Siempre habíamos tenido ganas de conocer
Sicilia. Después de haber visto la magnífica serie de televisión, “El Comisario
Montalbano”, el interés se multiplicó. Y allí que nos hemos ido. Han sido 15 días
y más de mil kilómetros.
Todas las expectativas se han colmado al
máximo, a pesar del estado de las carreteras, incluidas autopistas recién
terminadas, y de que los horarios de los trenes y autobuses son a titulo
indicativo.
La primera sorpresa ha sido encontrar
una isla muy montañosa (a parte del Etna), muy verde, llena de flores, de
vegetación muy diversa, con una primavera exuberante; por tanto una
recomendación: hay que ir en estos meses, porque además no hace calor y hay
mucho menos turismo.
Lo segundo que llama la atención es que
los sicilianos ni en las ciudades ni en las carreteras se rigen por el código
de circulación habitual, tienen otro, secreto o no escrito. Adelantan en
prohibido, se saltan los stops y ceda el paso, se meten por calles y carriles
en dirección prohibida, a menudo no respetan los escasísimos semáforos…..pero
aparentemente no pasa nada, no vimos ningún accidente y el caos circulatorio a
su manera funciona. Incluso respetan mucho a los innumerables peatones que
cruzan las calles por donde les da la gana. Y todo ello se acentúa en el caso
de las motos, que aparecen por todas partes. Conducir por Catania o Palermo es
una experiencia mucho más intensa que cualquiera de las atracciones peligrosas
de los Parques de Atracciones o incluso hacer deporte de alto riesgo.
Lo tercero es la cantidad de puestos de
frutas y verduras que hay en las calles de las ciudades y pueblos, con una gran
surtido y a unos precios mucho más baratos que en España.
¡Y vaya descubrimientos culinarios que
hemos hecho! Para empezar “la caponata”, una especie de pisto a base de
berenjena, exquisito. Siempre que podíamos, lo pedíamos. Después, los productos
con almendras, granizados y helados,
leche de almendras, dulces, etc. casi casi tan ricos como el arnadi, la
horchata y la leche merengada de Valencia. Y los sensacionales risotos, muchísimo
más ricos y que no tienen nada que ver con los que preparan en los restaurantes
italianos en España, incluidos los mas afamados. Los calamares, las almejas,
los mejillones, la sepia, el pulpo, el pez espada, los preparan de maravilla.
¡Y que tartas y pasteles! Lo único que no nos convenció fueron los “arancini”, quizás
porque no probamos los que la hacía su asistenta al Comisario Montalbano.
En definitiva en las comidas, como en
otras muchas cosas, se evidencia la riqueza de influencias de los pueblos que
han pasado por Sicilia, desde los griegos hasta los árabes, desde los normandos
hasta los españoles. Y desde luego los precios de comer son mas baratos que en
nuestro país.
Hablar de la belleza de las iglesias, de
los palacios, de los monumentos griegos y latinos, es un lugar común, pero
apabulla la cantidad de ellos que hay en todas las ciudades. Aunque muchos necesitarían
una buena mano de pintura y en general mucho más mantenimiento. De Palermo y de
Catania teníamos ya estupendas referencias, tan solo decir que cada día nos
dimos paseos de entre 8 y 10
kilómetros sin dejar de disfrutar ni un minuto. Y nos
encontramos con dos ciudades impactantes, Siracusa y Ragusa, que recomiendo
como imprescindibles.
La cuarta sorpresa han sido el Duomo de
Monreale y la Capilla Palatina de Palermo. Las pinturas de estilo bizantino nos
impresionaron tanto que hacen palidecer el recuerdo de Santa Sofía de Estambul.
Tan solo por ver esas dos Iglesias merece la pena visitar Sicilia.
La quinta sorpresa fue lo vivo que está
el sentimiento de la lucha por la independencia y de la resistencia contra el
fascismo y los nazis. Además de los monumentos y las calles y plazas, hay
numerosas placas en edificios que recuerdan a personalidades y hechos
relevantes de esos dos momentos fundamentales en la historia de Italia. También
da un poco de envidia comprobar el sentimiento nacional, que al menos tienen
los Sicilianos y que en España está hoy tan desdibujado.
La sexta sorpresa fue la cantidad de visitas
escolares en los monumentos, que en España es mucho menos frecuente. Es una
buena manera de conocer desde la infancia la historia y la cultura. También habíamos
gente de la tercera edad y por cierto, salvo en uno, en todos los sitios había
carteles avisando que se había anulado la reducción a los mayores de 65 años.
Por supuesto hicimos la peregrinación a
Punta Seca donde está la casa del comisario Montalbano. Es un pueblo pequeño, agradable,
con una playa muy coqueta, en la que me bañe intentando emular al comisario,
con el faro y la casa tal y como sale en la serie. Y después a comer en un
restaurante a pie de playa en la Marina de Ragusa (Marinella en la serie), otro
playa muy bonita. Lo que no encontramos fue a esas bellísimas sicilianas que en
cada capítulo caían perdidamente enamoradas de Montalbano. Tampoco vimos a
Catarella, ni al subcomisario Augello, ni a Fazio, estarían de servicio.
Tuvimos tiempo para ir de compras
culturales a “La Feltrinelli”, para aprovisionarnos de música y literatura en
italiano. Incluso en el hotel pudimos ver, como no podía ser de otra manera, la
final de la Champion, sufriendo por la inmerecida derrota del Atleti. Ah, y nos hemos hecho unos expertos en selfies.
Ls septima sorpresa y esta de tinte
político. En todos los hoteles nos cobraron la tasa turística, 3 o 4 euros por
noche, según la ciudad y no parece haberse resentido la afluencia de turistas,
como la patronal mallorquina y catalana habían amenazado cuando la izquierda
propuso una tasa de 1 euro en Barcelona y en Baleares.
Los tres únicos incidentes fueron la
espera de casi una hora en la parada del autobús a Monreale; cuando el primer día
en la autovía a Taormina me metí en el carril de pago automático, recibiendo
una sonora pitada de la cola de coches que se formo inmediatamente detrás de mi
y a los que no dejábamos pasar; por último el atasco monumental a la entrada en
Palermo porque estaba cortada la calle por un cortejo fúnebre.
Sí, Sicilia es maravillosa y los
sicilianos y las sicilianas son simpáticos y amables y por lo general
hablan mas bajo que la gente española (lo cual es muy de agradecer).
No hay comentarios:
Publicar un comentario