Tras los catastróficos resultados
electorales del PSOE en junio del año pasado, muchos, a izquierda y derecha,
consideraron que este partido estaba abocado a su paulatina desaparición,
siguiendo las huellas del PASOK griego. Pero no, los socialistas no están muertos,
han demostrado ser un partido vivo como bien refleja que hayan votado
PRESENCIALMENTE 150.000 afiliados, algo
absolutamente inédito en la democracia de nuestro país.
También hubo quienes,
en este caso fuera y dentro del PSOE, consideraron a Pedro Sánchez un cadáver político,
burlándose de su voluntad de recorrerse España y las agrupaciones socialistas
para recuperar el liderazgo que le habían arrebatado de mala manera.
Seguramente tod@s tenemos amig@s socialistas que en estos meses nos han
asegurado con absoluta convicción que Pedro Sánchez no tenía ninguna
posibilidad de ganar a Susana Diaz; incluso han difundido bulos como que a los mítines
de Sánchez iban sobre todo afiliados o simpatizantes de PODEMOS.
Pedro ha librado una
batalla contra casi todas las figuras históricas del PSOE, contra los barones y
los aparatos territoriales y de la Comisión gestora, contra la infame actitud
del Grupo PRISA y contra la hostilidad de la inmensa mayoría de los grandes
medios de comunicación social. Aunque hay que tener cuidado al comparaciones de
situaciones muy distintas, el viejo aparato socialista debería haber tomado
nota de lo ocurrido en el Partido Laborista inglés.
Para quienes pontifican
de que el resultado de Sánchez es una victoria pírrica, hay que responder que
los resultados de Susana Diaz han confirmado una realidad y es que su discurso vacío,
su prepotencia, su estilo viejuno, pueden todavía convencer a los sectores más
retardatarios del socialismo español, pero del Guadiana para arriba Susana ha
cosechado un desastre sin paliativos, especialmente en Cataluña, País
Valenciano, Asturias, Galicia, Navarra, País Vasco, Baleares, Madrid…Anticipando
lo que hubiera pasado de presentarse a las elecciones generales. Frente al
infame editorial de El País, que decía que Susana era el futuro y Pedro Sánchez
el pasado, hay que responder que si algo ha quedado claro es que Susana es el
pasado rancio y clientelar y no precisamente el pasado positivo de los gobiernos
de Felipe González o la primera legislatura de Zapatero. La desgracia es que la
protagonista de este desastre haya sido la primera mujer, que en la totalidad
de los partidos políticos estatales, se hubiera presentado como candidata a la
Presidencia del gobierno.
Pero Pedro Sánchez y en
su conjunto los socialistas, no lo tienen nada fácil.
Superar la profunda
brecha interna va a requerir caminar por el filo de la navaja, compatibilizando
una política de integración de los sectores derrotados, y a la vez reafirmar
sin titubeos la línea programática que ha salido mayoritariamente. No tolerar
que el viejo aparato vuelva a las andadas a la vuelta de la esquina, sin caer
en una actitud revanchista, moviéndole las sillas a todos los que han estado
enfrente. Repito, no es fácil, pero ahí está una de las garantías para la recuperación
electoral de los socialistas. El próximo Congreso del mes de junio nos dará las
claves de si Sánchez ha acertado en ese equilibrio entre la firmeza y la integración.
Si dentro del partido
el trabajo de Pedro Sánchez y su equipo es difícil, en el campo político tampoco
el camino va a ser de rosas. Pedro ha mantenido un discurso muy claro frente al
gobierno de Rajoy, pero tampoco se puede liar la manta a la cabeza de la noche
a la mañana. Tiene que trazar alianzas con PODEMOS, con los nacionalistas y a
ser posible neutralizar la oposición de Ciudadanos. Tiene que recuperar la
confianza de los sindicatos, de las ONGS y movimientos sociales. Tiene que dar la
seguridad a las clases medias de que tiene una alternativa sólida y coherente,
un partido pacificado, y un equipo capaz de asumir responsabilidades de
gobierno. Por ello sería muy arriesgado lanzar una moción de censura de manera
inmediata, sin tener urdidos los mimbres de una alternativa parlamentaria
viable. Como tampoco sería conveniente que sin haber consolidado mínimamente su
proyecto, bloqueara desde ya mismo la acción del gobierno, provocando como
respuesta unas elecciones anticipadas.
Así que en el campo político
Pedro Sánchez también va a tener que deslizarse por el filo de la navaja.
Demostrando de manera clara que los socialistas ya no son los de la abstención sin
contrapartidas o de los frecuentes guiños al gobierno en las Cortes y a la vez
convencer a la ciudadanía de que son capaces de hacerse cargo de un gobierno de
coalición progresista, que garantice estabilidad, con propuestas consensuadas
con sus alianzas políticas y sociales, incluyendo iniciativas para el
desbloqueo del conflicto catalán.
La rápida y sensata reacción
de la dirección de PODEMOS, da un respiro a Pedro Sánchez y facilita recuperar
la imprescindible interlocución entre ambos partidos.
Por ultimo no olvidemos que Pedro ha ganado con un compromiso de renovar la socialdemocracia desde la izquierda y no puede frustrar ese compromiso, por muchas dificultades que le pongan fuera y dentro del PSOE.
En definitiva, después
de muchos meses de disgustos, por fin la ciudadanía progresista de nuestro país
ha tenido una buena noticia. Los socialistas tienen una ocasión de oro para
iniciar su remontada y esperemos que los demás sectores de izquierda estén a la
altura de las circunstancias y superen estrechos intereses partidistas del
corto plazo, de esta manera entre todos colaboren en la consecución de la
alternativa al gobierno de Rajoy.
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