viernes, 16 de febrero de 2018

INTERMON OXFAM: EN DEFENSA DE LAS ONGS SOLIDARIAS



Soy socio de Intermón Oxfam desde hace bastantes años y muy probablemente lo seguiré siendo. Cuando me apunté a esta ONG, hubo quien me dijo que cómo lo hacía, siendo una organización mas o menos vinculada a la Iglesia Católica y en concreto a los Jesuitas. A pesar de que desde hace mucho tiempo es una organización laica e independiente, ni me importaba antes ni me importa ahora.

El terrible escándalo sexual que han protagonizado algunos de sus miembros y dirigentes, de características parecidas a otras que tuvieron como artífices a militares en misión de paz o a cooperantes civiles, es una vergüenza y hasta un delito que debe ser castigado con absoluto rigor,  además de que Intermón Oxfam tome las medidas oportunas para que nunca más se vuelva a repetir.

Pero también resulta vergonzoso que aprovechando esas practicas intolerables y la hasta cierto punto tardía y dubitativa reacción de la dirección de I.O., se ha desatado una campaña en algunos países y muy en especial en España, atacando a esta ONG y cuestionando su actividad. El escandalo les ha venido de perlas a quienes llevan mucho tiempo molestos por sus informes, o siendo señalados por su responsabilidad en la falta de apoyo a la cooperación internacional con el hambre y la miseria en el Tercer Mundo o con el crecimiento de la pobreza y exclusión, como consecuencia de las políticas neoliberales frente a la crisis, caso evidente en lo que se refiere a nuestro país.

Intermón Oxfam es una ONG incomoda, porque no tiene pelos en la lengua, porque es rigurosa en sus denuncias y en sus propuestas, y porque no se limita a dar la vara, sino que desde hace mucho realiza programas de cooperación en numerosos países del mundo con resultados muy positivos bien contrastados.

Es cierto que muchas ONGS levantan suspicacias tanto en el ámbito de la izquierda como en la derecha, por razones, claro está, muy distintas. La derecha quisiera que se limitaran a ejercer su trabajo sin meterse en más líos de denuncias políticas, económicas o sociales, no hablar de causas ni de responsables. Y en la izquierda hay quienes consideran que las ONGS hacen caridad, ponen parches a la explotación capitalista y viven de unas subvenciones o ayudas que estarían mucho mejor empleadas por parte de la gestión pública.

Admito que, en mi caso, procedente de una ortodoxa tradición política y sindical, pensaba algo parecido. Tuve la oportunidad como Director General del IMSERSO de conocer la realidad de las ONGS. De la cantidad de papeletas que nos resolvían a las administraciones públicas, fuera por la insuficiencia de nuestros recursos, centros, programas, etc. o por las dificultades de tramitación urgente y diversificada de las posibles soluciones.

Por no citar más que unas pocas, recuerdo con admiración la gestión de Caritas, Cruz Roja o Andalucía Acoge, cuando el tremendo conflicto de El Ejido (Almería) y los campamentos infrahumanos de inmigrantes en Ceuta y Melilla. O el apoyo recibido del MPDL en la guerra de los Balcanes. O la colaboración en numerosos proyectos de accesibilidad, empleo especial, integración social, etc. de personas con discapacidad por parte del CERMI. O la respuesta inmediata de las ordenes religiosas integradas en LARES, ante la demanda no cubierta de plazas residenciales para mayores gravemente dependientes. La presencia constante de Mensajeros por la Paz para resolver problemas urgentes no suficientemente contemplados en el ámbito de actuación del IMSERSO……

También conocí algunas ONGS, contadas con los dedos de la mano, que eran ineficaces, que abusaban de sus relaciones o presiones políticas, o que no tenían una gestión clara. Pero eran una ínfima minoría, de las que el propio movimiento asociativo se desmarcaba. Y es verdad p.e. que en los años 90 Cruz Roja padeció una mala gestión en su cúpula política, pero la organización remontó pronto y bien y fue decisiva en la atención a los inmigrantes sin papeles.

No solo no he vuelto a ser reticente con las ONGS, incluidas las vinculadas a la Iglesia Católica, sino que soy firme partidario de poner la X en la casilla del IRPF destinada a su financiación y así lo he hecho con mi declaración siempre y así lo he defendido públicamente.

Por último, me parece una desvergüenza que el ministro Montoro, corresponsable de un gobierno que se ha caracterizado por eliminar prácticamente las ayudas a la cooperación al desarrollo y que milita en un partido corroído por la corrupción, se atreva a criticar a Intermón Oxfam. Una razón más para seguir colaborando con I.O., lo que no es óbice de una firme exigencia de sanción y erradicación de prácticas como las que hemos conocido en estos días.



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