En los últimos meses el activo de CCOO
se ha preguntado cuál iba a ser la decisión de Ignacio Fernández Toxo, sobre su
continuidad en la Secretaria General de CCOO. Gallego hasta la medula, Ignacio
no decía ni que sí ni que no ni todo lo contrario.
No es ningún secreto que en la cabeza y
en el corazón de las y los sindicalistas de CCOO había sentimientos
encontrados. Por una parte Toxo presenta un buen balance de gestión interno y
externo, en una etapa especialmente difícil para la clase trabajadora y para el
sindicalismo de clase y no están los tiempos para derrochar dirigentes bien
probados. Por otra, precisamente él, y casi en solitario, llevaba tiempo
impulsando un proceso de renovación estratégica de CCOO, lo que se ha
denominado “Repensar el Sindicato” y no parecía muy lógico promover la
renovación y que esta no llegara a los órganos de dirección.
La frustrante experiencia de UGT, donde
un veterano dirigente de 60 años sustituyó a Candido Méndez, no era el
escenario preferido por la militancia de CCOO.
Hay que decir que Ignacio ha sido
valiente y coherente, por dos razones. Ha decidido no continuar como Secretario
General y ha evitado una transición a medias, se ha saltado una generación
entera, la de los dirigentes cincuentones y ha ido a la generación que reunía
juventud, a la vez que experiencia y que en este caso concreto sumaba un
evidente consenso. Con Unai Sordo ha cuadrado el círculo de la renovación,
aunque ello haya supuesto el disgusto de más de uno y más de dos dirigentes muy
valiosos y bien situados en una hipotética carrera sucesoria.
Toxo ha culminado así una brillante
trayectoria al frente de CCOO. Y tengo que decir que Ignacio no era santo de mi
devoción. A principios de los años 80, en plena batalla dentro del PCE y sus
reflejos en CCOO, él se enfrentó y derrotó en el Congreso de la Federación del
Metal a uno de los mejores jóvenes dirigentes del Sindicato, Juan Ignacio
Marin, carrillista como yo, lo que supuso una perdida inestimable para el
sindicalismo de clase de nuestro país. Muchos años después y de forma un tanto
sorpresiva, Ignacio se enfrentó y derrotó a José María Fidalgo en la disputa
por la Secretaria General de CCOO. Durante mucho tiempo yo había sido adjunto
de Fidalgo y lógicamente, aunque desde hacia tiempo me temía su caída, no me sentó
nada bien su salida.
Toxo supo cerrar heridas y muy rápidamente
estabilizó la vida interna del Sindicato, que ha vivido los 8 años mas pacíficos,
en términos orgánicos, de su historia, aunque problemas haberlos los ha habido,
mas por la inadecuación de algunos miembros de sus equipos que por la actitud
de Ignacio.
Durante el periodo 2011-2015, tuve la
oportunidad de asistir a las reuniones del máximo órgano de dirección de CCOO,
su Consejo Confederal y a menudo salía con la sensación de que detrás de
Ignacio había un cierto vacío. Toxo lanzaba una y otra vez propuestas de
cambio, de renovación, diseñaba iniciativas de trabajo sindical, de análisis de
la difícil realidad en la que estábamos y todos los demás tenían muy poco que
aportar. Más aun, cuando Toxo hacía alguna propuesta de especial riesgo, de
salir del tran tran, aparecía en solitario, demasiado solitario.
Tras el último Congreso, Ignacio me concedió
el honor y la oportunidad de trabajar como Adjunto suyo, algo que siempre le agradeceré.
Y ya más cerca de él, y a pesar de su a
veces desesperante hermetismo gallego, pude comprobar su gran preocupación por
la evolución del sindicalismo de clase, su acertada visión de la realidad sin
tapujos y sobre todo su voluntad de dar un profundo giro a la situación. La
iniciativa de “Repensar el sindicato”, en la que de nuevo tengo que agradecer que me incluyera en
los trabajos de su elaboración, en sus orígenes era una valiente propuesta, que
sin embargo, en mi modesta opinión, no ha tenido el profundo recorrido y
asimilación que Toxo pretendía. De nuevo le he visto excesivamente solo dando
la batalla de la renovación.
Es en ese cierto desdibujamiento de la
propuesta “Repensar el sindicato”, que se ha producido en los últimos meses muy
a su pesar, donde quizás podríamos encontrar las razones del salto generacional
en su relevo, como si confiara sobre todo en la generación de los cuarenta para
protagonizar el cambio imprescindible.
De la envergadura de la promoción de
Unai Sordo nos habla que por primera vez
asume la máxima dirección del Sindicato un dirigente que no vivió la transición
democrática, que no hizo las grandes huelgas de la década de los 80,
especialmente duras en el País Vasco, que no estuvo inmerso en las polémicas y
enfrentamientos políticos del activo de CCOO (que nos marcaron a muchos durante
mas de 20 años). Un dirigente sindical que puede mirar sin complejos a los
nuevos dirigentes políticos de España, que se ha curtido en un territorio no precisamente
favorable para CCOO como es el País Vasco, que conoce y comparte la pluralidad
nacional de nuestro Estado y que apuesta por el federalismo.
He tenido muy poco contacto directo con
Unai, pero todo lo que sé de él le acredita para abordar con decisión y
capacidad los enormes y muy difíciles retos que tiene por delante CCOO y tiene
una ventaja especial, no le gusta ser un figurón.
El legado interno y externo de la etapa
de Toxo, es un excelente punto de partida para Unai; estoy seguro que buscara
un equipo equilibrado, con juventud, con mujeres sindicalistas en puestos de máxima
responsabilidad y también con algo de continuidad. Espero que el objetivo de
repensar, renovar, rejuvenecer y feminizar el sindicato se haga realidad y no
solo en el ámbito Confederal, sino también en las organizaciones territoriales
y de rama, superando algunas resistencias que se vislumbran en estos momentos.
El ejemplo y la apuesta de Toxo deben
ser seguidos en el conjunto de las CCOO.
No dudo que Unai sea un gran dirigente sindical, igual que otros muchos en CCOO. El problema es que Toxo y el Consejo confederal se ha convertido en juez y parte de la sucesión, tomando partido a favor de uno de los hipotéticos candidatos y eso no es serio. Si criticamos que en otras organizaciones se designen sucesores cómo nos parece bien hacer lo mismo en CCOO?
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