Lo primero que hay que hacer con el
Acuerdo suscrito entre el PSOE y Ciudadanos es leerlo y hacerlo detenidamente.
Tengo la impresión de que hay mucha gente opinando al respecto de oídas o con
haber echado un vistazo por encima. Merece la pena tomárselo en serio. Por ello
estoy muy satisfecho de que la dirección
confederal de CCOO, mi sindicato, haya hecho una valoración bastante matizada,
mas allá de que haya aspectos que personalmente no comparta.
En segundo lugar es conveniente
contextualizar el pacto, quienes lo han suscrito, para qué y en qué momento va
a ser aplicado.
A partir de ello, tengo varias
preguntas, respuestas y comentarios. ¿Estamos antes un Pacto para una política
de derechas? Rotundamente no; las propias reacciones del PP, de medios de comunicación
afines a la derecha, expertos y analistas de índole conservador o neoliberal,
han dejado muy claro su rechazo. Pero más allá de esas reacciones, el Acuerdo supone
enmendar la plana en numerosas cuestiones sustanciales a lo hecho por el
gobierno de Rajoy en la anterior legislatura, aunque en algunos aspectos
debería ser mas explicito.
¿Estamos ante un Pacto para realizar una
política de izquierdas? Pues tampoco. No lo hubiera suscrito Ciudadanos.
En resumen estamos ante un acuerdo para
realizar una política moderada, con
muchos aspectos progresistas e incluso de izquierdas y otros muchos meramente
centristas e incluso muy asumibles por la derecha y desde luego por fuerzas
como el PNV o los nacionalistas canarios y hasta los nacionalistas catalanes,
sino estuvieran tan radicalmente obcecados.
Creo que el pacto tiene elementos
descompensados. P.e. esta muy pormenorizado todo lo que se refiere a las
reformas del funcionamiento del Congreso de los Diputados y el Senado y en
cambio pasa demasiado rápidamente sobre aspectos sustanciales de la política
social, en especial la atención a la dependencia o la renta minima de
inserción.
También llama la atención los plazos que
se barajan, en unos casos muy concretos y cercanos y en otros temas importantes
no se mencionan o quedan muy en el aire.
En tercer lugar hay medidas que vienen
claramente cuantificadas, en relación a su coste o a la obtención de fuentes
para su financiación y otras en las que no hay referencia al coste y a la financiación
y debería haberlas.
Estos tres desequilibrios metodológicos,
son importantes y tendrían corregirse. En mi opinión son fruto de dos
cuestiones: las diferencias políticas entre los dos partidos y la dificultad
para en tan poco tiempo, algo más de dos semanas, ponerse de acuerdo. No quiero
ser pesado refiriéndome a los acuerdos de la Concertación Social con los
diversos gobiernos que ha habido en España desde 1978 hasta hoy, en muchos de
los cuales he tenido el privilegio de participar como miembro asesor de las
delegaciones de CCOO, pero muchas de esas negociaciones duraron meses y meses y
cuando se llegaron a Acuerdos, que no siempre fue así ni mucho menos, con
frecuencia hubo que recurrir a esos equilibrios metodológicos que antes
señalaba de plazos imprecisos, inconcreciones, o falta de memoria económica,
etc. Si lo que se quería era salvar las divergencias y conseguir el acuerdo, no
había otra vía.
Yendo por partes, el capítulo 1,
“Impulsar un nuevo modelo de crecimiento”, en general esta bastante
desarrollado, es una propuesta reformista, moderada, innovadora, respetuosa con
las coordenadas en las que se mueve la Unión Europea. No es una propuesta
rupturista o anticapitalista. Pero desde luego tiene muy poco que ver con el
modelo de crecimiento que hemos tenido en nuestro país, al menos desde 1996.
El capítulo 2, “Empleo estable y de
calidad” tiene aspectos positivos y otros que no lo son, como es la imprecisión
de lo que se quiere hacer con las reformas laborales de los últimos años.
Especialmente criticable es la propuesta de reforma del despido, la irrisoria
subida del Salario Mínimo y el silencio sobre la necesidad de mejorar los
salarios, como instrumento para
recuperar el consumo interno. Es sin duda el apartado menos asumible del Pacto.
El capítulo 3, “Pacto por la educación,
la ciencia y la cultura”, en general es aceptable desde una óptica progresista,
aunque habrá que ver la financiación del mismo y concretar más que va a suceder
con la LOMCE.
El capítulo 4, sobre las “políticas de
bienestar Social”, ya he indicado que podían haber concretado mucho más en
materia de dependencia o rentas mínimas, incluso en lo que se refiere a la
mejora del Sistema Nacional de Salud. No esta mal, pero es demasiado cauto y
hubieran sido necesarios compromisos más claros en lo que se refiere al gasto
social y su financiación.
El capítulo 5, “reformas del sistema democrático”,
es el más pormenorizado y en el que hay menos elementos criticables y conlleva
medidas de gran importancia para sanear la política en España.
El capítulo 6, “política internacional”,
es genérico, sin muchas aristas.
El capítulo 7, “Reforma constitucional”,
tiene dos partes diferenciadas. Una positiva de constitucionalización de
derechos y otro absolutamente imprecisa sobre la reforma del Estado autonómico
hacia un Estado federal, a lo que se añade una salida por la tangente en relación
al conflicto independentista en Cataluña y en el País Vasco (afortunadamente
con otras características). Es evidente que viniendo Ciudadanos de donde viene,
no era presumible que avanzaran mucho mas en esta materia, pero en cualquier
caso es dejar el problema sin afrontar.
En mi modesta opinión el Acuerdo adolece
de excesivas medidas y propuestas. Es un programa de gobierno muy amplio, quizás
hubiera sido mejor no ser tan ambiciosos y no entrar en tantos temas. Y dicho
esto mi opinión se resume en cinco palabras:
¡ojala lo firmado se cumpliera!
Comprendo que desde los deseos y las
propuestas de la izquierda alternativa este Pacto no sea satisfactorio y no
pueda ser asumido, al menos en su totalidad, pero de ahí a su descalificación
como un pacto poco menos que de derechas hay un trecho muy muy largo. Nadie
puede olvidar que sería un funesto espejismo diseñar un pacto nítidamente de izquierdas que a la vuelta de unas semanas
hubiera que archivar por razones de imposible aplicación. Ya hemos tenido
bastante con la frustración de Syriza y Tsipras en Grecia, no merece la pena
volver a repetir el fiasco.
Podemos, Compromis e IU, tienen dos
opciones. La primera el rechazo y la descalificación global, con el
consiguiente voto en contra. O apoyándose en los numerosos aspectos positivos
que tiene, limitarse a la abstención, tras conseguir el compromiso público de
Pedro Sánchez de que en su programa de gobierno, replanteará los aspectos más
negativos, concretará otros demasiado imprecisos y por ultimo incluirá algunas
propuestas de la izquierda, sin que todo ello conlleve deformar el Acuerdo
suscrito con Ciudadanos. Sería una salida digna y razonable para todos.
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