Estamos aún en los primeros tanteos para
trazar pactos políticos y es normal que el proceso parezca difícil e incluso
inviable. Se nota que en el ámbito político se ha perdido la costumbre de
negociar, algo de lo que saben mucho los sindicalistas, como decía en el
anterior post.
Quizás la primera cuestión a dilucidar es
si se quiere o no descartar la repetición de las elecciones. Una repetición de
las elecciones, salvo que Rajoy lo hiciera rematadamente mal en las próximas
semanas y no hay por que contar con ello, a los únicos que beneficiaría seria
al PP, que sumaría votos de Ciudadanos y mantendría y recuperaría los suyos.
Todos los demás, incluso PODEMOS, seguramente perderían posiciones, ya que
aparecerían como los responsables del fracaso negociador.
Que quede claro pues: con nuevas
elecciones la ciudadanía giraría a la derecha y sería mucho mas factible un
gobierno del PP. ¿Quién quiere este escenario, aparte lógicamente del PP? Tendrán
que responder a esta pregunta aquellos barones y dirigentes socialistas que da
la impresión que con tal de hundir a Pedro Sánchez, no les importa que vuelva a
gobernar el PP, aunque fuera con la ayuda explicita o implícita del PSOE.
La segunda cuestión a tener muy presente
es que las últimas elecciones, una vez más, han puesto de relieve que España
mayoritariamente no es de izquierdas o al menos la izquierda no consigue
convencer a mucha más gente para que les vote o para que no permanezcan en la abstención.
La mejor radiografía posible nos sitúa en el centro izquierda. En otras
palabras, hay que contar con el centro. La anticuada y acartonada campaña
electoral de Pedro Sánchez y su obsesión con el “y tu más”, le ha alejado de
las clases medias moderadas y tampoco ha convencido a las clases trabajadoras.
Mientras el PSOE fue capaz de atraer a
las clases medias moderadas, logró mayorías, más o menos amplias. Esto no
quiere decir que los socialistas tengan que girar a la derecha, ni mucho menos.
Se trata de convencer a amplios sectores centristas que una política progresista,
seria, bien construida y con garantías de ser cumplida, puede ser positiva para
el progreso del conjunto de la sociedad española. Eso se llama lograr hegemonía
política y dar seguridad y confianza al electorado, incluido el que no comparte
lo sustancial de tu ideología.
En esa búsqueda de una nueva mayoría
estable, la izquierda (PSOE, PODEMOS e IU), no deberíamos hacer ningún asco a
un pacto con Ciudadadanos. No comparto y lo he escrito muchas veces, que
Ciudadanos sea la “marca amable o blanca” del PP. Ciudadanos es un Partido en
pleno proceso de construcción, situado en el puro centro, con rasgos mas de
derechas en política económica y mas de izquierdas en política social o de
derechos civiles y eso sí con rasgos todavía poco pulidos en materia de modelo
de Estado. ¿Pero es que alguien piensa que un Ministro de Economía o Hacienda
de Ciudadanos iba a ser más liberal que los socialistas Boyer, Solchaga o
Solbes?
En mi opinión hay margen para que la
izquierda pueda llegar a un acuerdo, de investidura o de legislatura, con
Ciudadanos, máxime teniendo en cuenta que sus resultados se han quedado lejos
de sus expectativas y que una repetición de elecciones pudiera ser letal también
para ellos.
Y nos queda la trifulca entre el PSOE y
PODEMOS. ¿Quién hubiera pensado hace un año y medio en la posibilidad de una
negociación entre ambos? Nadie, porque las cosas que se decían unos a otros
eran propias de profunda enemistad política. Es verdad que hay sectores de
PODEMOS todavía ferozmente antiPSOE, como también es cierto que a numerosos
barones y antiguos dirigentes socialistas se les abren las carnes ante la
perspectiva de negociar con PODEMOS y están poniendo todas las dificultades
posibles (aunque dicho sea de paso esos que tanto critican no le hacen ningún asco
a los apoyos recibidos para gobernar en Asturias, Castilla La Mancha,
Extremadura y Aragón).
Es evidente que hay diferencias políticas
de envergadura entre estos dos partidos y que gobernar con el apoyo externo o
en coalición de PODEMOS no va a ser nada fácil para el PSOE. Pero los
socialistas deben asumir, cuanto antes mejor, que los tiempos de las mayorías
de Felipe González se han ido para no volver. Así que tendrán que cambiar el
chip y por supuesto esos barones y antiguos dirigentes deberán cesar en su
impresentable actitud de moverle la silla a Pedro Sánchez.
A su vez Pablo Iglesias e Iñigo Errejon deberán
avanzar en ese difícil camino que están haciendo de “politizar” a su
organización y tener muy presente lo que pudiera pasar de repetirse las
elecciones con el reforzamiento de la derecha.
En ese contexto no creo que el tema del referéndum
en Cataluña sea un obstáculo insalvable. En mi opinión resolver el conflicto catalán
pasa, antes o después, por un referéndum, lo demás no es realista, a pesar del
desastre en el que actualmente están sumidas las fuerzas independentistas y el
bochornoso espectáculo de su pretendido Moisés dirigiendo al pueblo a la tierra
prometida de la independencia.
Hay muchas formas y plazos para abordar
la cuestión del referéndum, siendo quizás la más eficaz vincularlo a una
reforma parcial de la Constitución. Nadie puede decir que una sociedad que fue
capaz de transitar de una dictadura a una democracia en plena crisis económica
y con el recuerdo de una guerra civil y medio millón de muertos, ahora no
consiga encontrar una vía para superar el conflicto catalán. Si Pedro Sánchez y
Pablo Iglesias no son capaces de lograr una formula satisfactoria que encauce a
medio plazo la división en Cataluña y que pueda ser negociada con el PP,
Ciudadanos, el PNV y una parte de los nacionalistas catalanes, es que no
merecen asumir responsabilidades de gobierno en nuestro país y se deben retirar
de la política.
La autentica línea roja del PSOE y de
PODEMOS debería ser afrontar en serio y buscar vías de superación al conflicto
social en Cataluña, y en ese marco de soluciones, el referéndum, en la forma y
plazo que se vea oportuno, puede ser un instrumento, pero nunca un fin. Dar una
salida, aunque sea a medio plazo a la situación en Cataluña podría favorecer, además,
el apoyo del PNV a la investidura de un gobierno progresista.
En definitiva, la izquierda debería
esforzarse en un acuerdo de investidura y gobierno básico a tres bandas
(PSOE-PODEMOS-IU), con el apoyo externo de Ciudadanos y PNV para la
investidura. Cualquier cosa menos repetir elecciones. No es nada fácil, pero no
imposible.
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