Desde hacia bastantes meses lo sabíamos
todos, todos menos algunos de los máximos dirigentes de IU. Pablo Iglesias y
otros lideres de PODEMOS se habían hartado de decirlo con meridiana claridad,
no querían un pacto electoral con IU bajo ningún concepto y además explicaban
las razones, con bastante coherencia desde su punto de vista y siguiendo la
estrategia que se habían marcado en la Asamblea de Vistalegre de octubre del
2014.
PODEMOS no quiere aparecer en la dinámica
tradicional de izquierda/derecha, optando por la alternativa mas transversal de
perjudicados y beneficiados por el sistema y por la crisis. Vincularse de una u
otra forma con IU era situarse en el campo de la izquierda de toda la vida y no
les falta razón. Lo anterior no excluía lograr la inclusión en sus listas de
dirigentes y personalidades de IU o de su entorno, como era el caso de Garzón.
Una operación impecable e inteligente desde sus propios intereses electorales.
Que en Madrid, Barcelona y otras grandes
ciudades optaran por integrarse más o menos explícitamente en un amplio acuerdo
electoral no era contradictorio y menos aún con cabezas de lista de prestigio y
no integradas orgánicamente en la izquierda clásica, como es el caso de Manuela
Carmena o Ada Colau.
Los buenas resultados de estas
candidaturas y las negociaciones abiertas por PODEMOS en algunas Comunidades Autónomas
como Cataluña o Galicia (en la que tenían débil implantación orgánica y la
impronta del “pasado comunista” de ICV o de ANOVA estaba muy diluida o era
inexistente), levantaron nuevas esperanzas en los sectores de IU que pretendían
como fuera un acuerdo electoral.
No quisiera dudar de la buena fe de Garzón
o de Cayo Lara. Estoy seguro que buscaban lo mejor para el avance de la
izquierda transformadora, aunque supusiera un notable sacrificio para IU. Pero
Pablo Iglesias y sus compañeros seguían mandando nítidos mensajes de que no querían
un acuerdo electoral, sin embargo buena parte de la dirección de IU siguieron
sin ver la evidencia, generando una desmovilización y una desmoralización
creciente entre muchos de sus militantes, simpatizantes y votantes habituales.
Al margen de su buena voluntad, lo que
estos dirigentes estaban transmitiendo implícitamente es que, ante el avance
arrollador de PODEMOS, el barco de IU se hundía y había que salvar lo que
buenamente se pudiera para bien de la izquierda. Hasta que PODEMOS les dio con
la puerta en las narices de manera abrupta.
¿Y ahora que? Se han perdido meses
decisivos, se ha dado una imagen de desconfianza en el proyecto y ni siquiera
esta claro que se pueda capitalizar política y electoralmente esos deseos y
esfuerzos de llegar a pactos unitarios en la izquierda alternativa. Pero no
todo esta perdido, aun hay tiempo de salir a flote, como bien reflejan las
encuestas que nos dicen que a pesar de los pesares hay al menos un 5% del
electorado que contra viento y marea sigue apostando por IU.
El que haya posibilidades de recuperar
algo el tiempo perdido, requiere no comentar mas errores, mandar mensajes
claros y desde luego pacificar la organización, muy en especial en Madrid. Pero
no parece que por el momento vayan por ahí las cosas.
La participación de una lista de Alberto
Garzón en unas primarias en Madrid, de una hipotética coalición todavía no
configurada, es más de lo mismo, seguir generando confusión sin aclarar cual es
la propuesta de IU en el conjunto de España, que es de lo que van las
elecciones del 20-D. Por su parte Izquierda Abierta y Gaspar Llamazares siguen
encendiendo dos velas, una dentro de IU y otra haciendo propuestas externas hoy
ya inviables con el Juez Garzón y otras personas independientes, añadiendo mas confusión
si cabe. Por ultimo, IU de Madrid, los que fuimos disueltos y expulsados,
deshoja la margarita sin saber que hacer y algunos tentados por una fuga hacia
delante en forma de nueva organización. Con todos estos líos así no vamos a
ninguna parte y desde luego nuestro potencial electorado y hasta militantes y
simpatizantes, no sabe a que atenerse, o peor aun se debate entre la abstención,
el voto en blanco o votar a PODEMOS, al PSOE e incluso algunos piensan en votar
a CIUDADANOS.
Y a todo esto hay cientos de nuevos concejales
de IU que están haciendo una meritoria labor de oposición a la derecha, de
gobierno o de apoyo a gobiernos progresistas; trabajo que deberíamos rentabilizar
políticamente.
Por otra parte el discurso político de miembros
de la dirección federal de IU parece querer ocupar el supuesto espacio de
PODEMOS en sus orígenes, asumiendo las consignas y propuestas mas radicales que
Pablo Iglesias, con toda inteligencia, ha ido abandonando o silenciando.
Algunos dirigentes de IU han dicho que dado que PODEMOS se ha desplazado hacia
el centro-izquierda, es la ocasión de que IU ocupen sin complejos las
posiciones mas radicales de la izquierda, olvidando que ese espacio no tiene entidad, como todos sabemos
desde junio de 1977 y en las sucesivas elecciones que ha habido en nuestro país.
La radicalización y el antisocialismo primario de IU no llevan a ninguna parte.
(Dicho sea de paso, deberían tomar buena nota de la posición de Syriza y
Tsipras en Grecia)
En definitiva, la recuperación de IU
requiere clarificar su identidad en el ámbito de España, definir un programa de
gobierno de cambios políticos, económicos y sociales que pueda servir para la
negociación posterior con el PSOE y con PODEMOS, poner en valor el trabajo que están haciendo nuestros cargos públicos,
amarrarse a los sindicatos y a las
organizaciones sociales solidarias y por supuesto solucionar la expulsión de
Madrid, su principal organización, revirtiendo la misma.
Luchamos contrarreloj, pero aun estamos
a tiempo.
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