El meritorio y merecido triunfo de
Syriza en Grecia es un punto y aparte de la historia de la izquierda europea en
las últimas décadas. Alexis Tsipras y su equipo lo han peleado bien, pero ahora
empieza lo mas difícil: gobernar y cumplir lo prometido, al menos
razonablemente. Y no sería justo ni realista que esperásemos milagros a los
pocos días o incluso meses.
Ya han empezado los problemas. El
primero, responsabilidad del propio partido, que no ha sido sensible para incorporar mujeres al nuevo gobierno, aunque sí a la
presidencia del Parlamento. Es una muy mala señal, que debería corregir de
manera inmediata de la forma que fuera. El segundo obstáculo, ha sido el
fomento del miedo de los ahorradores, con la salida de capitales del país o la
retirada de dinero de los bancos; era inevitable. Estos movimientos
especulativos los han sufrido numerosos gobiernos de izquierda, desde Salvador
Allende a Francois Mitterrand pasando por Lula.
Y sobre todo están las críticas y las
maniobras de los mercados bursátiles, de las instituciones de la Unión Europea,
de algunos gobiernos de la derecha y de
poderosos medios de comunicación. Es obvio que ni la derecha ni los mercados le
van a facilitar las cosas a un gobierno que nace con la voluntad de hacer una política
económica alternativa a la predominante hasta el momento. Tsipras conoce bien
esa realidad y suponemos que jugara tirando de la cuerda hasta donde pueda, aprovechando
las propias diferencias que hay en la Unión Europea y buscando apoyos.
El gobierno de Syriza, aunque adopte
medidas de impacto y simbólicas en las primeras semanas, los cambios en
profundidad tendrá que hacerlos poco a poco y los resultados positivos tardaran
tiempo en notarse. La restitución de los derechos sociales y laborales, la inversión
publica, el rescate de algunos sectores privatizados, etc. sin disparar el déficit
publico, requieren una reforma fiscal, una lucha contra el fraude y una
imprescindible recuperación de la confianza de la inversión de capital,
nacional y extranjero y todo ello no va a ser posible a corto plazo. Y encima
deberá renegociar la astronómica deuda.
Tendrán que medir muy bien los pasos,
ser muy transparentes y ejemplarizantes, mantener el respaldo popular, aguantar las presiones y movilizaciones
sociales que las habrá, lo que no
siempre será fácil, dado el gran deterioro de las condiciones de vida y la urgencia
por frenarlo y reducir las situaciones de pobreza y enorme desempleo.
Grecia, aunque inserta en la Unión
Europea, tiene profundas carencias en su desarrollo económico, social y político-administrativo;
mucha economía sumergida y ámbitos de fraude
muy extensos, un sector público muy poco eficiente, una baja competitividad de
sus empresas, limitaciones en sus infraestructuras públicas….Tsipras tiene que
afrontar importantes cambios de modernización económica y a la vez avanzar en
medidas sociales, realizando lo que todos los anteriores gobiernos de la
derecha y del centro de izquierda no quisieron o pudieron hacer.
Tarea titánica la de Syriza, más aun
teniendo en cuenta que es un partido muy plural, que tiene solo el 36% de los
votos, que hay una extrema derecha feroz y otros sectores de la izquierda
comunista o de la socialdemocracia que veremos como se portan.
Por ello es fundamental que Tsipras
logre aliados en la Unión Europea. Por el momento solo tiene la
incondicionalidad de la Confederación Europea de Sindicatos y del Grupo
parlamentario de la Izquierda Unitaria. La socialdemocracia y buena parte de
los Verdes le pueden ayudar, pero tendrá que trabajárselo. Y tiene el
presumible apoyo de los gobiernos italiano y francés, pero forjar la alianza
con Renzi y Hollande y con Martín Schulz como cabeza de fila de la
socialdemocracia europea, tampoco le va a salir gratis.
He tenido la oportunidad de escuchar en
directo a Tsipras y de leer alguno de sus artículos. Creo que es un político sólido,
con experiencia, con temple y con buena formación, muy capaz, por tanto, de
sacar adelante sus objetivos. Pero, insisto, le va a costar mucho, de ahí la
importancia de una buena política de alianzas dentro de su país y en la Unión
Europea.
En definitiva, los progresistas europeos
nos jugamos mucho con el éxito del gobierno de Syriza y debemos apoyarles en la
medida de nuestras posibilidades.
Un ultimo apunte, aunque las realidades
de España y Grecia, no tienen nada pero nada que ver, la consistencia política
de Syriza y de Tsipras desgraciadamente esta muy muy por delante de nuestro
panorama propio. Así que no nos dejemos deslumbrar por su triunfo y trabajemos,
con responsabilidad, con rigor, con voluntad unitaria, como ellos lo han hecho,
para conseguir desplazar a los gobiernos de la derecha.
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