Ahora casi todos se proclaman defensores de la unidad de España. Muy bien. Pero como dice el refrán "obras son amores y no buenas razones". Hace diez años los independentistas se situaban en torno al 20% de la población de Cataluña. De su crecimiento exponencial algunos tienen claras responsabilidades, por sus torpezas políticas cuando estaban en la oposición y su parálisis suicida cuando han estado gobernando en estos últimos años. La derecha no ha sido capaz de defender la unidad de España, todo lo contrario, los hechos son elocuentes al respecto. Trabajar por la unidad y la cohesión social de España no es llenarse la boca de frases altisonantes o tocar arrebato cuando crece el tsunami. Es tener voluntad política para sentarse a escuchar, a hablar y a negociar; para buscar medidas concretas que lo mas seguro es que no habrían satisfecho a los sectores mas radicalizados, pero que hubieran podido reconducir la situación para que sus apoyos hubieran regresado al 20% o menos. Ahora todo es mas difícil. Menos mal que Rajoy no esta por la labor de precipitarse en adoptar medidas drásticas, pero eso no es suficiente. Tiene que mandar, con el apoyo del arco parlamentario, una propuesta de dialogo institucional, de reforma parcial de la Constitución. El tiempo va muy deprisa y no se puede esperar mucho más. Sabiendo que acertar en la distensión en Cataluña puede ser muy útil para evitar que en los próximo meses se abra otro conflicto en el País Vasco.La izquierda debería abanderar la defensa de la unidad libremente asumida de los pueblos de España y también, no lo olvidemos, de su cohesión y progreso social, con propuestas claras, como las que han apuntado el PSOE e incluso con mas timidez PODEMOS.
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