A veces hay cosas que tienen difícil
explicación. Por ejemplo que en 1967, con 18 años en plena efervescencia
rockera (y folk claro esta) de pronto me entusiasmara una canción tan, tan clásica
como “It must be him”, interpretada por Vikki Carr.
Como es habitual la escuche por primera
vez en Caravana/Vuelo 605 de Ángel Álvarez y desde el primer momento me gustó.
Mucho años después, cuando vi la película
“Hechizo de Luna”, una comedia inteligente de Norman Jewinson, con una bellísima
Cher y un convincente Nicolás Cage que no me suele gustar (salvo en la genial
“Arizona baby” de Joel Cohen), resulta que el cascarrabias padre de Cher,
interpretado por el gran actor secundario Vincent Gardenia, se pasaba el día
sentado en el sofá escuchando una y otra vez ese mismo disco de Vikki Carr. Me
quedé sorprendido.
Vikki Carr, tejana de procedencia
mexicana, nacida en 1941, tras varios años actuando con un conjunto juvenil por
el sur de Estados Unidos, ante los escasos resultados obtenidos, lo abandonó y
en los años 60 se especializó en discos de factura muy clásica y tradicional,
en la onda mas o menos de Barbra Streisand. El éxito tardó mucho en llegar y
por fin lo consiguió con “It must be him”. Pero no logró la continuidad
esperada, así que en la década de los 70 cambió su rumbo y empezó a grabar en
español, dirigiéndose al publico latino en Estados Unidos, en Latinoamérica y también
en España, obteniendo a partir de ese momento un éxito permanente.
Aunque no sea un estilo de cantante que
me apasione ni tampoco la música que hacía en los años 60, esta interpretación
es perfecta. La canción original es del gran cantante y compositor francés
Gilbert Becaud, si bien con el titulo “Seul sur son etoile”.
El éxito que tuvo con ella Vikki Carr,
animó a otras artistas, algunas de la talla de Timi Yuro, Shirley Bassey o
Marta Reeves (en solitario y en compañía de The Vandellas). Pues bien ninguna
como la versión de Vikki, que le da el tono justo para una melancólica y a la
vez reivindicativa canción de amor no correspondido y con unos magníficos
arreglos orquestales. Por cierto en la versión original de Becaud la letra era
algo distinta, con referencias a la vida de un hombre solitario.
En cualquier caso una preciosa canción melódica
para ir despidiendo poco a poco las vacaciones de verano y antes de meternos en
la vorágine de la vida cotidiana y de la crisis.
He colocado las versiones de Vikki Carr
y de Gilbert Becaud, que son dos interpretaciones bien diferentes, la de Becaud en vivo, con una gesticulación un tanto cursi, pero canta de maraviila.
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