En la antigüedad clásica, cuando un ejército
derrotaba a otro y quería hacer desaparecer su rastro de la faz de la tierra,
sembraba de sal la ciudad de los vencidos. Lo hicieron los romanos con Cartago
tras la derrota de los cartagineses y también hay ejemplos similares en la
Biblia. Ahora la dirección federal de IU ha decidido sembrar de sal la
organización de Madrid para que no quede nada de ella.
Algunos teníamos malos presagios sobre
la convivencia en IU tras la derrota del 24-M; han tardado 21 días para que la
guerra haya estallado. La expulsión de la organización de Madrid ha venido
precedida por declaraciones y actitudes belicosas desde miembros de la dirección
federal y desde relevantes personas de la dirección de Madrid. Dirección, que
consciente de la inviabilidad de su situación, había presentado su dimisión en
bloque, designando un grupo gestor para preparar un Congreso extraordinario. No
ha sido suficiente y han decidido echar a todos, a todos los afiliados, pensáramos
lo que pensáramos y estuviéramos en la posición política que estuviéramos. Para
dejarlo claro, personalmente hacía tiempo que no compartía los criterios políticos
que la dirección de IU de Madrid, legitima y legal, mantenía en relación al
proceso de convergencia progresista; da lo mismo, también he sido expulsado.
Curiosamente uno de los inspiradores de
esta escabechina política, Alberto Garzón, es muy critico con Santiago
Carrillo, pero ni en el peor de nuestros momentos de sectarismo, los
carrillistas echamos a 5000 militantes a la calle ni nada parecido. No
aprendemos. Da la impresión de que la izquierda de raíces comunistas lleváramos
en la sangre el gen de la intolerancia y una y otra vez realizamos estas purgas
políticas, que tan nefastas consecuencias terminan teniendo. Tan solo Gaspar
Llamazares y su gente de Izquierda Abierta, que han sufrido sobre sus espaldas
una buena dosis de intransigencia, buscaron una solución no traumática al
enfrentamiento con la dirección de IU de Madrid.
Tras echarnos a todos, todos, proponen
otro modelo inspirado en la antigüedad clásica, las “horcas caudinas”: que
pidamos la entrada de uno en uno, no sé si con las manos en alto, el DNI en la
boca y una declaración jurada de condena a Ángel Pérez.
Y estas son las nuevas formas de hacer política
que propugnan los que quieren refundar la organización. Pues estamos apañados.
Por eso llama mucho la atención que en el mismo acto de la expulsión realicen
un llamamiento a la generosidad de PODEMOS para abrir un proceso de
convergencia electoral.
La irresponsabilidad de esta decisión y
el clima fomentado con anterioridad por dirigentes de ambos lados, es aun mayor
si tenemos en cuenta que se produce a pocos meses de las elecciones y cuando más
necesaria es una organización como IU, con experiencia política, de gobierno y
de movilización, con militantes y dirigentes curtidos durante muchos años en la
lucha por las ideas progresistas, con propuestas y alternativas serias y
trabajadas, con estrechos lazos con el movimiento sindical, con probada lealtad
en los pactos políticos realizados…¿Quién va votar en Madrid y en otros lugares
a esa cainita IU que no es capaz de convivir razonablemente?
Esta locura tiene que acabar. Hay otras
soluciones estatutarias para resolver un conflicto político y tampoco sirve la
amenaza de “nos veremos en los tribunales”. O buscamos una solución política
razonable para todos o desde luego seremos muchos los que no vamos a pasar por
esas vergonzosas “horcas caudinas”.
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