viernes, 10 de octubre de 2014

TARJETAS OPACAS DE BANKIA (II): CRISIS IDEOLOGICA Y DE VALORES





No me imagino a los viejos dirigentes comunistas o de CCOO, como Simón Sánchez Montero, José Sandoval, Marcelino Camacho, Julián Ariza, Macario Barjas o el socialista Luis Gómez Llorente, trajinando con tarjetas opacas.

Y la pregunta que muchos nos hacemos es ¿cómo es posible que esto haya sucedido? Conozco a un parte de los implicados, a alguno desde que era un adolescente luchador contra la dictadura y le defendí en una demanda en Magistratura de Trabajo frente a los desmanes de su empresa. Con otro he militado largos años en los mismos proyectos políticos y siempre ha sido una persona ponderada, constructiva, aportadora de ideas.

¿Qué ha pasado?

Desde luego no estoy por la labor de demonizar a nadie ni pensar que se han pasado al lado malo de la historia, como le sucedió al Jedi Darth Vader en la Guerra de las galaxias. Además creo que hay que diferenciar ilegalidades, irregularidades y prácticas éticamente inadmisibles, porque no es lo mismo. En todo caso me gustaría hacer una reflexión de fondo al respecto que ayudara a explicar esta situación.

Y en estos días aciagos me ha venido a la cabeza un comentario que hace ya más de 20 años me hizo mi amigo y camarada entrañable,  ya fallecido, Manolo López, abogado laboralista y comunista de larga y heroica trayectoria. Estábamos con nuestras familias en el parque del Retiro un domingo tomándonos una cerveza. Se acercó una persona pidiendo dinero, él sacó unas monedas, se las dio y me dijo, “Yo desde que ha caído el Muro de Berlín doy limosna a todos los que me piden por la calle”. Me quede sorprendido por la frase y desde luego en aquel momento no entendí la profundidad de la misma.

Manolo tenía toda la razón. Aunque para los eurocomunistas, y él lo era a fondo, el socialismo real era algo con lo que habíamos roto hacía mucho tiempo, sin embargo seguíamos teniendo una referencia ideológica que había comenzado en Octubre de 1917 con la toma del Palacio de Invierno de San Petersburgo por los bolcheviques.

Y poco a poco nos hemos ido quedando sin referencias, hasta casi diría que sin esperanzas. Porque ni siquiera ya nos servía Cuba y para que hablar de China. Algunos de nosotros optaron por lo que consideraban el mal menor, incorporarse a la socialdemocracia, para al menos ayudar a hacer cosas concretas para mejorar la vida de la gente trabajadora. Otros nos mantuvimos a trancas y barrancas en IU y hubo quienes se quedaron en el limbo a la expectativa.

Pero en definitiva las férreas convicciones ideológicas que habían configurado nuestro compromiso y activismo político y sindical se resquebrajaron. En el campo sindical la necesaria independencia orgánica de nuestros partidos de referencia, al menos en el caso de CCOO, se llevó a tal extremo paranoico, que nos dejó desnudos en términos ideológicos.

Este terrible proceso coincidió en el tiempo con la evidente transformación de la sociedad española. Con un notabilísimo crecimiento económico, que llegó a gran parte de la población y por supuesto a la clase obrera. Con un cambio de modelos sociales de referencia, que dejaron de ser los viejos obreros que tenían una concepción de la vida sustentada en valores de clase “tradicionales”: el trabajo bien hecho, la responsabilidad, la honradez, la solidaridad, los vínculos colectivos…etc. Todo ello se fue sustituyendo por otros valores impulsados por el neocapitalismo ultraliberal, del ascenso social, el consumo desmedido, el triunfo de la  imagen, el individualismo.

La izquierda no supimos o no pudimos, renovar nuestras ideas, y adecuarnos a las nuevas realidades de un mundo en permanente cambio, y a la vez mantener la esencia de nuestros valores, defenderlos y confrontarlos con los de los neoliberales.

Nos quedamos sin sistema ideológico y perdimos la batalla de los valores.

Y unos, los mas honestos y compasivos, empezaron a dar limosna y a otros les pareció normal que les dieran unas tarjetas opacas como una especie de sobresueldo.

Junto a ese aspecto del desmoronamiento ideológico hay otra razón que explicare con una segunda anécdota.

Hace mas de diez años, cuando asumí un cargo en una administración  autonómica, mi nueva jefa me indicó que tenía que dejar sin ninguna función de responsabilidad a todos los altos funcionarios del PP, que eran la mayoría, y poner a gente segura afín a la izquierda. Tomé nota de su indicación y me dediqué  a conocer a unos y a otros, comprobando que había gente de derechas excelentes profesionales y que algunos de los recomendados no daban la talla ni de lejos. Le trasladé mi opinión a mi superiora y me contestó tranquilamente: “la derecha lleva mandando aqui desde 1938, ahora por fin nos toca a nosotros, ¡que ya era hora!”. No la hice caso y a los tres meses dimití.

Y a ese argumento de ¿por qué no vamos a tener derecho nosotros? se le suma una especie de justificación: ¿qué representan unas decenas de miles o unos pocos centenares de miles de euros de sobresueldo opaco en comparación a las indemnizaciones de muchos millones de euros que se han llevado los grandes directivos, en muchos casos inútiles y con nefasta gestión, de la Banca, o de las multinacionales, incluyendo la indemnización por despido que cobró el actual Presidente de Bankia, que fue largado del BBVA con una pensión anual desde los 55 años de 3 millones de euros/año?  

Esa conjunción de factores es el trasfondo del escándalo de las tarjetas opacas. Luego están, por supuesto, los matices de cada caso personal, de las cuantías utilizadas, de los tipos de gasto efectuados o de las actitudes que ha tomado cada cual cuando les han pillado.

Por eso va a ser tan difícil acabar con esa intensa y extensa telaraña de las diversas formas de corrupción y corruptelas. Pero si no hay ideología que al menos aspire a un mundo medianamente alternativo, ¿qué demonios hacemos la izquierda política y sindical en las instituciones?

Una ultima anécdota. En estos días he cenado con un grupo de amigos y amigas. Todos de la izquierda clásica. Todos, menos otro y yo, dijeron que iban a votar a PODEMOS. ¿qué les podía decir que sonara convincente?












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