Empezar el año yendo al cine, esta muy
bien. Mas aún si es una excelente película como “SUFFRAGETTE” (“Sufragistas”).
Aunque es una realidad relativamente
conocida, la lucha de las mujeres por el derecho al voto, no había sido tratada
en el cine, salvo algunos documentales o películas en las que de forma
colateral se hacia referencia a esta etapa de la lucha por la igualdad de
derechos. No en balde la directora de esta película, la guionista y las
productoras son mujeres.
Y más allá de la calidad de la película,
su oportunidad es muy evidente. Por dos
razones fundamentales.
En primer lugar porque en la actualidad
en las sociedades democráticas mucha gente, y en especial gente joven,
desconoce que durante mucho tiempo a las mujeres se les negó el derecho al voto
justificando esta aberración en que no tenían conocimiento, ni capacidad ni
sesera para poder ejercer este derecho democrático esencial. Y lo decían tan
campantes quienes entre otras cosas habían sumido a la humanidad en un cúmulo
de desgracias, entre ellas la primera guerra mundial, el colonialismo o la explotación
de la infancia en las fábricas y minas. Aunque ese terrible menosprecio de la
mujer hunde sus raíces en tiempos y doctrinas muy lejanas, incluyendo doctos
tratados de filósofos y teólogos.
Y la segunda razón, es que no estamos
ante una realidad del pasado, sino que aun hoy hay países que siguen
manteniendo esa actitud, algunos como Arabia Saudí una aliada protegida por las
potencias occidentales y por supuesto por nuestro Estado. Da vergüenza decir
que en pleno siglo XXI se mantiene esta violación de los derechos humanos. Como
da sonrojo leer los datos que figuran al final de la película de en que año se reconoció
el derecho al voto en algunos países europeos como Francia o Suiza. En España
fue durante la primera época de la 2ª Republica, lo que se logro no sin la
oposición o incomprensión de numerosos políticos de la derecha….y de la
izquierda; (aunque luego estuvimos 40 años sin voto, mujeres y hombres).
Volviendo a la película, se centra en la
toma de conciencia y evolución de una trabajadora, que sufre una triple
explotación, económica, política y sexual y en cuyo miserable hogar cuelga un
cuadro del Rey de Inglaterra, y al que hace saludar todas las noches antes de
acostarse a su pequeño hijo.
La película liga de manera esplendida
las contradicciones, las dudas y dificultades, el dolor y los costes de esa
toma de conciencia. Y vincula de manera muy acertada la marginación política,
la explotación laboral y el sometimiento
absoluto a la voluntad de los maridos.
Hasta ahora habíamos asociado casi
siempre la lucha de las sufragistas con mujeres de las clases burguesas, intelectualmente
preparadas, pero esta película y es uno de sus grandes aciertos, pone su atención
en las mujeres obreras, sin preparación, sin medios, sin recursos culturales,
sin redes de apoyo familiar. Mujeres cuya lucha aún tuvo mucho más valor ya que
tuvieron que superar obstáculos todavía más difíciles y crueles.
La película muestra, además, la
brutalidad de la represión policial, el mal trato carcelario, el boicot de los
medios de comunicación, la burla despiadada de muchos vecinos, y la
incomprensión de otras muchas mujeres e incluso compañeras de trabajo. Son
imágenes impactantes sobre todo para quienes puedan tener una visión light o
hasta “simpática” de las luchas de las sufragistas.
Esta muy bien tratado el paso de la
rebelión vital a la toma de conciencia política y organizativa, del malestar
individual al compromiso colectivo y también escuchamos en la película argumentos utilizados en contra por políticos
y policías, que a much@s les sonaran conocidos por haberlos oído en España en
tiempos de la dictadura.
Por otra parte resulta tremendo que un político
como Lloyd George, que aún no siendo laborista, luchó denodadamente durante
muchos años como diputado y como Ministro
por los derechos sociales y por la mejora de las condiciones de vida de las
clases trabajadoras inglesas, logrando importantes avances, no apoyara el
derecho al voto de las mujeres.
La película no solo es buena por el
tema, es muy entretenida, tiene un buen ritmo, una estupenda banda sonora, sino
que además cuenta con unas actrices excelentes, incluida unas brevísimas pero
muy simbólicas apariciones de Meryl Streep.
Si yo fuera Ministr@ de Educación del próximo
gobierno de España o fuera Consejer@ de Educación de cualquiera de los
gobiernos autonómicos, no dudaría en pasar esta película y un posterior debate
y trabajo, en todos los colegios de nuestro país. Seguro que, entre otras cosas,
algo se ganaría en prevención de la violencia de género.
En todo caso, mi más absoluta
recomendación, para que nadie se la pierda.
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