Tengo que reconocer que David Bowie nunca fue uno de mis músicos preferidos. Peor aún, los dos discos que mas me gustaron fueron "Pin Ups" de 1973, un lp de versiones de canciones de otros artistas y grupos del pop y rock de la década de los 60, que no tuvo especial éxito de ventas, a pesar de que David las recreaba estupendamente y "Let´s dance", un formidable disco de música de baile de 1983, que cosechó buenas ventas pero criticas muy desfavorables y con el que yo disfrute mucho en el "Rockola" y en la Sala Morasol, donde los pinchaban con frecuencia cuando apareció el disco.
Muchos años después he vuelto a escuchar mas tranquilamente la larga serie de discos de Bowie y me han gustado algo más, pero desde luego sin entusiasmarme, aunque es verdad que fue un músico distinto, que desde el primer momento buscó salir de los caminos trillados, que con el apoyo de Lou Reed, de Brian Eno, de Mike Ronson, de Tony Visconti o de Nile Rodgers, logró con sus grabaciones, con su sonido y sus letras, y con la compañía por lo general de excelentes instrumentistas, tener un estilo muy peculiar.
Aparte de su faceta estrictamente musical, Bowie fue, especialmente en su juventud, un provocador nato que generó frecuentes polémicas en los ambientes conservadores, por como vestía, sus declaraciones o sus relaciones amorosas. Hizo teatro, pintó, escribió y siempre estuvo abierto a las nuevas tendencias artísticas y musicales. Vendió muchos discos, influyó mucho y también tuvo épocas oscuras con adicciones a las drogas.
Ha muerto relativamente joven (incluso no llegó a los 71 años de su amigo Lou Reed) y al pie del cañón hasta el ultimo momento; deja una obra amplia e importante y un gran montón de seguidores, convirtiendose en la vejez en todo un clásico de la música moderna.
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