No tengo la menor duda. El próximo
domingo 25 de mayo mi voto será para Izquierda Unida. No será un voto por
disciplina y coherencia de partido, sino por pleno convencimiento.
Cualquiera que siga mi blog o lo haya leído
ocasionalmente, habrá comprobado que no comparto bastantes aspectos del
programa y la practica de Izquierda Unida, tanto en el ámbito nacional como en
el internacional. Pero no es cuestión de ir buscando los desacuerdos, sino de
resaltar los acuerdos. Después de 46 años de militancia diversa, me aburre y no
soporto la obsesión que tienen muchos en la izquierda por la ortodoxia, la corrección,
los puntos y comas y la letra pequeña, que es el mejor camino para la
dispersión y la fragmentación; algo que la derecha en nuestro país siempre ha
tenido muy claro que había que evitar.
Es evidente que por esa regla de tres podría
votar a EQUO, a “Podemos”, o incluso a la Plataforma “Recortes Cero”. Sin duda hay muchas
cosas en las que cualquier persona progresista coincidiría con ellos. Y por
supuesto podría votar al PSOE, a pesar de los pesares y de los disgustos que
nos ha dado.
Pero he llegado a la conclusión de que
el voto más útil de la izquierda es el voto a IU. Por varias razones.
La nueva etapa que se abre en la Unión Europea va a
ser decisiva y muy difícil. Va a exigir firmeza y claridad de ideas. La mayoría
de escaños del espectro progresista, incluyendo en ese espacio a los Partidos
Verdes, va a ser de la socialdemocracia y es fundamental que los partidos
socialistas europeos sientan en su espalda, la presión, el empuje y el aliento
de la izquierda que representa Alexis Tsipras. Sin esa fuerte presencia de la
izquierda alternativa, Martín Schulz y la socialdemocracia podrían flaquear
cuando tengan que tomar decisiones comprometidas.
La alianza progresista que necesitamos
en Europa requiere gente dispuesta a tirar hacia delante y no dudo que haya
muchos socialistas que están en esa dinámica, como también muchos diputados
verdes, pero sin la contundencia de la gente como Izquierda Unida, los riesgos
de permisividad con los grandes poderes económicos serán mucho mayores. Si los
socialistas europeos ven en el Parlamento de Estrasburgo un numeroso grupo de la
izquierda transformadora serán más decididos y audaces, que si se encuentran
con un puñadito de diputados. Los propios sindicatos europeos son los más
interesados de que se produzca un cierto reequilibrio en la izquierda europea,
para contrarrestar las posiciones centristas y ambiguas de Hollande en Francia,
de Renzi en Italia o del SPD alemán.
Cuestión distinta es que habrá que
trabajar y duro, para que a partir del día 26 los de la izquierda alternativa
se alejen del discurso sectario, que hasta puede ser comprensible en el ardor
de la campaña electoral, y tengan la inteligencia y la cintura política para
pactar con los socialistas y con los verdes. Y por supuesto también habrá que
limar la prepotencia que a menudo ostentan algunos socialistas.
Un voto útil, por tanto, en clave
europeo. Pero también de cara al interno de nuestro país.
Después de tres años de constantes y
amplias movilizaciones sociales, sería desastroso y peligroso que la izquierda
no saliera bien reforzada en estas elecciones. Sobre todo la izquierda que más
ha estado en las movilizaciones. Que ganase otra vez la derecha sería
interpretado por el PP como un aval a su política. Tiene que empezar a cambiar
la correlación de fuerzas políticas en España y en ese cambio es igualmente
necesario un mayor reequilibrio de la izquierda. Los socialistas de cara a los
complicados procesos de renovación que tienen por delante deben recibir el
mensaje de un notable crecimiento de IU. Lo contrario podría enfriar los ánimos
de renovación de su equipo dirigente y de su política; mas de uno (y muy
importante) podría pensar que lo peor ya ha pasado y que para que arriesgar
cambiando.
Por tanto recado al PP y recado al PSOE.
Y el ultimo efecto de ese voto útil a IU
estaría dirigido a los amig@s y compañer@s de Equo, Podemos, Recortes Cero,
15-M en general, etc. Ya sé y lo he escrito, que IU no ha estado muy fina a la
hora de ofrecer un dialogo y una propuesta de candidatura compartida de toda la
izquierda alternativa. Los cabezas de lista de Equo y Podemos, podrían haber
estado perfectamente entre los cinco primeros de la lista de IU, pero prevalecieron
intereses de reparto de poder interno; deberían haberlo hecho mejor. Aunque nadie
nos chupamos el dedo y también ha habido interés por las otras partes para “medir
fuerzas” y “contar apoyos”, de cara a futuras negociaciones. Han preferido ser cabeza
de ratón a cola de león.
Comprendo que haya quien se moleste por
esta opinión, pero la dispersión del voto de la izquierda alternativa ahora y
en el futuro no favorece a los intereses de la ciudadanía progresista. Sin duda
los candidatos de Equo y Podemos harían
o harán un buen papel en Estrasburgo. Pero hay que pensar con visión estratégica,
dividir el espacio a la izquierda del PSOE, debilita en lugar de reforzar. Eso
sí, IU a partir del 26 de mayo debe trazar un camino de convergencia real y no
de meras buenas palabras y gestos para la galería.
En definitiva, mi voto útil consciente
es para IU, pensando en el hoy y en el mañana, en Europa y en España.
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