miércoles, 4 de octubre de 2017

FELIPE VI SE HA EQUIVOCADO GRAVEMENTE


Siempre he tenido respeto y simpatía por la persona de Felipe VI, tanto en su papel institucional como Príncipe de Asturias como en el corto periodo que lleva desempeñando la Jefatura del Estado.

Por ello, ya veo que ingenuamente, esperaba que en algún momento asumiera un papel mediador en el gravísimo conflicto de Cataluña. No ha sido así.

La intervención del Rey posiblemente haya sido exigida o al menos fuertemente presionada por el gobierno del PP. Es una intervención menos arisca formalmente que las de Rajoy y sus ministros, pero políticamente alineada con el gobierno. Fue, por tanto, un discurso de parte, no del conjunto de las fuerzas políticas y sociales de nuestro país. Nunca el Rey, ni tampoco su padre el anterior monarca, se habían alineado de manera tan ostentosa con la política del gobierno de turno.

No hubo ni un solo llamamiento al dialogo, tan solo vagas alusiones a la esperanza, más dirigidas a los catalanes no independentistas que al resto de los catalanes.

Cuando terminó su breve intervención, lo primero que pensé fue que Rajoy estaba preparando la aplicación del artículo 155 de la Constitución, suspendiendo total o parcialmente la autonomía de Cataluña.

Seguramente Felipe VI habrá ganado simpatías entre algunos sectores no independentistas de Cataluña y desde luego entre muchos centralistas de la España profunda. Pero a la vez, y es políticamente un desastre para el futuro, se ha alejado de amplios sectores moderados, progresistas, de la sociedad española y no digamos de Cataluña. Después del discurso del Rey, a la gente de izquierdas, que, siendo republicanos, no hacíamos de ello una causa fundamental para la democracia española, nos va a ser aún más difícil defender la continuidad de la monarquía.

No sé quién le ha escrito el discurso al Rey. Si los asesores de la Moncloa o los del Palacio de la Zarzuela. Pero quien lo haya hecho ha realizado un flaco servicio a la institución y ha añadido aún más leña al fuego de la crisis de Cataluña.

Si muy preocupante es el discurso del Rey, no lo son menos las imágenes que hemos visto en los medios de comunicación de los enfrentamientos y hostigamiento entre fuerzas de la policía y guardia civil y jóvenes radicales catalanes o, aunque sea una cuestión secundaria, los insultos a Gerard Pique en los entrenamientos de la selección de futbol. Nuestro país tiene una historia terrible, no hace tantos años, como para permitirse caminar al borde del abismo.

La irresponsabilidad del gobierno del PP desenterrando sentimientos ultras, agazapados, pero no desaparecidos y la irresponsabilidad del Govern lanzando a los jóvenes a la calle en una movilización insurreccional, puede tener consecuencias insospechadas. Incluso, de rebote, puede impulsar una involución en la pacificación del País Vasco.

 La historia nunca se repite y las circunstancias son muy distintas, pero no nos olvidemos de Yugoslavia y como terminaron.

Es este contexto el que tenía que haber tomado en cuenta Felipe VI y haber hecho una intervención para abrir vías de dialogo. Su error mayúsculo ya veremos qué consecuencias tiene, pero desde luego no serán positivas ni para él ni para España ni para Cataluña.



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