El 14-N ha sido un día muy importante en la movilización social contra
las políticas sociales y económicas que se están siguiendo en nuestro país. Ha
habido valoraciones para todos los gustos; desde los zafios insultos de la
extrema derecha mediática, los esfuerzos de algunas representantes del gobierno
por minimizar patéticamente el alcance de los paros y manifestaciones, hasta
las exageraciones en las que otros han incurrido y que en mi opinión restan
credibilidad a lo que ha sido un día de expresión amplia de profundo malestar
social.
Ya he reiterado que el 14-N tiene que servir para algo más que
demostrar un rechazo. Por ello ¿vamos a
ser capaces de sacar conclusiones activas?
Por el momento el gobierno, aunque no ha sido agresivo en su valoración
política de las movilizaciones (y la propia TVE en sus telediarios ha sido
razonablemente respetuosa en el tratamiento de la huelga y las manifestaciones),
no parece haberse dado por aludido.
Dice que la Unión Europea le respalda y con eso ya tiene bastante.
Siendo mas que discutible que ello sea cierto y que la Comisión Europea confíe
en las políticas que se están siguiendo, Rajoy debería pensar que mantener una
legislatura con los sindicatos, numerosas organizaciones sociales, colectivos
de profesionales, etc. en contra y en la calle, no lleva a ninguna parte y no
solo tiene consecuencias de deslegitimación política del gobierno, sino que además
es un freno para la recuperación económica. Un país tenso, dividido, no es el
mejor marco para la inversión interna y externa, para generar confianza.
El PP debería pensar mas allá del nivel de la prima de riesgo de hoy o
de las subastas del Tesoro Publico de la semana que viene y ser consciente que
esa mayoría absoluta que hoy tiene se puede cuartear aun mas en pocos meses y
agudizar la estrepitosa caída que vienen anunciando las encuestas.
Es cierto que pasar del enrocamiento actual del gobierno a una actitud
dialogante y negociadora no es fácil, sobre todo teniendo en cuenta los escasos
hábitos negociadores que han demostrado en estos once meses en la Moncloa, no
solo con los sindicatos, sino en general con todo tipo de organización o
institución que no les diga amen. Pero hay formas para superar la actual dinámica,
de ir dando pasos, quizás discretos al principio, para recuperar la
concertación social. Un cambio de los ministros más impresentables del
gobierno, podría ser un primer gesto.
Pero si el gobierno tiene que afrontar una profunda reflexión, los demás
tampoco podemos quedarnos tan tranquilos.
Los sindicatos, que hemos hecho un gran esfuerzo movilizador en un contexto muy, muy difícil, debemos hacer
una rigurosa valoración de lo sucedido, sin creernos las exageraciones que
algunos han dicho. Hemos cumplido, sobre todo con las impresionantes
manifestaciones, pero ha costado mucho sacar los paros, no porque no se
compartieran las razones, sino porque hay miedo y cansancio, tras muchos
despidos, muchas movilizaciones sectoriales y pocas perspectivas de futuro.
Frente a esa realidad, los piquetes cada vez me parecen una forma de acción
sindical más discutible y arriesgada. Y no vale decir que peores y más contundentes son las amenazas de los
empresarios. Los sindicatos tenemos que
convencer a la ciudadanía, pero nunca asustarla, de lo contrario seguiremos
siendo una de las instituciones sociales peor valoradas del país.
En segundo lugar tenemos que hacer un esfuerzo mucho más capilar de
explicación de nuestras propuestas, que las tenemos y en general son razonables, abandonando el
trazo grueso y la propaganda. La campaña de exigencia de un referéndum puede
ser el camino para ese debate social que debemos propiciar. Esa campaña es un
instrumento en mi opinión muy idóneo para llegar a mucha gente, sin generar
miedo, rechazo o tensiones,
En tercer lugar, los sindicatos y la izquierda tenemos que ser mucho más
contundentes en el rechazo de algunos compañeros de viaje. Todavía somos
complacientes con ellos o los justificamos por las cargas indiscriminadas de la
policía. Cuanto antes descalifiquemos a los extremistas, mejor y no olvidemos
que son caldo de cultivo de infiltrados de diversa procedencia. Y desde luego
resulta inadmisible y podemos llegar a pagarlo muy caro, el seguir escuchando a
sectores relacionados con el 15-M o el 25-S, “que vivimos en una dictadura”; al
que diga eso hay que contestarle que es un pobre ignorante o un agente de la
extrema derecha.
Por ultimo, el PSOE también tiene que mover ficha. Resulta poco
creíble ver a Rubalcaba apoyar la
huelga. Es cierto que no se trata solo de que los socialistas hagan un cambio
de equipo, pero deben darse cuenta que no pueden mantener un líder que cuenta
nada menos que con la desconfianza del 90% de la población. Es una resistencia
numantina que no les lleva a ninguna parte y que no contribuye a tener
autoridad política para exigir al PP un cambio de actitud.
En definitiva todos tenemos que sacar conclusiones del 14-N. Porque
seria terrible que una vez pasado, quedase sumido en la relación de cosas que
han sucedido en el año 2012.
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