Las elecciones catalanas, a poco que
hubiera algo de sensatez, permitirían
ganar tiempo para encontrar una vía de dialogo y acuerdos satisfactorios para
la mayoría. Al no ser resultados rotundos en ningún sentido, debería evitar la
toma de decisiones precipitadas, irreversibles y de alta conflictividad política,
social, económica y legal.
El ejercicio de responsabilidad de la ciudadanía
catalana, con una masiva participación en las urnas, demuestra que la gente se
ha tomado en serio los retos que tienen por delante. Cosa bien distinta es la
respuesta que han dado algunos de los principales dirigentes políticos
implicados, que parecen incapaces de leer con un mínimo rigor los resultados. Y
como si no hubiera pasado nada, se siguen acumulando errores por una y otra
parte.
En mi opinión tal y como están las
cosas, es difícil que pueda cambiar la dinámica de enfrentamientos hasta después
de las elecciones generales y ello sí hay cambios sustanciales en las Cortes
Españolas, algo que aun estar por ver.
Aunque no se pueden extrapolar los datos
de Cataluña a los del resto de España, sí tenemos en cuenta las tendencias de
los últimos procesos electorales y de los sondeos, el panorama no es
excesivamente optimista para las fuerzas progresistas, las únicas que podrían superar
la confrontación actual con una parte de la ciudadanía catalana.
El desgaste del PP es importante pero en
las encuestas sigue siendo por ahora el primer partido en votos y diputados. La
utilización del antinacionalismo le va a dar votos, al igual que la propaganda
machacona sobre algunos datos de la recuperación económica. La clave va a estar
por tanto en su capacidad para tejer alianzas con CIUDADANOS.
Albert Rivera es dinámico, listo y
ambicioso, a veces recuerda al seductor Adolfo Suárez de 1976 y 1977, aunque
tiene por delante la nada fácil tarea de construir un partido estatal en tiempo
record. Hasta ahora ha sabido jugar muy bien sus cartas, apoyando sobre todo al
PP, pero también al PSOE. Sus propuestas son lo suficientemente eclécticas para
llegar a acuerdos con los dos partidos mayoritarios. Y no podemos echar en saco
rato que se han convertido en segunda e incluso primera fuerza política en el
cinturón industrial de Barcelona, que ha pasado del rojo al naranja a costa del
PSC y de Iniciativa per Catalunya, algo que por cierto merecería una reflexión
a fondo de estos dos partidos.
Parece evidente que Rivera no podrá
apoyar a Rajoy, salvo que este hiciera concesiones muy significativas, pero si podría
tener otra actitud con un PP mínimamente renovado, como se ha demostrado con
Cristina Cifuentes o podría resultar con Alberto Núñez Feijo, el líder gallego
del PP o Soraya Saiz de Santamaría. No sería extraño que el empuje de
CIUDADANOS pueda ser un acicate para esa renovación moderada del PP.
En definitiva tras las elecciones generales
no hay que descartar ni mucho menos un pacto de centro derecha entre el PP y
CIUDADANOS, que aunque tendría algunos efectos positivos en la regeneración política
del país o en el freno a las políticas de recortes sociales, no creo que
tuviera consecuencias favorables para abrir una negociación seria en Cataluña.
En cuanto a los socialistas, aunque el
PSC a duras penas casi ha mantenido el numero de votos, y en las encuestas se están
recuperando algo, su caída ha sido tan espectacular que necesitara diversos
aliados para recuperar el gobierno y evitar las tentaciones, que aumentaran sí
la negociación con los independentistas encalla, de ir a un gobierno de gran
coalición con el PP, como siguen defendiendo de forma más o menos encubierta
algunos de sus dirigentes históricos. En todo caso Pedro Sánchez, junto a su
aire renovador, esta haciendo demasiados equilibrios políticos en la cuerda
floja, a menudo sin mojarse mucho, lo que ya veremos que consecuencias tiene.
Lo malo es que las cuentas pueden ser
difíciles en el ámbito del centro izquierda. Habría que reflexionar con rigor
sobre los pésimos resultados en Cataluña de la coalición “Catalunya si que es
pot”. En este caso y a diferencia de otras experiencias positivas, la suma ha
restado, (el haber prescindido de Joan Herrera o haber relegado a un tercer
puesto a Joan Coscubiela no ha sido un acierto). Ahora cabe la posibilidad de
que PODEMOS reaccione endureciendo su actitud frente a quienes proponen candidaturas
de unidad popular o similares e insista aun más en ir con sus propias listas.
En todo caso da la impresión de que el partido de Pablo Iglesias ha tocado
techo, al perder expectativas de voto a su izquierda y no ganarlas a su
derecha.
La disyuntiva de PODEMOS es realmente
compleja. Nacer con un mensaje sin duda con tintes radicales y en algunos
aspectos próximos a los antisistemas y evolucionar rápidamente a la moderación
y a intentar ocupar el espacio de una socialdemocracia innovadora, ha sido una
apuesta audaz, pero que exigía que el PSOE continuara con su proceso de
desgaste. En el momento en que Pedro Sánchez ha frenado la caída, le resulta
mucho mas difícil a PODEMOS ocupar el espacio de los votantes socialistas
desencantados y sin embargo corre el serio riesgo de perder a la gente con
posiciones mas radicalizadas.
En mi opinión PODEMOS, más que ocupar el
espacio del PSOE, debería ocupar el que en la transición tuvo el PCE
eurocomunista y en su momento la inicial Izquierda Unida. Aspirar a ese espacio
de la izquierda transformadora y renovada, con clara voluntad de gobierno y con
intención de llegar a acuerdos con el PSOE y con otras fuerzas progresistas de ámbito
autonómico y por supuesto estrechar relaciones con el sindicalismo de clase y las ONGs de ámbito
social. Insisto es una apuesta arriesgada pero mucho más real que el espejismo
de convertirse en el primer partido progresista de nuestro país.
La debacle política y organizativa de la
dirección federal de IU, el radicalismo y el antisocialismo primario de algunos
de sus dirigentes, los confusos vaivenes de Izquierda Abierta y de Gaspar
Llamazares y la hibernación de IU de Madrid, hacen muy difícil pensar en su recuperación,
cuando esta sería imprescindible para lograr una alternativa de progreso en
España. Es de temer que una parte de sus votantes, que ni se reconocen en el
PSOE ni en el actual PODEMOS, se queden en casa o voten en blanco.
Así que a día de hoy la izquierda lo
tenemos oscuro. Ojala que el retroceso que hemos sufrido unos y otros en
Cataluña no se repita en toda España, para ello hay que tener muy claro que el
centro derecha puede gobernar en la próxima legislatura, sí el centro izquierda
no es capaz de ofrecer una alternativa de cambio ilusionante y unas
candidaturas renovadas. Estamos aun a tiempo.
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