En este largo y relajante fin de semana,
Gredos estaba espectacular. Ya terminando el otoño pero aun con suficientes
hojas en los árboles, todo una inmensa gama de marrones, ocres, tabaco, siena
tostada y todavía algunos verdes y amarillos. La verdad es que Gredos es bonito
todas las estaciones del año, pero el final del otoño es la mejor época.
Así que no quiero romper el encanto
escribiendo un post político. Voy a despresurizarme un poco, con opera. Con una
de las operas mejores y mas divertidas de Gaetano Donizetti: “L´elisir d´amore”,
que acabo de ver en el Teatro Real el pasado martes.
Ya he comentado en algún otro post que
no me suelen entusiasmar los montajes excesivamente modernos de las operas clásicas.
Esta temporada llevamos una especie de ballet-opera del siglo XX, “La conquista
de México” de W. Rihm; una del barroco
inicial, “The Indian Queen” de Purcell; una clásica, “El barbero de Sevilla” de
Rossini y la ya citada “L´elisir d´amore”. Me han gustado las cuatro, aunque la
de Rihm, es algo excesivo definirla como opera, incluso en los parámetros de
las operas contemporáneas y la de Purcell, es una obra inacabada por el autor,
cuya versión y adaptación era absolutamente vanguardista, lo que provocó
bastantes fugas del público de gustos mas tradicionales. La de Rossini, aunque
con una escenografía muy impactante, tenía un montaje razonablemente
equilibrado entre lo moderno y lo clásico.
Y en estos días la de Donizetti. Se
trata de una opera compuesta a los 35 años en solo dos semanas y es tan deliciosa,
tan dinámica, tan entretenida, tan fresca, con una música tan bella, que es
difícil no disfrutar viéndola y oyéndola. En este caso se trata de una
producción del Teatro Real de Madrid y de El Palau de les Arts de Valencia y el
montaje derrocha “mediterráneo” por todos sus poros.
Cuando se alza el telón aparece un
escenario playero, lleno de color, lleno de luz, lleno de bañistas y con un
chiringuito con luces de neón. Me siento trasladado a la renovada y magnifica
Playa de La Malvarrosa de Valencia. Una estética mezcla de arte pop, sabor mediterráneo
y unos toques de cultura gay. Muy, muy valenciano. Y en ese escenario al que en
el segundo acto se añade unos imponentes toboganes de “aquapark”, juegan, se
duchan, se mojan, ríen, hacen gimnasia, ligan, utilizan los portátiles o los móviles,
se empapan de espuma, llega una camioneta con flotadores y otros objetos
playeros, pasean dos perros policías….y sobre todo cantan.
Comprendo que a mucha gente (los
aplausos finales fueron cordiales pero no entusiastas), incluido el
desconcertante critico musical de El País, este montaje por unas u otras
razones no les guste. (Al critico de El País tampoco le gustó la versión de “El
barbero de Sevilla, aunque le encantó la de Purcell). Pero esta versión y este
montaje aparentemente tan heterodoxo, encaja perfectamente con la temática y la
música de “L´elisir d´amore” y es muy posible que si Donizetti hubiera vivido
hoy, hubiera realizado un montaje similar o al menos este le hubiera gustado.
El montaje es tan atractivo y seductor
y la
música es tan genial, que nos hace obviar la relativa calidad de los
principales intérpretes, aunque hay que reconocer que van cogiendo impulso a
medida que avanza la opera. Los coros me gustaron y la Orquesta, pues es la del
Teatro Real, digna pero no deslumbrante y en mi opinión le faltó un poquito de brío,
de colorido y sabor mediterráneo. Y cuando llega “Una furtiva lagrima”,
inevitablemente no podemos olvidar las inconmensurables versiones de esta aria
inmortal, desde Caruso, Tito Schipa y Beniamino Gigli hasta Pavarotti o Kraus o
en la actualidad Roberto Alagna o Rolando Villazon y lo que escuchamos en el
Real, inevitablemente se sitúa en otra dimensión.
A pesar de esas lógicas limitaciones de
orquesta e interpretes, la música prevalece y merece la pena no perderse esta
opera. Y siempre queda el recurso, mucho mas barato, claro esta, de comprarse
el doble cd y oírlo en casa, con los ojos cerrados, imaginándonos la Playa de
la Malvarrosa.
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