A principios de sexto de Bachillerato,
el Padre Fidel, prefecto de mi curso, que no era muy simpático pero sí buena persona, me pidió que fuera mi padre a hablar con él. Así lo hizo. El
motivo era decirle que yo no podía ir al colegio con esas melenas de “beatle” y que
me tenía que cortar el pelo. “Mis melenas” era un poquito de patillas por
encima de las orejas y un poquitín de pelo por detrás que no llegaba ni a rozar
el jersey o la camisa. Mi padre en el momento le dio la razón, pero al final no
le hizo mucho caso, no le importaba nada mi aspecto y además, él, que se había
quedado calvo a los ventipocos años, se figuraba, con mucha razón, que pronto seguiría
sus pasos. De manera que me pidió que me recortara algo el pelo y nada más.
Ya en la universidad me dejé el pelo
largo y barba, emulando al Che Guevara y a los hippies. Poco me duró ese nuevo
look.
Una tarde de septiembre de 1967 quedé
con José María Mohedano, en aquel entonces responsable del Frente de Liberación
Popular (FLP) en Derecho. Fuimos al cine Pompeya a ver una película de arte y
ensayo, que ya no recuerdo. A la salida dimos un largo paseo desde la Gran Vía
a Moncloa y muy solemnemente me comunicó que había sido admitido en la
organización. Me puse contentísimo. Pero, añadió, a partir de mañana te tienes
que cortar el pelo, afeitar la barba, quitarte esa ropa de progre-hippie y
ponerte corbata y chaqueta. No puedes llamar la atención por tu aspecto ni en
la facultad ni en las manifestaciones, ni en los repartos de propaganda, etc. Tuve
que hacerle caso.
Destrozado por la pinta de pijo que se me quedó, lo comenté con mi amigo Javier García Fernández, “Panfle”, que cumplía
a rajatabla esas normas de seguridad, aunque a él le gustaba y le sigue
gustando ir así. Me dio una explicación convincente: que me fijara en las fotos
de los Congresos obreros del siglo XIX y primeras décadas del XX, todos los
participantes iban con chaqueta y corbata y la mayoría con sombrero. Más aun,
Marx, Engels, Lenin y Trotsky iban habitualmente con corbata y chaqueta. Y añadió
que la clase obrera, si podía, se compraba un traje para ponérselo los domingos. Quedé más tranquilo.
En la transición volví a dejarme el pelo
largo y frondosa barba, hasta que lo del pelo largo resultó inviable por razones
obvias y la barba blanca me daba aspecto de Papa Noel.
Mis hijos, mi yerno y mi sobrino Javi,
todos ellos gente trabajadora y excelentes profesionales, suelen llevar pelos y
ropas poco convencionales. Tengo que admitir que cuando uno de mis hijos se
pintó el pelo de colores me rechinó un poco, como cuando el otro alguna vez se
lo afeita al cero o cuando Javi llevaba unas rastas mucho mas largas que Bob
Marley o Jimmy Cliff.
Por eso y por otras razones ni me
molesta, ni me sorprende, todo lo contrario, que casi tod@s l@s diputad@s de
Podemos tengan aspecto poco convencional y cuando vi la foto del grupo de
diputad@s de Podemos en las escalinatas del Congreso me gustó. Lo que me hubiera
dejado estupefacto habría sido verlos con traje
de chaqueta y con corbata y peinados como los del PP o los de Ciudadanos, incluso como bastantes del PSOE; habría pensado que es@s no eran l@s
originales, que l@s habían cambiado.
En cuanto a otros gestos y actitudes
en el primer día del Congreso, que tanto han llamado la atención, yo en mis
circunstancias actuales, seguramente no lo habría hecho. P.e. he tenido que
prometer varias veces en mi vida la Constitución y siempre he seguido el guión
preestablecido. Pero si ahora tuviera 33 años como Iñigo Errejon y fuera
diputado de un partido que quiere marcar diferencias y cambiar las cosas a
fondo, seguramente hubiera hecho lo mismo que ell@s. Y tampoco pasa nada. En cuanto al
bebe de Carolina, no me puedo escandalizar mucho porque nosotros hemos
llevado a nuestros hijos en el carrito a manifestaciones e incluso a las marchas
a Torrejón contra la base norteamericana y a mis padres les parecía fatal.
En lo que si discrepo de Podemos y a
fondo, es en esas declaraciones con las que dan a entender que con ellos por
fin ha llegado la democracia al Congreso. La democracia llegó a las Cortes en julio de 1977,
y por cierto la mesa de edad del primer día fue presidida por Dolores Ibarruri,
de riguroso negro y por un colorido Rafael Alberti. Me figuro que cuando vieron
aquella imagen, a muchos en nuestro país les dio un vuelco el corazón. Significativamente
los diputados de la UCD eran mucho más respetuosos que algunos de los actuales.
Supongo que las dinámicas se
normalizaran en sesiones sucesivas. Pero en todo caso no podemos obviar que
detrás de los 69 diputados de Podemos, hay más de 5 millones de votantes, que
se sienten plenamente identificados con ellos y que representan nuevas formas
de entender la política y sobre todo la vida en general. Nuestra sociedad ha cambiado
profundamente desde que yo estaba en 6 curso o en la facultad. Hoy muchos de los menores de 40 años tienen otros códigos y ya iba
siendo hora que esa parte más vital, innovadora y rebelde de la sociedad
española estuviera presente en el Congreso de los Diputados.
En todo caso yo prefiero mil veces a l@s
dirigentes de Podemos sentados en el Congreso aportando sus propuestas, aunque haya muchos que no estén de acuerdo, que haciendo convocatorias tipo “rodea el
Congreso”, que yo nunca compartí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario