domingo, 4 de mayo de 2014

LA UNION EUROPEA EN NUESTRA VIDA COTIDIANA


Desde la mañana del lunes en que abrimos el grifo de la ducha y después desayunamos un café con leche, hasta la noche del domingo en que antes de irnos a la cama vemos una serie o una película en televisión o en el disco duro, la Unión Europea esta presente en nuestra vida cotidiana. Nos guste o no, lo sepamos o no, la normativa comunitaria rige gran parte de nuestras actividades públicas y privadas.

En la próxima legislatura del Parlamento Europeo 2014-2019, las instituciones comunitarias van a profundizar en sus funciones de diseño, impulso y control de políticas: temas como la unión bancaria, la política fiscal, medioambiental, energética, redes de infraestructuras transeuropeas, inmigración, educación, salud pública, nuevas tecnologías, comercio, etc. van a ser fijadas en gran medida en Bruselas y Estrasburgo.

La Unión Europa no es algo abstracto ni esta constituida por personas asépticas o tecnócratas que viven en el limbo.  La conforman los gobiernos y los parlamentos de cada país miembro, las reuniones de los Presidentes y Jefes de Gobierno y los Consejos de Ministros de cada ámbito temático, el Parlamento Europeo, el Presidente del Consejo, el Presidente de la Comisión Europea y el Colegio de Comisarios, etc. Todos son políticos con carné en el bolsillo o al menos con una ideología partidista muy clara.

De ahí la enorme trascendencia de cual sea el perfil de los eurodiputados que vamos a elegir el día 25 de mayo. Una mayoría conservadora en el Parlamento Europeo, arrastrara un Colegio de Comisarios conservador y desde luego un Presidente de la Comisión y un Presidente del Consejo conservadores, lo que unido a la actual composición conservadora de la mayoría de los gobiernos estatales, se traducirá en una maquinaria arrolladora de generar políticas de derechas para el conjunto de los 28 países de la Unión. Si la derecha y sus aliados ganan las elecciones europeas la troika estará plenamente legitimada para seguir con su política de austeridad antisocial.

Por el contrario una mayoría progresista en el Parlamento y sus consecuencias posteriores en la composición de las demás instituciones y organismos sería un importante freno a las políticas neoliberales y permitiría unas políticas bien distintas a las actuales

Es aquí donde surgen las dudas de muchas personas progresistas que no se creen la posibilidad de construir otra Europa, lo que les puede llevar a la abstención o al voto en blanco o nulo. Piensan que la socialdemocracia europea esta  perdida para una política realmente de izquierdas, desconfían que los socialistas franceses, los laboristas ingleses, el SPD alemán o el Partido Demócrata italiano y tantos otros, incluidos los socialistas españoles, estén dispuestos a protagonizar un cambio en profundidad en las instituciones europeas.

Yo también desconfío. Pero no se puede olvidar que el periodo de mayor impulso político y social de la Unión Europea lo protagonizaron en buena medida los socialdemócratas a finales de la década de los 80 y los primeros años 90, y que un socialista francés, Jacques Delors, como Presidente de la Comisión, fue el que consiguió mayores avances en las políticas sociales europeas y en la construcción política de Europa, apoyado eso sí por una mayoría de gobiernos socialistas y socialdemócratas en la, en aquellos momentos. Europa de los 15.

Por ello no debemos renunciar a que una mayoría socialdemócrata vuelva a jugar un papel positivo en el desarrollo de la Europa social y en una salida solidaria a la crisis. Pero como dice el refrán “a Dios rogando, y con el mazo dando” y en este caso “el mazo” son las candidaturas de las diversas izquierdas alternativas que tienen como candidato de referencia a la Presidencia de la Comisión Europea al griego Alexis Tsipras, de la coalición Syriza. La mejor garantía para ese cambio progresista en Europa, es que haya un fuerte crecimiento de la izquierda alternativa, que sea un apoyo exigente, un estimulo y un revulsivo para la socialdemocracia europea, sin olvidarnos por supuesto de las opciones Verdes, que en muchos países tienen una clara importancia y un sesgo progresista.

Socialdemócratas, Izquierdas Alternativas, Verdes incluso algunos Demócratas Liberales, podemos configurar una nueva mayoría de progreso e impulsar una alternativa progresista. Sus efectos, sin ser milagrosos, ya que luego tendríamos que lidiar con los gobiernos nacionales de cada país, serían rápidamente visibles. Se acabaría la influencia de la troika neoliberal, se impulsarían programas de inversión y estimulo al empleo, se limitarían y dilatarían los objetivos de reducción del déficit, se avanzaría en la unión fiscal y en la lucha contra el fraude, se estimularían las políticas de cohesión social…

A corto y medio plazo ese cambio de rumbo en la Unión Europea lo notaríamos en nuestra vida cotidiana. Son razones más que suficientes para que el día 25 no solo vayamos a votar, sino que desde ahora hagamos campaña en nuestros ámbitos de influencia para que nadie se refugie en la abstención.




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