El gobierno y el PP ya se han puesto las
pilas. Han tomado buena nota de sus resultados en las elecciones del 25 de mayo
y están trabajando para ganar las que se realizaran el próximo año. La llamada reforma
fiscal es una de sus bazas fundamentales.
A casi nadie le gusta pagar impuestos y
el anuncio de una reducción supuestamente generalizada de los mismos, a mucha
gente le habrá parecido una buena noticia. Si a ello le añadimos la machacona
insistencia en que estamos saliendo de la crisis y que el tiempo de recortes ha
terminado ya, la conclusión es evidente: tenía razón Rajoy cuando pidió sacrificios
y también cuando anunció que gracias a su responsabilidad y buena gestión,
pronto se saldría del huracán.
Creo que lo mejor resume esta supuesta
reforma fiscal es una inolvidable escena de la película “Los Hermanos Marx en
el Oeste”. En las taquillas de la estación de tren, Harpo y Chico despluman a
Groucho, con un ingenioso truco en el que Chico le va cambiando billetes a
Groucho que están atados con una goma;
una vez en su bolsillo, Harpo tira de la goma, se los vuelve a apropiar y Chico
se los cambia de nuevo a Groucho, que cada vez esta mas mosqueado, hasta que al
final Harpo termina por cortarle el bolsillo del pantalón y se queda con todo.
La diferencia es que aquí el Ministro Montoro hace de Chico y Harpo, con una
mano nos da dinero y con la otra nos lo quitara.
Pero es cierto que el tema de la reforma
fiscal les va a dar mucho juego y por ello es importante que la izquierda tenga
algunas ideas claras al respecto y que sea capaz de explicarlas bien a la ciudadanía.
Lo primero que hay que defender es que
los impuestos es el mejor instrumento de redistribución de la riqueza y de
solidaridad para que todos, y no solo unos pocos, vivamos mejor. Las sociedades
mas avanzadas son las que mas impuestos tienen; las mas desarticuladas y
atrasadas, las que menos. Es verdad que después de años de repliegue de la
izquierda ante el neoliberalismo, decir estas cosas es nadar contra corriente,
pero no tenemos otro camino.
En segundo lugar, es evidente que no
todas las políticas fiscales son iguales. Hay progresivas y regresivas. Hay
exigentes y las hay permisivas. La izquierda defendemos un sistema fiscal
progresivo y absolutamente exigente con su cumplimiento, lo que es muy sencillo
de diseñar: quien más gana o más tiene, más contribuye y también fácil de
ejecutar….si hay voluntad política para ello. Hoy con los avances de informatización,
podría ser muy eficaz la lucha contra las diversas formulas de fraude fiscal, pero
hay que querer y tener los medios legales, técnicos y profesionales para ello. La Agencia Tributaria ,
que crearon los socialistas, es un instrumento teóricamente adecuado, pero que
a diferencia de la
Seguridad Social no dispone ni de los medios, ni del respaldo
político, ni de las directrices
adecuadas para cumplir plenamente con su función.
En tercer lugar, la política fiscal es
una herramienta para hacer posible el gasto público: los servicios públicos y
las políticas sociales. Los más interesados en el gasto público son las clases
trabajadoras en su sentido más amplio. Las minorías de altas rentas pueden
conseguir la educación, la sanidad, los servicios sociales o los servicios públicos,
comprándolos en el mercado. Tienen dinero de sobra. Los demás no pueden hacerlo
o quienes podemos es a costa de grandes esfuerzos y sacrificios. Unas buenas y
suficientes políticas públicas para todos, exigen una adecuada presión fiscal.
Y en este marco ¿hacia donde va la Reforma fiscal del PP? A
mantener la regresividad, al tratar mucho mejor a las rentas altas que a las
medias y al seguir siendo permisivos con la evasión y el fraude. Pero no solo
esto. El Ministro Montoro lo que ha hecho básicamente es dejar sin efecto la
reforma que aprobaron nada mas llegar al
poder en diciembre del 2011 en lo que se refiere al IRPF. Pero se “ha olvidado”
de modificar los incrementos del IVA y tampoco se ha molestado en modificar las
regresivas medidas que en el tratamiento del patrimonio y de las sociedades
mercantiles adoptó el ultimo gobierno socialista.
Pero quizás lo mas escandaloso, como le
han hecho ver a Rajoy las autoridades de la Unión Europea , que
no son precisamente de izquierdas, es que con esta reducción de ingresos públicos,
el elevado déficit publico de España no se reducirá en la medida de lo
necesario y no se cumplirán los compromisos adquiridos con la Unión Europea , salvo
que….se reduzca el gasto publico o se suba otra vez el IVA, o las dos cosas. Rajoy obedece a la Unión Europea cuando
le interesa y cuando no le conviene pasa de ella.
Es una reforma por tanto injusta,
ineficaz y poco seria, un espejismo motivado exclusivamente por intereses
electorales.
Pero hay más. A donde nos lleva esta
reforma es a dos posibles alternativas. Si las elecciones generales las vuelve
a ganar el PP, en el 2016 habrá nuevos recortes de gasto público o nuevas
subidas de impuestos o las dos cosas. Si las gana la izquierda y hay un
gobierno de amplia coalición, se vera obligado a subir los impuestos, de manera
apreciable, porque no sería viable políticamente para una gobierno progresista
recortar aun mas el gasto público.
El PP, que sabe perfectamente la
irracionalidad económica y social de esta reforma fiscal, porque han estudiado matemáticas
como los demás, argumentan que como la economía se va a recuperar intensa y rápidamente,
habrá menos presión fiscal pero mas ingresos al producirse muchísima mayor
actividad económica y por tanto el déficit público podrá reducirse, manteniendo
e incluso mejorando el gasto público. En otras palabras, los supuestos 9000
millones de euros que van a dejar de pagar la ciudadanía, se compensaran por
nuevos ingresos derivados del crecimiento económico. Ponen el ejemplo del
primer gobierno de Aznar en 1996-2000, en que aparentemente fue así. Pero hay un
matiz muy importante: la crisis de 1993 fue muchísimo mas corta, se perdió
mucho menos empleo, apenas se recortaron las políticas sociales y los servicios
públicos y sobre todo la salida de aquella crisis fue la burbuja inmobiliaria,
algo a lo que solamente gente enloquecida estaría apostando para salir del
actual estancamiento.
La izquierda vamos a tener que subir los
impuestos, porque deberemos dejar sin
efectos seis años de recortes de políticas sociales y de servicios públicos y a
la vez hacer frente a la contención paulatina del déficit público. Y hay que
decirlo desde ya. La ciudadanía no es idiota y puede entender y admitir las
cosas si se explican con seriedad y rigor. Eso si, tenemos que lidiar con las manchas de corrupción en la gestión pública,
que es el mayor obstáculo para hacer asumible la presión fiscal. La gente puede
estar dispuesta a pagar más impuestos, si ese dinero se traduce en mejores
condiciones de vida para todos, no en latrocinios de unos pocos. Y por
supuesto, mejorando, racionalizando, optimizando la gestión pública
Nos queda todavía una etapa larga y dura
de sacrificios para recuperar en un futuro a medio plazo la universalidad y
calidad de las políticas sociales y de los servicios públicos. Pero lo que nos
diferencia de la derecha, es que nosotros queremos que los sacrificios se
asuman de manera equitativa, en función de las rentas y patrimonio de cada uno.
Por ello no podemos admitir y tenemos que desmontar esta llamada reforma
fiscal, exclusivamente electoralista. No queremos ser Groucho Marx estafados
por el listo de Harpo y Chico Montoro.
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