los que los necesitan (cada vez más) y para los que los trabajan. Estos días
hemos vivido potentes manifestaciones de las batas blancas de la Sanidad. Habrá
que apoyar todavía con más fuerza las mareas naranjas de los servicios
sociales.
Al marcharme de Pozoblanco, además de regalarme un preciso cuadro de cerámica
hecho en los talleres, me han propuesto volver al año que viene. Seria
estupendo poder hacerlo y poder hablar de un cambio a mejor en la situación de los
servicios sociales. No va a ser fácil.
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