Para mi suerte no estoy
afiliado al PSOE y este domingo no tendré que resolver el dilema de a cuál de
los tres candidatos votar para la Secretaría General de este partido.
No esperaba muchas
novedades del debate, aunque me parecía una iniciativa positiva. Su resultado
ha clarificado ciertas cuestiones, algunas poco alentadoras; pero también ha sido una ocasión desaprovechada para que cada candidato expusiera sus propuestas concretas.
Lo primero a destacar, es la confirmación de la brecha tan profunda que existe entre las dos corrientes
mayoritarias y sus respectivos líderes. Quienes hemos vivido situaciones de
fuerte confrontación en un partido político, sabemos lo difícil que es, al
menos a corto plazo, superar enfrentamientos internos. En el PSOE hay una larga
tradición de pugnas internas con nefastos resultados para ellos, para sus
seguidores y para la ciudadanía progresista: los seguidores de Largo Caballero
y los de Indalecio Prieto, los de Juan Negrín y la mayoría de la Ejecutiva al
final de la guerra y después, los guerristas y los felipistas…Pero también es
verdad que los socialistas en otros momentos han tenido la virtud y la
capacidad de integrar diferencias y lograr la convivencia entre posiciones
diferentes.
El debate me confirmó
que Susana Diaz tiene un evidente vacío de propuestas o si las tiene se las
calló, ya que no salió de cuatro o cinco lugares comunes y muy genéricos, que
cualquier persona de izquierdas puede compartir. Estuvo reiteradamente agresiva
con Pedro Sánchez y su intervención se dirigió, en mi opinión, a las bases
menos politizadas y formadas del PSOE. Pero lo más preocupante es que si gana
Susana y se convierte en la nueva cabeza de lista nacional de los socialistas,
ni por sus formas ni por su discurso va a ser capaz de enganchar ni a los jóvenes,
ni a las capas medias urbanas, ni a los sectores de la cultura y de la ciencia.
No olvidemos que el PSOE andaluz con Susana no ha ganado en la mayoría de las
grandes ciudades, sino sobre todo en el ámbito rural de pequeños y medianos
pueblos andaluces. Peor aún, no tengo la certeza de que Susana en un debate a
dos con Mariano Rajoy saliera triunfadora.
En definitiva, muchísimo
tendría que cambiar Susana para hacer realidad una mayoría de progreso en
nuestro país.
Patxi López estuvo interesante,
con ideas, con un tono digno y conciliador y no apareció como recitador de frases
de manual. Hacía unas semanas que le había escuchado en su presentación en
Madrid y me había gustado sus formas y el contenido de sus propuestas. Es
moderadamente autocritico, tiene profundo bagaje socialdemócrata, es cercano en
la comunicación, se le entiende cuando habla, cuenta con experiencia de
gobierno en circunstancias nada fáciles y en principio no es sectario con el resto de la
izquierda de nuestro país. El problema es que sería un excelente vicesecretario
del PSOE o un sólido vipresidente del gobierno, pero le falta carisma, en mi
modesta opinión carece de suficiente tirón para enardecer y recuperar al
electorado socialista, sobre todo al que se ha perdido en los últimos cinco
años.
La verdad es que, de
los tres candidatos, del que más me fio es de Patxi y estoy seguro que en la medida
de sus posibilidades procuraría cumplir fielmente sus compromisos electorales.
Nunca he ocultado mis
preferencias por Pedro Sánchez, sobre todo después del golpe palaciego sufrido
el pasado 1 de octubre y desde luego por la brutal ofensiva contra él por parte del Grupo Prisa. Y a pesar de los evidentes cambios que ha dado, de
ciertas incongruencias y de alguna práctica autoritaria en el pasado, es el
candidato que hasta ahora había representado mejor la necesidad de renovación de
las formas y de los contenidos del PSOE. Empezó muy bien y de forma valiente el
debate, con una interesante referencia al 15-M, pero en cuanto Susana Díaz le metió
los dedos en los ojos, entró al trapo como un toro descontrolado. En lugar de
aprovechar el tiempo para exponer sus propuestas se dedicó a recitar todas las
incongruencias de Susana y de sus seguidores. Hizo un discurso básicamente en
negativo y no en positivo. Una pena. Lo más aprovechable y no es poca cosa,
fueron sus referencias a la experiencia de gobierno de la alianza de izquierdas
en Portugal, que propuso con un modelo no a copiar, pero sí a tener en cuenta en nuestro país y su
compromiso con los jóvenes y las mujeres.
A pesar de su
desafortunada intervención en el debate, Pedro Sánchez tiene madera de líder,
es buen comunicador, sus formas son más dinámicas y puede ser capaz de
enganchar con el voto joven, del que tan necesitado está el PSOE. Aunque sigo
sin estar seguro de si una vez en la Secretaría General o posteriormente en la
Presidencia del Gobierno, mantendría sus posiciones actuales.
En definitiva, si estuviera
previsto y si yo tuviera que ejercer el voto, defendería un tándem formado por
Pedro Sánchez con el apoyo de Patxi López. Esa conjunción, completaría y
complementaría las ventajas y virtudes de cada uno y facilitaría neutralizar
sus evidentes déficits y carencias.
Ahora lo urgente es que el PSOE supere de una vez su etapa de interiorización y se ponga las pilas.
Los socialistas no lo
tienen fácil. Pero es fundamental que acierten, porque en ello nos jugamos mucho
quienes en España queremos un gobierno progresista, que derrote electoralmente
al PP y que con la colaboración de toda la izquierda saque adelante propuestas
de desarrollo económico sostenible y solidario, con bienestar y cohesión social,
con empleo digno y convivencia democrática entre todos los pueblos de España.
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