El pasado 5 de marzo ha fallecido, Nikolaus
Harnoncourt, uno de los más grandes directores de orquesta y de los músicos más
innovadores de los últimos cien años.
La primera referencia que tuve de
Harnoncourt fue muy tardía, en el año
1988, gracias a la revista, lamentablemente ya desaparecida, CD Compact, entusiasta
divulgadora de la obra de este músico. Y hubo de pasar algún año más hasta que a
principios de los 90 empecé a comprar varias de sus grabaciones fundamentales.
Harnoncourt era entonces un músico muy
poco conocido en España, aunque ya tenía una larga trayectoria artística. Había
nacido en Berlín en 1929, si bien su familia, por cierto de abolengo
nobiliario, se trasladó pronto a vivir a Austria y de hecho Nikolaus estaba
considerado prácticamente como un artista austriaco.
En 1952 entró nada menos que en la
Orquesta Filarmónica de Viena, una de las primeras de todo el mundo, como
violonchelo. Y ya en 1953, con su mujer y algunos otros músicos de la propia
O.F. de Viena, crea el grupo “Concentus
Musicus Wien”, con el que pretendían buscar nuevas formas de abordar la música
barroca, que consideraban, con mucha razón, estaba adulterada por una visión “romántica”
que se había ido imponiendo a lo largo de los siglos XIX y XX, tanto en la
utilización del instrumental como en la interpretación de la misma.
Cualquiera que hoy escuche las
grabaciones de las Sinfonías de Haydn y Mozart, los conciertos o pasiones de
Bach, las operas de Monteverdi, que se hacían en aquellos tiempos, no notara
grandes diferencias con la música del clasicismo de Beethoven, Schubert o
Schumann. Sin restarle una pizca de grandiosidad a esas interpretaciones románticas
y las compare con las que después fue haciendo Harnoncourt (y todos los demás músicos
que han seguido sus pasos), es evidente el distinto sonido entre unas y otras
versiones.
La revolución musical de Harnoncourt
caminaba, como he apuntado, sobre una doble vía: interpretar la música con el
mismo tipo de instrumentos de los siglos XVII y XVIII, descartando los cambios
en la modernización de los mismos que se habían producido desde principios del
siglo XIX; y en segundo lugar realizar la interpretación con fidelidad absoluta
a los tiempos y ritmos, criterios, número y características de los músicos, perfil
de los coros y de los cantantes masculinos y femeninos, etc. En resumen, que la
música de Bach o de Mozart sonará igual a como ellos la crearon, la escucharon
y la interpretaron en vida, en lugar de cómo la habían ido reinterpretando los
directores y las orquestas de los siglos XIX y XX. Esa revolución metodológica
se ha conocido como interpretación “historicista”.
Harnoncourt se mantuvo hasta 1969 en la O.F. de Viena, abandonándola para
dedicarse a la dirección orquestal y en especial al impulso del Concentus que
empezaba a tener ya prestigio y reconocimiento. En 1971 se une con la otra gran
referencia de la renovación de la interpretación del barroco, el director de
orquesta y clavecinista holandés Gustav
Leonhardt, con el que afronta una de las tareas mas titánicas en la historia de
la discografía: la grabación de la integral de las Cantatas de Bach,
inicialmente 120 lps, posteriormente 60 cds. Terminaron esa colosal iniciativa
en el año 1990 y abrieron el camino para que otros muchos directores y grupos
iniciaran grabaciones parciales y hasta alguna integral de las Cantatas con
criterios “historicistas”.
Simultáneamente Harnoncourt inicia una
impresionante tarea de dirección en las Orquestas mas importantes del mundo,
empezando por las mas innovadoras, como la holandesa Royal Concertgebouw
Orchestra y terminando en las Filarmónicas de Berlín o la de Viena. A partir de
la década de los 80 desarrolla una frenética labor de grabación de discos. Centrándose
inicialmente en Mozart, Monteverdi, Bach, Telemann, Haydn, Handel, sus conciertos,
sinfonías, operas, misas, pasiones…
En 1991, Harnoncourt da un salto
espectacular, con la grabación de las nueve Sinfonías de Beethoven, con la
Chamber Orchestra of Europe. Un desafío que levantó una gran polémica, al
adentrarse en un terreno “sagrado” y del que parecían tener la referencia
imbatible la Orquesta Filarmónica de Berlín y sus sucesivos directores, en
aquel momento Herbert Von Karajan. No seré yo quien se atreva a decir cual de
las versiones es la mejor, pero desde luego la de Harnoncourt es seductora
desde el primer momento.
Tras esa experiencia y para sorpresa
general, Harnoncourt siguió avanzando
por el siglo XIX, con Schubert, Schumann, Verdi, Bruckner, Strauss, operetas
vienesas y hasta se asomó al siglo XX, nada menos que con Bela Bartok y
Gershwin y siempre causando sensación. Pero no descuidó sus barrocos favoritos
y volvió a grabar una y otra vez Cantatas de Bach, Operas de Mozart, Sinfonías de Haydn….
Estuvo en activo, grabando discos y
dirigiendo hasta fechas muy recientes. Esta prevista la inminente publicación
de las Sinfonías 38 a 41 de Mozart con su
querida Royal Concertgebouw Orchestra.
No he tenido la suerte de verle
dirigiendo en directo, algo que al parecer resultaba fascinante, como se refleja
en el Concierto de Año Nuevo que dirigió en el año 2001 y 2003.
El camino de Harnoncourt ha ejercido una
influencia fundamental y hoy la interpretación historicista se ha impuesto a la
hora de abordar la música barroca, y aunque la utilización de instrumentos de formato
antiguo no haya tenido tanta
generalización en las grandes orquestas del mundo, sí en cambio se ha impuesto
la visión historicista en la interpretación de la música. Además, la revolución
de Harnoncourt y también la de Gustav Leonhardt, propició una impresionante eclosión
de músicos, conjuntos y orquestas en la onda historicista, del que España es un
buen y prestigioso ejemplo. Se despertó un enorme interés por la música barroca
y del renacimiento, se rescataron compositores olvidados o desconocidos, se
desempolvaron partituras abandonadas y podemos decir que hoy la música barroca
y del renacimiento viven una nueva edad de oro, tras haber sido arrolladas
durante muchos años por la grandiosidad de Beethoven, Schubert, Schumann,
Bruckner, Tchaikovsky o Mahler.
En todo caso Harnoncourt en la
actualidad ya no era un músico rebelde, sino un gran clásico.
Hoy Mozart, Bach, Haydn, Monteverdi,
Handel, suenan mas ligeros, mas luminosos, mas brillantes y hasta mas alegres,
gracias a Harnoncourt y a sus múltiples seguidores. ¡Cuánto les hubiera gustado
a esos grandes compositores escuchar su obra interpretada por Harnoncourt!
Afortunadamente nosotros podemos hacerlo, aprovechando ese inmenso legado discográfico
que nos ha dejado.
Excelente articulo, amigo Hector. Enhorabuena, por este y otros muchos de igual nivel.
ResponderEliminarExcelente articulo, amigo Hector. Enhorabuena, por este y otros muchos de igual nivel.
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