jueves, 31 de marzo de 2016

MI SUEGRA CUMPLE 91 AÑOS



En medio de la vorágine nacional e internacional, no todo son malas noticias. Mi suegra ha cumplido 91 años. Viuda, vive sola, con el apoyo del aparatito de la teleasistencia. Todas las mañanas acude a Misa y después a lo que haga falta, hacer compra, con frecuencia a visitar a su médico de cabecera o algún especialista. La verdad es que el Sistema Nacional de Salud la mantiene en estupendas condiciones, tan solo se ayuda de una muleta, mas que nada como seguridad adicional. Por la tarde sale de paseo con una amiga, ven tiendas, meriendan en una cafetería y es raro encontrarla en casa antes de las 8 de la tarde. Es usuaria del transporte público, viste de colores muy claros y con ropa actual y suele ir a la peluquería cada dos semanas. Es verdad que el disfrutar de una situación económica acomodada ayuda mucho para afrontar la vejez en mejores condiciones-

Este verano pasado se bañaba en el mar y en la piscina de la urbanización. Tiene una televisión más grande que la nuestra y todos los canales habidos y por haber. Maneja razonablemente bien el ordenador y el móvil, wasapea con sus hijos y  nietos y skipea con un hijo que tiene en Doha. Tiene un ebook en el que se descarga y lee novelas.  Hasta hace pocos años utilizaba su coche y no precisamente despacio. Come, no mucho, pero de casi todo. Esta dándole vueltas a hacer un viaje a Centroeuropa o a Berlín, que no lo conoce. El único defecto, por así decirlo,  es a quien vota, pero como le contestaron a Jack Lemmon al final de “Con faldas y a lo loco”, nadie es perfecto. 

Mi suegra no es una excepción, es una muestra de las miles de personas, sobre todo mujeres, muy mayores, lo que algunos llaman “cuarta edad” o “envejecimiento del envejecimiento”.

Nada que ver a como eran y vivían los mayores de mi familia cuando yo era niño o adolescente, que desde luego ninguno llegó a esa edad.

Cuando en el siglo XXII se escriba la historia de España de las ultimas décadas del siglo XX y primeras del XXI, por supuesto que nadie se fijara en el déficit público, el derecho a decidir o los tira y aflojas  para formar un gobierno en un Congreso fragmentado. Hablaran del profundísimo cambio social, económico y cultural que ha supuesto la aparición del “envejecimiento activo y saludable”. Por primera vez en la historia de la humanidad en los países democráticos, socialmente avanzados, ser viejo o vieja no es equivalente a ser pobre, enfermo, marginado, solitario, recluido en casa.

Es una transformación a la que nos hemos ido acostumbrando y  que ya damos por supuesta, pero que tiene una trascendencia enorme. 

Es verdad que el disfrutar de una situación económica acomodada, como es el caso de mi suegra, ayuda mucho para afrontar la vejez en mejores condiciones y es evidente que no todas las personas mayores de nuestro país están en esa situación, ni mucho menos. Todavía hay muchas pensiones bajas o muy bajas, sobre toda de las mujeres, de mayores que han trabajado en el campo o de empleadas de hogar, de habitantes de Extremadura, Andalucía o Canarias. Las listas de espera para acceder a los Servicios Sociales y en especial para los programas de atención a la dependencia, son excesivas, lo que obliga a un esfuerzo tremendo de cuidados a sus familiares, la inmensa mayoría mujeres. Hay cientos de miles de personas mayores, también en especial mujeres, que se sienten muy solas, con cuadros de fuerte depresión o con lo que se llama “una mala salud de hierro”. Hay incontables abuelas y abuelos que en medio de la crisis y de la precariedad laboral,  de nuevo tienen que ayudar a sus hijos a subsistir o vuelven a ejercer de padres-abuelos con sus nietos y nietas….

Efectivamente el panorama no es de color de rosa, pero lleva años cambiando y ese cambio es irreversible y cada vez será mas generalizado, salvo que se impongan y amplíen las políticas de recortes.

Porque ese cambio histórico no ha venido volando ni por arte de magia. Lo han traído luchas sociales, acción sindical, gobiernos de progreso y desde luego el meritorio trabajo de profesionales de la salud, de la intervención social, de la aplicación de las nuevas tecnologías con “diseño para todos”….

Y ahora que esta tan de moda criticar a los sindicatos, es bueno subrayar que ya desde 1977, CCOO y UGT situaron como un eje central de su actividad la mejora de las condiciones de vida de las personas mayores de nuestro país. El actual sistema de pensiones, contributivo y no contributivo, la implantación de un Sistema Nacional de Salud, universal y de extraordinaria eficiencia y calidad, el desarrollo (todavía muy limitado) de los Servicios Sociales y del Sistema de atención a la dependencia, los programas de Turismo y Termalismo Social del IMSERSO y de otras Administraciones, etc. etc. recibieron un gran impulso desde la sindicatos de clase, que lucharon muchos años por su reconocimiento y desarrollo.

Hoy mi suegra puede considerarse una ciudadana de primera fila, no sentirse discriminada en relación a sus nietos o bisnietos y encima no ser una carga para el resto de su familia. Es un buen motivo para celebrar con satisfacción esos 91 años.



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