Precisamente hoy hace tres años y tras
cometer un error político, presenté mi dimisión como Consejero de RTVE en
representación de CCOO. Ha querido la casualidad que justo el mismo día, tres
años después, el Presidente de RTVE ha presentado su dimisión irrevocable.
No quiero hacer leña del árbol caído, ni
mucho menos descalificar a Leopoldo González-Echenique, que al final ha tomado
una decisión digna y no ha ocultado las razones de su marcha: la negativa del
gobierno a mantener un apoyo financiero suficiente para el adecuado
funcionamiento de RTVE.
Con la experiencia de cinco años en esa Corporación
y tras haber convivido con dos Presidentes, el primero un gran profesional,
Luis Fernández, el segundo, Alberto Oliart un meritorio político de UCD pero
desconocedor absoluto del medio, soy consciente que dirigir RTVE no es tarea fácil
y menos aun en el marco de un recorte generalizado del gasto publico y de una
feroz competencia por las audiencias, en
la que no es fácil mantener la calidad y la finalidad de ser un servicio público.
Luis Fernández, aunque no siempre
compartí sus propuestas, fue un ejemplo
de cual debe ser el perfil de un Presidente de RTVE: profundo conocedor de los
medios audiovisuales, innovador, dinámico, creativo, capaz de aprovechar excelentes
equipos de profesionales y sobre todo respetuoso con el pluralismo democrático
de un medio público. Se creyó la reforma democrática y la profesionalización de
RTVE, como nos lo creímos la mayoría de su Consejo de Administración y RTVE
salio del agujero negro donde estaba, recuperó audiencia, credibilidad y fue
una referencia de modernidad e innovación tecnológica. Lamentablemente algunos
de dentro y otras de fuera le hicieron la cama, forzando su hartazgo y
provocando su marcha.
Oliart intento navegar con el piloto automático
y aunque respetó el equipo y defendió el pluralismo, su desconocimiento y su
cansancio vital le impidieron mantener el impulso necesario para seguir el
ascenso de la Corporación.
Como es sabido, al PP no le gustaba ese
modelo de RTVE. El suyo era el de TeleMadrid y Canal 9. Cuando llegó al
gobierno, cambió la ley, se cargó las competencias del Consejo de Administración,
echó de mala manera a los sindicatos, impuso al Presidente y al Presidente le
impuso varios comisarios políticos e incompetentes segundos.
Sinceramente creo que Echenique quiso
hacerlo bien. Pero el camino del infierno esta empedrado de buenas intenciones.
Aceptó un cargo muy difícil sin conocer nada al respecto del mundo audiovisual.
Primer error, ¿ingenuo o soberbio? En segundo lugar aceptó desplazar a grandes
profesionales que habían situado los Servicios Informativos en el mas alto
nivel de prestigio de la democracia, con Fran Llorente a su cabeza e
inevitablemente una buena parte de la audiencia, acostumbrada al rigor
informativo y el pluralismo, les dio la espalda.
Por último confió en que “su gobierno” le iba a respaldar financieramente. Nuevo error. Al Ministro Montoro ni se le pasaba por la cabeza tal propósito.
Por último confió en que “su gobierno” le iba a respaldar financieramente. Nuevo error. Al Ministro Montoro ni se le pasaba por la cabeza tal propósito.
Y para colmo de los colmos, a los duros
del PP les seguía pareciendo que los Servicios Informativos eran un nido de
rojos y que no trataban bien al gobierno. Veían socialistas y comunistas por
todas partes y pedían aun más depuraciones y más fidelidad a las consignas de
la sede de la calle Genova.
En ese mar encrespado Echenique se encontró
sin ideas innovadoras, sin equipo y sin dinero. Fue dando bandazos, sin
comprender que mantener una programación de calidad y de interés no se hace de
la noche a la mañana y menos aun sin contar con gente preparada para ello.
Peor aun: se encontró solo. Ni los suyos,
ni los de la oposición, ni los Sindicatos le querían. Hay que reconocerle que
en un rasgo que le honra se negó a hacer un nuevo ERE, que hubiera terminado
por descapitalizar del todo los recursos humanos de la que fue mejor y mayor
empresa audiovisual de nuestro país.
En una desesperada huida hacia adelante buscó el recorte de gastos suprimiendo canales y vendiendo locales. Hasta que harto ha tirado la toalla, sin ocultar
o endulzar los motivos. Lo que de nuevo le honra.
¿Habrá entendido el gobierno del PP el
mensaje y la experiencia? ¿O seguirá en la misma línea de domesticar a su
servicio RTVE aun a costa de terminar de hundirla?
El Presidente en funciones, José Manuel
Peñalosa, siendo como es un militante del PP con larga trayectoria política al
servicio de ese partido, conoce RTVE, es sensato y trabajador. Podría ser la
salida menos mala, una solución puente hasta que hubiera un cambio de gobierno
progresista que volviera al modelo del 2007. Pero no creo que pueda disponer de
esos tres requisitos que reunía Luis Fernández: equipo capaz, financiación
adecuada y libertad política. Por lo que seguramente y por desgracia estamos
abocados a un nuevo fiasco y un paso más en el desguace de RTVE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario