miércoles, 1 de julio de 2015

YO NO PUDE VER A THE BEATLES EN MADRID


Si todos los que han dicho que el 2 de julio de 1965 fueron al concierto de The Beatles en la Plaza de Toros de las Ventas de Madrid, realmente lo hubieran hecho, no habrían cabido ni en el estadio de futbol del Bernabeu y sin embargo el coso taurino no se llenó. Es algo muy parecido a los que hoy dicen que en sus años juveniles corrieron delante de la policía y fueron activos antifranquistas y ojala lo hubieran hecho, porque las cosas hubieran ido mejor.

Pues yo desgraciadamente no pude ir al concierto por una razón muy sencilla: no tenía dinero suficiente para pagarme la entrada. Con casi 16 años, y el sexto de bachillerato terminado, recibía de paga semanal 25 pesetas. Con ella tenía que ir al cine (a los de barrio a los que yo iba  costaban entre 5 y 10 pesetas), tomarme alguna caña con los amigos el sábado o el domingo, comprarme las revistas mensuales de música (“Fonorama” y “Discóbolo”) y ahorrar algo para conseguir de oferta de vez en cuando algún “single” o “ep”. Imposible hacer mas ahorros para ir al Concierto.

Ya era un incipiente seguidor de los programas musicales de Ángel Álvarez, “Caravana” y “Vuelo 605”, un absoluto fan de The Beatles y en general del rock and roll y de la música pop y para mi hubiera sido algo increíble tener la oportunidad de escucharles en directo. Intenté que me lo pagaran mis padres, como algo extraordinario. Todos los años al terminar el curso, como premio a las buenas notas, me hacían un regalo; de pequeño juguetes, novelas o cómics de Tintín, de más mayor, discos. En sexto ¡y revalida! de nuevo saque muy buenas notas, con matriculas, diploma y medalla de honor. Así que les pedí ese regalo. Me dijeron que otra cosa, que eso, no.

Mi padre, que en cuestiones de costumbres era bastante liberal para lo habitual en la época, estaba molesto conmigo porque ya en el Colegio me habían llamado seriamente la atención y se habían quejado a mi familia por la longitud de mi pelo beatleliano, algo insignificante para las melenas que llegaron despues. Tengo muy buenos recuerdos del Colegio y en general de casi todos los curas y profesores con los que me llevaba razonablemente bien y era un Colegio bastante tolerante, pero en este tema de los pelos, no sé porque razón, estaban muy intransigentes, a pesar de que de vez en cuando se hacían conciertos de rock, con permiso para que pudieran ir chicas de los colegios vecinos, algo inusual en aquel entonces. Incluso el profesor de Historia del Arte, el Padre de Miguel, nos dijo en clase que en el futuro las canciones de The Beatles tendrían parecida importancia a Beethoven o Mozart, bueno era un cura muy muy especial al que todos adorábamos y del que 50 años después nos seguimos acordando con cariño.

A lo que iba, mi padre que me había obligado a recortar algo el pelo, no quería fomentar mis veleidades beatlelianas, a pesar de que fue él quien primero me compró discos de The Beatles (y de The Rolling Stones!!!) y de vez en cuando le gustaba oírlos.

Mi madre, mucho mas consentidora, como la mayoría de las madres, me dijo que le daba mucho miedo “que hubiera jaleos en el concierto y que me pasara algo”, por lo que sintiéndolo mucho tampoco me iba a pagar la asistencia. Hay que decir en su descargo que vivíamos en la Moncloa y que en ese curso había habido bastante lío en la Universidad y era frecuente ver jeeps de la policía en las cercanías de casa, creando un desasosiego en muchas familias. Y para colmo la prensa mas conservadora (y toda lo era) llevaba unos días metiéndose con “esos melenudos” y advirtiendo de los follones que había habido en sus conciertos en otros países y el peligro de que también los hubiera en Madrid.

En definitiva,  me quedé sin concierto.

Tampoco me frustré demasiado. Ninguno de mis amigos pudo asistir por razones muy parecidas y de hecho en aquel tiempo no conocí a nadie que lo hubiera hecho. Ese verano la familia fuimos al sur de Francia y a Andorra y me compraron, entre otros, dos eps franceses de The Beatles.

Tuve que esperar ocho años para poder ir a un gran concierto en Londres para escuchar a Johnny Cash en el verano de 1973 y al festival de rock de Reading unos días antes.



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