martes, 10 de septiembre de 2013

EL GOLPE MILITAR CONTRA SALVALDOR ALLENDE EN LA IZQUIERDA ESPAÑOLA




Al mediodía del  6 de septiembre de 1970, en la piscina Murta de Xativa, apurando ya el final de las vacaciones, estábamos mis amigos Jesús Fernández de la Vega, Javier García Fernández (Panfle) que pasaba unos días en mi casa, Inés Sifre, mi hermana Elisa y yo y no estoy seguro si también Carmina Amorós y Ricardo Reig.  Nos encontrábamos pletóricos por el triunfo de la candidatura de la Unidad Popular y de Salvador Allende en Chile, que acababa de confirmarse  esa misma mañana. Pero Jesús nos echo un jarro de agua fría, cuando con ese tono sarcástico que le caracterizaba, dijo “no le dejaran gobernar y antes o después le echarán con un golpe de estado”. La verdad es que no le quisimos creer. Chile era distinto: el ejercito era constitucional, la Democracia Cristiana era moderadamente progresista, había ya unas clases medias, el Partido Comunista era muy responsable y poco dado a las aventuras…

En aquel momento Jesús, Javier, Elisa y yo, nos habíamos alejado de las posiciones izquierdistas  y trotskistas que habíamos mantenido hasta hacia poco y estábamos ya en la orbita del PCE y la cuestión de la vía democrática al socialismo andaba en el centro de nuestras discusiones.

Tres años después seguimos con terrible angustia el golpe. En la sala de espera de nuestro Despacho Laboralista de Españoleto 13 llenamos el tablón de anuncios de recortes de prensa. Al terminar la consulta del miércoles 12 de septiembre y ante la depresión general, Javier Sauquillo nos animaba diciendo “no os preocupéis el General Prats al frente de unidades leales y con el apoyo de columnas de trabajadores armados se dirige a sofocar la rebelión y en cuestión de horas se habrá acabado”. Todos quisimos creerle.

La verdad es que con el golpe militar y la muerte de Allende se abrió entre nosotros un fuerte debate. Como sucedió también en numerosos sectores de la izquierda. Hubo quienes se reafirmaron en sus posiciones de izquierdismo radical: “no había nada que hacer con la vía democrática al socialismo, sí en Chile donde había las mejores condiciones no ha sido posible, es que no es posible en ninguna parte”. Otros iniciamos una lenta y sin duda traumática reflexión, estimulada y a veces asustada por los debates y propuestas de Berlinguer y el Partido Comunista Italiano. que alumbraban el “compromiso histórico” en Italia y con carácter mas general el “eurocomunismo”.

Para la izquierda comunista no era fácil asumir las ideas de Berlinguer de ofrecer un pacto estratégico a la democracia cristiana, o dicho de otra forma “al centro derecha”, después de la actitud de Frei y de la mayoría de la dirección Demócrata Cristiana en Chile, estimulando o al menos aceptando el golpe militar. ¿Y con esa gente había que caminar en un proyecto estratégico de futuro? A pesar de los pesares, a pesar de que Berlinguer murió sin lograr la plasmación de ese “compromiso histórico”, al que se encargarían de herir de muerte las Brigadas Rojas y diversos servicios secretos con el asesinato de Aldo Moro y “la estrategia de la tensión” con el terrorismo de extrema derecha, el dirigente comunista italiano tenia toda la razón.

Sin una amplia mayoría política y social no se podían abordar reformas en profundidad para ir paulatinamente transformando la sociedad capitalista. Ganar las elecciones era necesario  pero no suficiente. Había que trazar amplias alianzas. Es lo que no se consiguió en España con la II Republica y lo que no logró Allende con el Gobierno de la Unidad Popular.

Con una sociedad partida por la mitad no es posible cambiar en profundidad las condiciones económicas y sociales de un país. Sin los ejemplos, que no conoció, de la guerra civil española ni del golpe chileno, Antonio Gramsci en la cárcel lo vislumbró claramente: había que conseguir la hegemonía social para el cambio y ello no fue posible ni en España ni en Chile.

Como Azaña en España, Allende en Chile no logró controlar los tirones de los sectores mas radicales del Partido Socialista y del MIR, no valoró suficientemente los efectos en las clases medias del deterioro del orden publico o de algunas huelgas (fomentadas al igual que en la España de 1936 por sectores extremistas de la derecha y de la izquierda), tardó mucho en convencerse que los altos mandos del ejercito se estaban pasando mayoritariamente al golpe y en definitiva no logro arrancar de la dinámica golpista a un sector de la Democracia Cristiana que hubiera sido decisivo para consolidar la situación política y contrarrestar la desestabilización fomentada por Nixon y Kissinger . Desde luego es mas fácil analizar las cosas a tiempo pasado, pero desgraciadamente el gobierno de la Unidad Popular, como el de Manuel Azaña tenia demasiados y poderosos enemigos y muy pocos amigos.

El golpe militar fue una sacudida tremenda para todos nosotros. Y por otra parte ¿quien me iba a decir aquella mañana en la piscina de Xativa, que 40 años después mi hijo Javier iba a hacer su tesis doctoral sobre la represión militar a las mujeres chilenas, que tendría una nieta medio chilena y que terminarían por irse a Chile porque en España no conseguía trabajo?  
  

 

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