jueves, 7 de enero de 2016

UN GOBIERNO PROGRESISTA CON EL APOYO DE CIUDADANOS Y EL PNV




Estamos aún en los primeros tanteos para trazar pactos políticos y es normal que el proceso parezca difícil e incluso inviable. Se nota que en el ámbito político se ha perdido la costumbre de negociar, algo de lo que saben mucho los sindicalistas, como decía en el anterior post.

Quizás la primera cuestión a dilucidar es si se quiere o no descartar la repetición de las elecciones. Una repetición de las elecciones, salvo que Rajoy lo hiciera rematadamente mal en las próximas semanas y no hay por que contar con ello, a los únicos que beneficiaría seria al PP, que sumaría votos de Ciudadanos y mantendría y recuperaría los suyos. Todos los demás, incluso PODEMOS, seguramente perderían posiciones, ya que aparecerían como los responsables del fracaso negociador.

Que quede claro pues: con nuevas elecciones la ciudadanía giraría a la derecha y sería mucho mas factible un gobierno del PP. ¿Quién quiere este escenario, aparte lógicamente del PP? Tendrán que responder a esta pregunta aquellos barones y dirigentes socialistas que da la impresión que con tal de hundir a Pedro Sánchez, no les importa que vuelva a gobernar el PP, aunque fuera con la ayuda explicita o implícita del PSOE.

La segunda cuestión a tener muy presente es que las últimas elecciones, una vez más, han puesto de relieve que España mayoritariamente no es de izquierdas o al menos la izquierda no consigue convencer a mucha más gente para que les vote o para que no permanezcan en la abstención. La mejor radiografía posible nos sitúa en el centro izquierda. En otras palabras, hay que contar con el centro. La anticuada y acartonada campaña electoral de Pedro Sánchez y su obsesión con el “y tu más”, le ha alejado de las clases medias moderadas y tampoco ha convencido a las clases trabajadoras.

Mientras el PSOE fue capaz de atraer a las clases medias moderadas, logró mayorías, más o menos amplias. Esto no quiere decir que los socialistas tengan que girar a la derecha, ni mucho menos. Se trata de convencer a amplios sectores centristas que una política progresista, seria, bien construida y con garantías de ser cumplida, puede ser positiva para el progreso del conjunto de la sociedad española. Eso se llama lograr hegemonía política y dar seguridad y confianza al electorado, incluido el que no comparte lo sustancial de tu ideología.

En esa búsqueda de una nueva mayoría estable, la izquierda (PSOE, PODEMOS e IU), no deberíamos hacer ningún asco a un pacto con Ciudadadanos. No comparto y lo he escrito muchas veces, que Ciudadanos sea la “marca amable o blanca” del PP. Ciudadanos es un Partido en pleno proceso de construcción, situado en el puro centro, con rasgos mas de derechas en política económica y mas de izquierdas en política social o de derechos civiles y eso sí con rasgos todavía poco pulidos en materia de modelo de Estado. ¿Pero es que alguien piensa que un Ministro de Economía o Hacienda de Ciudadanos iba a ser más liberal que los socialistas Boyer, Solchaga o Solbes?

En mi opinión hay margen para que la izquierda pueda llegar a un acuerdo, de investidura o de legislatura, con Ciudadanos, máxime teniendo en cuenta que sus resultados se han quedado lejos de sus expectativas y que una repetición de elecciones pudiera ser letal también para ellos.

Y nos queda la trifulca entre el PSOE y PODEMOS. ¿Quién hubiera pensado hace un año y medio en la posibilidad de una negociación entre ambos? Nadie, porque las cosas que se decían unos a otros eran propias de profunda enemistad política. Es verdad que hay sectores de PODEMOS todavía ferozmente antiPSOE, como también es cierto que a numerosos barones y antiguos dirigentes socialistas se les abren las carnes ante la perspectiva de negociar con PODEMOS y están poniendo todas las dificultades posibles (aunque dicho sea de paso esos que tanto critican no le hacen ningún asco a los apoyos recibidos para gobernar en Asturias, Castilla La Mancha, Extremadura y Aragón).

Es evidente que hay diferencias políticas de envergadura entre estos dos partidos y que gobernar con el apoyo externo o en coalición de PODEMOS no va a ser nada fácil para el PSOE. Pero los socialistas deben asumir, cuanto antes mejor, que los tiempos de las mayorías de Felipe González se han ido para no volver. Así que tendrán que cambiar el chip y por supuesto esos barones y antiguos dirigentes deberán cesar en su impresentable actitud de moverle la silla a Pedro Sánchez. 

A su vez Pablo Iglesias e Iñigo Errejon deberán avanzar en ese difícil camino que están haciendo de “politizar” a su organización y tener muy presente lo que pudiera pasar de repetirse las elecciones con el reforzamiento de la derecha.

En ese contexto no creo que el tema del referéndum en Cataluña sea un obstáculo insalvable. En mi opinión resolver el conflicto catalán pasa, antes o después, por un referéndum, lo demás no es realista, a pesar del desastre en el que actualmente están sumidas las fuerzas independentistas y el bochornoso espectáculo de su pretendido Moisés dirigiendo al pueblo a la tierra prometida de la independencia.

Hay muchas formas y plazos para abordar la cuestión del referéndum, siendo quizás la más eficaz vincularlo a una reforma parcial de la Constitución. Nadie puede decir que una sociedad que fue capaz de transitar de una dictadura a una democracia en plena crisis económica y con el recuerdo de una guerra civil y medio millón de muertos, ahora no consiga encontrar una vía para superar el conflicto catalán. Si Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no son capaces de lograr una formula satisfactoria que encauce a medio plazo la división en Cataluña y que pueda ser negociada con el PP, Ciudadanos, el PNV y una parte de los nacionalistas catalanes, es que no merecen asumir responsabilidades de gobierno en nuestro país y se deben retirar de la política.

La autentica línea roja del PSOE y de PODEMOS debería ser afrontar en serio y buscar vías de superación al conflicto social en Cataluña, y en ese marco de soluciones, el referéndum, en la forma y plazo que se vea oportuno, puede ser un instrumento, pero nunca un fin. Dar una salida, aunque sea a medio plazo a la situación en Cataluña podría favorecer, además, el apoyo del PNV a la investidura de un gobierno progresista.

En definitiva, la izquierda debería esforzarse en un acuerdo de investidura y gobierno básico a tres bandas (PSOE-PODEMOS-IU), con el apoyo externo de Ciudadanos y PNV para la investidura. Cualquier cosa menos repetir elecciones. No es nada fácil, pero no imposible.






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