Un año más el día 8 de marzo ha estado
plagado de declaraciones, muchas bienintencionadas, otras más o menos
altisonantes, más o menos oportunistas, sobre la igualdad de derechos entre
mujeres y hombres, en las que también se han puesto de relieve los avances
logrados en las ultimas décadas y desde luego las notables discriminaciones que
aun existen.
Y hablando de discriminaciones, y solo a
titulo de ejemplo, recordaría:
Las diputadas, 138, representan el 39’4%
del Congreso. Las senadoras, 98, representan el 36’8% del Senado. Si lo
comparamos con los datos de la primera legislatura democrática, el avance es
abrumador; si lo comparamos con la
distribución de la población española, la subrepresentación de la mujer es
evidente. Nunca ha habido una mujer Presidenta del Gobierno y en la actualidad
solo hay 4 Presidentas autonómicas, frente a 13 hombres. No hay ninguna máxima
dirigente de partidos políticos de ámbito estatal. Aun y así el ámbito político
es donde más se ha avanzado en el camino de la igualdad.
En lo que se refiere a los medios de
comunicación social en toda su gama, ninguna cadena estatal de radio o
televisión tiene en su presidencia o máxima dirección a una mujer, ni tampoco ningún
periódico de entre los de mayor tirada. El periódico “El País”, que el día 8 de
marzo incluía numerosos artículos en relación al 8 de marzo, no ha tenido nunca
ninguna directora ni segunda responsable.
Solo una mujer, Ana Botín, preside una
gran empresa española. Ninguna mujer ha sido nunca Gobernadora del Banco de España
(y bien que se nota). En la cúspide de la CEOE la presencia de mujeres es ridícula.
Nunca ha habido una mujer Secretaria General o Secretaria de Organización de un
Sindicato de clase y las Secretarias de Federaciones u Organizaciones autonómicas
desempeñadas por mujeres son muy minoritarias.
Son escasísimas las mujeres rectoras de
Universidad. No ha habido mujeres Secretarias de la Seguridad Social ni de la
Agencia Tributaria. No ha habido mujeres presidentas del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, ni del Consejo Económico y Social. Las mujeres no
han ocupado embajadas relevantes como Washington, Londres, Berlín, Moscu, Paris
o Tokio. Por no hablar de la Jefatura de la Guardia Civil, Policía Nacional o puestos
de alta responsabilidad en las Fuerzas Armadas.
Y podríamos seguir….
Si eso es así en los puestos decisivos
de la política, la economía, la empresa, la comunicación, los sindicatos, etc.,
se pueden entender mejor las causas de la discriminación salarial o profesional
y por supuesto las trabas para la conciliación de la vida laboral y familiar.
Es verdad que en España ya nadie, al
menos públicamente, se atreve a decir las barbaridades de que hacen gala
eurodiputados polacos o presidentes del gobierno de Brasil, en otras razones porque
serían declaraciones anticonstitucionales y delictivas.
También es cierto que una mujer
asumiendo altas responsabilidades de por sí no es garantía de avance en la
igualdad de derechos; tenemos suficientes ejemplos dentro y fuera de nuestro país.
Desde Tatcher a Golda Meir, o de Esperanza Aguirre a Rita Barbera. Pero la
persistencia de la desigualdad es un déficit democrático intolerable.
Por ello es tan importante tomar medidas
con fuerte carga simbólica y ejemplarizante. Como por ejemplo que las máximas
responsabilidades políticas, sindicales, científicas, diplomáticas, fueran
desempeñadas por mujeres. Pero me temo que estamos aun distantes de ese
escenario.
Decía Rajoy que la igualdad y la no
discriminación no es un problema de leyes. ¡Hombre, solo de leyes, no, pero también!.
Porque las leyes pueden conseguir que combatir la discriminación y avanzar en
la igualdad no se quede al libre albedrío de cada institución o ámbito social,
al tran tran de los cambios socioeconómicos y culturales, y por el contrario se
den fuertes estímulos legislativos, que aceleren notablemente los procesos sociales. Eso sí,
leyes con medios eficaces y efectivos para su cumplimiento.
Eso pasa, entre otras muchas cosas, por
reforzar la enseñanza no sexista en TODOS los centros educativos, incluidos los
universitarios y los de formación profesional, por garantizar la universalización
de la educación de 0 a
3 años, por disponer de suficientes servicios sociales para atención de las
familias y en especial de las personas dependientes, por la efectiva
persecución de la publicidad sexista o de los programas y mensajes sexistas en
todos los medios de comunicación, por la obligatoriedad de las listas
paritarias en las elecciones políticas, por establecer cuotas mínimas en los
consejos de administración, tribunales de justicia, tribunales de oposiciones, órganos
institucionales…..y otras muchas medidas que las organizaciones feministas
llevan exigiendo años y años.
Ojala que todas las buenas declaraciones
de intenciones del pasado día 8 de marzo se traduzcan en medidas concretas y el
8 de marzo del 2018, podamos resaltar que en el último año se han dado avances
significativos.
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