Cándido Méndez deja la Secretaria
General de UGT con un amplio consenso de sus afiliados por el buen y difícil
trabajo realizado. No es fácil desempeñar un puesto de tanta responsabilidad
durante tantos años, nada menos que 22 y no dejar detrás conflictos y críticas.
Tres datos a tener muy en cuenta.
Cándido asumió la Secretaria General siendo joven, 42 años, sucediendo a un
dirigente tan carismático para la UGT (y con un carácter tan difícil) como fue Nicolás
Redondo y en un momento tan delicado como fue la crisis de la cooperativa de
viviendas de PSV, que creó tremendas dificultades económicas al sindicato, además
de un severo desgaste en la opinión pública.
Me interesa subrayar lo de la edad,
porque el posible sustituto con al parecer más posibilidades tiene ya 60 años y
lleva en la Secretaria General de UGT de Cataluña la friolera de 26 años. Y
tampoco es un chaval el otro candidato mejor situado, Cilleros, (53 años). No
se trata de penalizar a los mayores de 50 años, pero difícilmente se puede asociar
renovación con dirigentes, muy
respetables y experimentados, pero que llevan muchísimos años en funciones de dirección.
Cándido tuvo que afrontar retos
trascendentales, tanto hacia dentro de la organización como en la actuación de
la UGT en las relaciones laborales, la negociación colectiva y la concertación
social.
Quizás el aspecto mas positivo de su
largo mandato haya sido el impulso y fortalecimiento de la unidad de acción
sindical con CCOO, tarea nada fácil, después de frecuentes tensiones durante
los mandatos de Nicolás Redondo y Marcelino Camacho. Es muy posible que en esa construcción
de la unidad de acción haya influido mucho el talante abierto, afable, dialogante
de Cándido, que facilitó el entendimiento con los dirigentes de CCOO, Antonio Gutiérrez,
José María Fidalgo y sobre todo Ignacio Fernández-Toxo. Pero por encima de todo
ha sido una decisión de política sindical de largo alcance, en la que estoy
convencido debió superar importantes resistencias en sectores tradicionales de
UGT (y también de CCOO).
La unidad de acción sindical permitió
afrontar juntos la llegada de la derecha neoliberal del PP al gobierno de
España y la presencia en la cumbre patronal de personajes que después han
terminado en la cárcel o inmersos en tramas de corrupción o de negocios
oscuros. La unidad de acción ayudó a solventar diferencias de criterios entre
ambos sindicatos a la hora de afrontar la concertación social en la segunda
legislatura de Aznar, como fue el Acuerdo de las Pensiones del año 2001. Y
sobre todo la unidad de acción contribuyó a hacer frente a los efectos de la
crisis económica y a las políticas de recortes, primero de Rodríguez Zapatero y
después de Rajoy.
Sin esa unidad de acción hoy la situación
de l@s trabjador@s, parad@s y pensionistas de nuestro país, sería muchisimo
peor.
Cándido Méndez, al igual que Fernández-Toxo,
han tenido que afrontar una sostenida y poderosa campaña contra los sindicatos,
magnificando y manipulando errores que sin duda ambos sindicatos hemos cometido
en estos años. El que a pesar de los ataques, la unidad de acción no se haya
resentido, también es un elemento muy positivo a resaltar.
Una unidad de acción que no ha sido
formal, sino resultado de un proceso de acercamiento, de encuentro entre
culturas y prácticas sindicales diferentes. CCOO se acercó a UGT y UGT se
acercó a CCOO, todo ello sin dejar de lado su pasado, sus señas de identidad,
sus afinidades ideológicas…etc. Esta aproximación ha permitido afrontar juntos
complicados procesos de concertación con la patronal, con los gobiernos y con
ambos, así como hacer llamamientos conjuntos a la movilización social,
incluyendo varias huelgas generales, nada fáciles de hacer en el marco de una
profunda crisis económica y un contexto político
claramente hostil.
Ambos sindicatos, a partir del positivo
revulsivo que supuso el 15-M, diseñaron un camino de acercamiento a los nuevos ámbitos
de organización y movilización, las mareas;
impulsando las Cumbres Sociales, novedoso instrumento de encuentro y
trabajo en común del sindicalismo de clase tradicional y los nuevos movimientos
sociales.
Por tanto, Cándido Méndez deja un amplio
bagaje de logros, de buenas practicas, por lo que merece el reconocimiento y el
agradecimiento de las clases trabajadoras de nuestro país. Desde luego quienes
pertenecemos a CCOO, así se lo debemos expresar y sin duda le echaremos mucho
de menos.
El último esfuerzo de Cándido podría ser
facilitar una profunda renovación en UGT, preparar al sindicato ante los
difíciles retos que tiene y va a tener en los próximos años. En mi modesta
opinión no sería bueno plantearse este Congreso como un Congreso de trámite y
una dirección transitoria. Hay que agarrar el toro por los cuernos y apostar
decididamente por savia nueva, aunque no tenga tanta experiencia, ni tanto
respaldo orgánico. Al igual que ha sucedido en las principales fuerzas políticas,
es el tiempo de los que andan entre los 30 y los 40 años. Los sindicatos
debemos dar claras muestras de fomento de la renovación. UGT ahora y en el próximo
año CCOO; nadie entendería las resistencias a la renovación, aunque conlleve
riesgos y eventuales errores.
En todo caso, además de ese
agradecimiento a Cándido, como afiliado a CCOO espero y deseo que la prioridad
de la nueva dirección ugetista siga siendo el mantenimiento de la unidad de acción
sindical, porque lo vamos a necesitar y mucho.
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