En medio de la vorágine nacional e
internacional, no todo son malas noticias. Mi suegra ha cumplido 91 años.
Viuda, vive sola, con el apoyo del aparatito de la teleasistencia. Todas las
mañanas acude a Misa y después a lo que haga falta, hacer compra, con frecuencia
a visitar a su médico de cabecera o algún especialista. La verdad es que el
Sistema Nacional de Salud la mantiene en estupendas condiciones, tan solo se
ayuda de una muleta, mas que nada como seguridad adicional. Por la tarde sale
de paseo con una amiga, ven tiendas, meriendan en una cafetería y es raro
encontrarla en casa antes de las 8 de la tarde. Es usuaria del transporte público,
viste de colores muy claros y con ropa actual y suele ir a la peluquería cada dos semanas. Es verdad que el disfrutar de una situación económica acomodada ayuda mucho para afrontar la vejez en mejores condiciones-
Este verano pasado se bañaba en el mar y
en la piscina de la urbanización. Tiene una televisión más grande que la
nuestra y todos los canales habidos y por haber. Maneja razonablemente bien el
ordenador y el móvil, wasapea con sus hijos y nietos y skipea con un
hijo que tiene en Doha. Tiene un ebook en el que se descarga y lee novelas. Hasta hace pocos años utilizaba su coche y no
precisamente despacio. Come, no mucho, pero de casi todo. Esta dándole vueltas
a hacer un viaje a Centroeuropa o a Berlín, que no lo conoce. El único defecto,
por así decirlo, es a quien vota, pero
como le contestaron a Jack Lemmon al final de “Con faldas y a lo loco”, nadie
es perfecto.
Mi suegra no es una excepción, es una
muestra de las miles de personas, sobre todo mujeres, muy mayores,
lo que algunos llaman “cuarta edad” o “envejecimiento del envejecimiento”.
Nada que ver a como eran y vivían los
mayores de mi familia cuando yo era niño o adolescente, que desde luego ninguno
llegó a esa edad.
Cuando en el siglo XXII se escriba la
historia de España de las ultimas décadas del siglo XX y primeras del XXI, por
supuesto que nadie se fijara en el déficit público, el derecho a decidir o los
tira y aflojas para formar un gobierno
en un Congreso fragmentado. Hablaran del profundísimo cambio social, económico
y cultural que ha supuesto la aparición del “envejecimiento activo y
saludable”. Por primera vez en la historia de la humanidad en los países democráticos,
socialmente avanzados, ser viejo o vieja no es equivalente a ser pobre,
enfermo, marginado, solitario, recluido en casa.
Es una transformación a la que nos hemos
ido acostumbrando y que ya damos por
supuesta, pero que tiene una trascendencia enorme.
Es verdad que el disfrutar de una situación económica acomodada, como es el caso de mi suegra, ayuda mucho para afrontar la vejez en mejores condiciones y es evidente que no todas las personas
mayores de nuestro país están en esa situación, ni mucho menos. Todavía hay muchas pensiones
bajas o muy bajas, sobre toda de las mujeres, de mayores que han trabajado en
el campo o de empleadas de hogar, de habitantes de Extremadura, Andalucía o
Canarias. Las listas de espera para acceder a los Servicios Sociales y en
especial para los programas de atención a la dependencia, son excesivas, lo que
obliga a un esfuerzo tremendo de cuidados a sus familiares, la inmensa mayoría
mujeres. Hay cientos de miles de personas mayores, también en especial mujeres,
que se sienten muy solas, con cuadros de fuerte depresión o con lo que se llama
“una mala salud de hierro”. Hay incontables abuelas y abuelos que en medio de
la crisis y de la precariedad laboral, de nuevo tienen que ayudar a sus hijos a
subsistir o vuelven a ejercer de padres-abuelos con sus nietos y nietas….
Efectivamente el panorama no es de color
de rosa, pero lleva años cambiando y ese cambio es irreversible y cada vez será
mas generalizado, salvo que se impongan y amplíen las políticas de recortes.
Porque ese cambio histórico no ha venido
volando ni por arte de magia. Lo han traído luchas sociales, acción sindical,
gobiernos de progreso y desde luego el meritorio trabajo de profesionales de la
salud, de la intervención social, de la aplicación de las nuevas tecnologías
con “diseño para todos”….
Y ahora que esta tan de moda criticar a
los sindicatos, es bueno subrayar que ya desde 1977, CCOO y UGT situaron como
un eje central de su actividad la mejora de las condiciones de vida de las
personas mayores de nuestro país. El actual sistema de pensiones, contributivo
y no contributivo, la implantación de un Sistema Nacional de Salud, universal y
de extraordinaria eficiencia y calidad, el desarrollo (todavía muy limitado) de
los Servicios Sociales y del Sistema de atención a la dependencia, los
programas de Turismo y Termalismo Social del IMSERSO y de otras
Administraciones, etc. etc. recibieron un gran impulso desde la sindicatos de
clase, que lucharon muchos años por su reconocimiento y desarrollo.
Hoy mi suegra puede considerarse una
ciudadana de primera fila, no sentirse discriminada en relación a sus nietos o bisnietos
y encima no ser una carga para el resto de su familia. Es un buen motivo para
celebrar con satisfacción esos 91 años.
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