jueves, 6 de octubre de 2016

PASAR PAGINA, TRABAJAR YA EL FUTURO



La suerte, o la mala suerte, parece estar ya echada: tendremos un nuevo gobierno del PP. A estas alturas no merece la pena ahondar en los graves errores cometidos por los partidos progresistas en la anterior legislatura y en la actual. Es un ejercicio estéril, con tintes masoquistas.

Ahora hay que empezar una especie de larga marcha con un objetivo difícil pero no imposible: construir el entendimiento de la izquierda para que en un futuro se pueda presentar una propuesta de gobierno común, sustentada en un programa acordado.

No va a ser fácil porque tanto el PSOE como PODEMOS están sumidos en debates esencialistas, que aun no sabemos ni cómo ni cuando van a terminar. Todavía no están pensando en programas, en iniciativas a medio y largo plazo. Unos preguntándose qué es la socialdemocracia en el siglo XXI, los otros dando vueltas a una abstracción en torno al populismo o al transversalismo. Casi nada.

Y sin embargo deberíamos estar preparando ya algunas ideas centrales en torno a las primeras medidas que va a tomar el futuro gobierno del PP, es decir los presupuestos para el año 2017. Porque esa es la primera y fundamental batalla que se va a librar en el Congreso de los Diputados y que va a marcar el tono de la legislatura.

Habrá que confrontar las prioridades de la derecha y las de la izquierda.

¿Cómo se va responder a las exigencias de ajuste del déficit que nos van a llegar desde las instituciones de la Unión Europea? ¿Qué calendario de ajuste vamos a asumir en la presente legislatura? ¿Dónde se van a congelar o reducir los gastos? ¿Qué política de ingresos, es decir fiscal, va a acompañar la reducción del déficit?

 ¿Cómo vamos a responder a las evidentes carencias en la lucha contra la pobreza y la exclusión, incluyendo el reconocimiento de una prestación estatal de renta minima, en la política de salud, en la atención a la dependencia?

¿Qué medidas a medio y largo plazo se van adoptar para mejorar el sistema educativo?

¿Qué inversión pública y privada se va a realizar en I+D+I, para ir modificando paulatinamente el modelo de desarrollo productivo?
¿Cuál va a ser la inversión en infraestructuras?

¿Cómo vamos a corregir la insoportable política energética?

Todas esas preguntas y algunas otras, tienen su contestación en las partidas presupuestarias.

Si yo fuera el responsable de los grupos parlamentarios del PSOE y de PODEMOS pondría ya mismo a trabajar a l@s diputad@s en ir diseñando las enmiendas presupuestarias que con toda seguridad habrá que hacer, a partir de la revisión del presupuesto inicial del 2015 y su ejecución, así como de la ejecución de su prorroga en el año 2016.

El debate presupuestario debe ser un debate económico pero sobre todo político, el primer gran debate político de esta legislatura en el que queden claras las propuestas de los progresistas, en el que se puedan diseñar y exponer  unas primeras iniciativas comunes. Tiene que ser un debate político, riguroso, que evite el discurso tecnocrático pero también el mero panfleto, que contribuya a desmontar el espejismo de que la crisis es cosa del pasado y que en definitiva resulte comprensible para toda la  ciudadanía, 

Y tras los presupuestos hay que poner encima de la mesa las reformas pasadas y futuras.

La izquierda tiene que presentar una evaluación rigurosa de las consecuencias de las dos ultimas reformas laborales, especialmente en términos de la inestabilidad  del empleo que se ha ido sustituyendo o creando y del grave deterioro de las condiciones de trabajo, en especial los salarios y a partir de esa evaluación ofrecer propuestas de cambio legislativo, sobre todo en dos cuestiones fundamentales: tipología de contrato y modelo de negociación colectiva.

La consolidación del sistema público de pensiones, es otro objetivo fundamental, en el que la izquierda, primero deberá acercar posiciones en su propio ámbito y después elaborar propuestas solidarias y sostenibles.

Para esas dos tareas el PSOE y PODEMOS, tienen que contar con el mucho trabajo realizado por CCOO y UGT, que no lo olvidemos deben ser aliados estratégicos en esta larga marcha y que pueden ayudar a que se abran espacios de encuentro y acuerdo.

Y por supuesto la izquierda tiene que afrontar de manera urgente la crisis independentista. No va a ser nada fácil aproximarse en este tema, por la cerrazón a negociar de buena parte de los dirigentes socialistas y la confusa ambigüedad de PODEMOS. Pero negociar habrá que negociar y la izquierda tiene que impedir que el futuro gobierno del PP ahonde más la ruptura y para ello tiene que presentar propuestas, audaces, bien elaboradas y fundamentadas. En ese camino no estaría mal empezar a recuperar el dialogo con el PNV y con los sectores menos crispados del nacionalismo catalán, sin excluir a sectores de BILDU y de ERC.

En definitiva tenemos que “ponerle cara” a la propuesta de una España federal.

En ese arduo camino, en el que las animadversiones personales entre dirigentes socialistas y de PODEMOS, van a ser un obstáculo no menor, podrían jugar un papel muy positivo COMPROMIS, cuyos dos máximos dirigentes, Mónica Oltra y Joan Baldovi, han demostrado ser dos de los políticos mas serios, sensatos, con sentido común y templados que hay en España. 

Tenemos un panorama muy difícil, pero también lo tenían muy complicado los portugueses y han conseguido establecer un gobierno de coalición de izquierdas, impensable hace unos años (ya sé que no son lo mismo España y Portugal, pero algo podremos aprender de ellos).

Que la larga marcha dure una legislatura más o menos completa o que se prolongue más años, depende de nuestra capacidad para superar los errores y los enfrentamientos suicidas y por ir trazando una senda de colaboración paulatina, sobre propuestas e iniciativas concretas (en las Cortes, en los Parlamentos autonómicos, en los Ayuntamientos y en las calles y plazas). Y no olvidemos que 156 diputados en el Congreso dan para mucho.

Una ultima cuestión. Es de sentido común que lo peor que podría suceder ahora y en los próximos meses, es que se abrieran procesos desestabilizadores por unos y otros, debilitando o echando abajo gobiernos progresistas en Ayuntamientos o Comunidades Autónomas, incluso aunque hubiera motivos. Solo habría un ganador, el PP.  




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