La historia del pueblo griego en el último
siglo es una historia de sufrimientos. La sustitución en referéndum de una monarquía
de rasgos autoritarios por una republica
democrática en 1924, terminó abruptamente con un nuevo referéndum que abolió la
republica y recuperó la monarquía en 1935. No satisfechas las clases
dominantes, un año después se produjo un golpe militar y la instauración de la
dictadura del General Metaxas. A finales de
1940 el país fue invadido por el ejercito italiano, que fue derrotado, y
posteriormente por el alemán, que ocupó el país, provocando una sangrienta represión
y decenas de miles de muertos por una gran hambruna, además de la deportación y
eliminación de los judíos griegos.
La guerrilla griega, ayudada por Tito e
inicialmente por los británicos, tuvo en jaque a los nazis y logró la liberación del país al final de la
II Guerra Mundial. Era una guerrilla, como casi todas las que tuvieron lugar en
la resistencia al nazismo, formada por gentes de la izquierda y sobre todo por
comunistas. Y en los planes de los aliados para la posguerra, Grecia correspondía
a la orbita “occidental”. La guerrilla siguió luchando, contra el gobierno
colocado y sostenido por británicos y norteamericanos. Stalin no los apoyó, aceptando el “reparto de
Europa” y dejó que los masacraran, a pesar de la ayuda de Tito. Hubo más de
100.00 muertos en aquella guerra civil de casi cinco años. Decenas de miles de
encarcelados y expulsados de sus trabajos. Durante la década de los años 50, la
izquierda estuvo aniquilada políticamente. Pero a mediados de los años 60 volvió
a resurgir con fuerza y a convertirse en una opción de gobierno. Otra vez no
les dejaron. En abril de 1967 se produjo el golpe militar de los coroneles y
una nueva dictadura militar, que solo cayó en agosto de 1974 tras el inicio de
una enésima guerra con Turquía.
Desde 1974 al 2014 se han sucedido en el gobierno los
conservadores de Nueva Democracia y los socialdemócratas del PASOK. La
izquierda heredera de los luchadores comunistas se fue dividiendo y dividiendo,
entre eurocomunistas y prosovieticos, cada vez con menos influencia en el país.
Hasta que el mal gobierno del bipartidismo y la agudísima crisis económica, dio
paso a la creación de Syriza y su triunfo el pasado mes de enero.
Hay un magnifico director de cine griego,
Theo Angelopoulos, que ha narrado maravillosamente (aunque con películas muy
densas y poco comerciales) esa trágica historia, que a menudo recuerda a
nuestro pais. Costa-Gavras, otro director de origen griego, describió en su
magnifica “Z” los momentos previos al golpe de los coroneles.
De nuevo el pueblo griego ha vuelto a
dar muestras de su indómito espíritu luchador. Ojala esta vez no termine
derrotado.
La izquierda alternativa europea ha
aplaudido el gran triunfo del “no”. Mi corazón me animaba a ello, pero mi
cabeza, no. Y los políticos, muy especialmente los de izquierdas, tenemos que
buscar soluciones para la ciudadanía y no solo emotivos momentos como el vivido
el domingo por la noche en la Plaza Sintagma de Atenas.
Ahora Tsipras tendrá que gestionar el
“no” en Europa y en Grecia, algo mucho más difícil que ganar el referéndum. La
primera consecuencia ha sido la salida de Varoufakis, consciente de que sí se
quiere un acuerdo, él no es interlocutor valido.
Tsipras, que hizo un discurso
conciliador en la noche del referéndum, debe saber muy bien cuales son los márgenes
de maniobra, los suyos y los de los 18 países miembros de la eurozona. El referéndum
griego, sin duda un nítido apoyo de la ciudadanía a su gobierno, no puede doblegar
la política de los países del euro, ni del Banco Central, ni del FMI. Es económica
y políticamente imposible, pues el mensaje a la ciudadanía europea sería muy
claro: “no importa endeudarse si antes o después me lo van a perdonar y encima
me van a seguir dando dinero”.
Al final quienes pagan las deudas
griegas son los contribuyentes europeos con sus impuestos. Y desgraciadamente
Grecia necesita para subsistir el apoyo de la Unión Europea y además por
muchos, muchos años. Supongo que a la inmensa mayoría de esos contribuyentes
europeos les gustaría que Tsipras fuera mucho más enérgico con sus clases
dominantes, con sus defraudadores, con su gasto militar, con sus bajos
impuestos, con su ineficaz administración pública y su extensísima economía
sumergida.
Ahora hay que buscar un pacto que salve
la cara a todos. A Tsipras, a los gobiernos europeos (frente a sus ciudadanos),
al FMI y al Banco Central. Seguramente será un acuerdo bastante parecido al último
que le ofrecieron a Tsipras, aunque tenga una presentación mas asumible.
Hay una vieja idea leninista que
aconsejaba que a veces hay que dar un paso atrás, para después dar dos
adelante, esperemos que el referéndum no haya sido un paso adelante para después
dar dos pasos atrás.
En la inmediata negociación, Tsipras debería apoyarse en Renzi, en Hollande, en Martín
Schulz y en los pocos gobiernos progresistas que quedan en Europa.
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