En las elecciones del pasado día 26, hay
un dato positivo que merece la pena destacar: a pesar de los pesares, el 69% de
la ciudadanía ha ido a votar, tan solo 3 puntos menos que en las del 20D; se
mantiene una razonable confianza en las instituciones democráticas.
Un segundo aspecto a resaltar es que
tras muchos años de hegemonía, el nacionalismo no ha ganado las elecciones ni en
el País Vasco ni en Cataluña, a pesar de la constante suma de errores cometidos
por el gobierno de España que han alimentado generosamente la espiral
independentista. Es algo a apuntar en el haber de Unidos Podemos y sus
confluencias.
Dicho esto, parece evidente que el
conjunto de la izquierda ha retrocedido en escaños y votos y que la derecha se
ha recuperado con cierta fuerza en tres ámbitos decisivos: Madrid, Andalucía y País
Valenciano. Se han dado muchas y oportunas explicaciones para ese deslizamiento
del electorado hacia la derecha y la abstención de más de un millón de
personas, presumiblemente en su mayoría progresistas.
En relación a la recuperación de la
derecha, en unas circunstancias tan adversas, solo cabe una causa de fondo.
Tienen un muy sólido soporte electoral, que podrá debilitarse algo, que podrá
tener veleidades mas centristas acercándose a la opción de Ciudadanos, pero que
en ningún momento cruza la raya hacia el centro izquierda. Es una constante
desde las elecciones de 1931, que con sus matices se ha ido repitiendo elección
tras elección, con una única excepción que fue el triunfo arrollador del PSOE en 1982 tras el golpe de Estado. A
las izquierdas nos cuesta entender esa realidad, de que España no es de
izquierdas, aunque tampoco sea de derechas. Esta dividida por la mitad con
ciertas oscilaciones hacia un lado o hacia otro.
El PSOE ha hecho una campaña demasiado
escorada hacia el ataque burdo a Unidos Podemos. Sacar a relucir de forma
continua un anticomunismo primario, no es lo mas adecuado para generar una dinámica
de movilización por el cambio progresista, que inevitablemente se tiene que
apoyar en una alianza con Unidos Podemos. La indefinición sobre su política de
pactos tras las elecciones y el constante run run de los barones y baronesas,
tampoco ha facilitado la campaña de Pedro Sánchez. Y tras unos resultados
mediocres, de nuevo van a por el Secretario General, sería el cuarto Secretario
General en 5 años, cuando el problema de los socialistas no es tanto de
liderazgo, ya que Sánchez, visto lo visto a su alrededor, es con diferencia el
mejor dirigente y comunicador, sino de renovación de un mensaje político que
convenza e ilusione sobre todo a los menores de 40 años y a las clases trabajadoras urbanas.
En lo que respecta a Unidos Podemos,
podemos utilizar el símil de la botella medio llena o medio vacía. Conseguir
algo más de cinco millones de votos, teniendo en contra de forma muy
beligerante al resto de las fuerzas políticas, a todo los grandes medios de
comunicación audiovisual, con el especial y reaccionario protagonismo del grupo PRISA, no esta nada
mal. Es cierto que la confluencia con IU no ha sumado votos y encima se han
perdido un millón de votos del 20D.
No son malos resultados para un Partido
con dos años de vida y una confluencia constituida con muy poco tiempo de
rodaje y con muchas reticencias por sectores de ambos lados, pero el listón
fijado era tan alto, que al no haberlo conseguido se ha generado frustración y sensación
de derrota.
En mi opinión mas allá de cuestiones de
mera táctica electoral, como puede ser la a menudo chirriante imagen prepotente
de Pablo Iglesias, (aunque se ha atenuado en las ultimas semanas), esta en dos
errores de bulto.
El primero es que no hemos sabido
explicar de manera convincente nuestra posición ante la candidatura de Pedro Sánchez,
y dado que nuestra prioridad era desplazar al PP del gobierno, mucha gente de
la izquierda no entendió que no utilizáramos la abstención critica y lo achacan
a nuestros intereses estrictamente electoralistas, de mejorar resultados en
unas segundas elecciones. Ese fue un punto de inflexión en la retirada del
apoyo de gente que procedía del entorno socialista y que una parte de ellos ha
vuelto a votarlos.
En segundo lugar la confusión de
mensajes en la campaña, que han ido desde la confesión socialdemócrata hasta
los numerosos guiños a la izquierda de procedencia comunista, incluyendo la recuperación
de Julio Anguita. Es evidente que era muy difícil mantener ese equilibrio de
llegar a la vez a simpatizantes socialistas y a votantes de IU, pero dados los
resultados, no parece que lo hayamos logrado de forma suficiente.
En tercer lugar el tema del sorpasso al
PSOE, que simultaneábamos con la oferta de mano tendida y gobierno de
coalición. Los sorpassos no se deben anunciar, se trabaja por ellos y se darán
o no, pero no se deben manejar como objetivo publico, porque tiene efectos
rebote. Aglutina voto en la derecha y recupera voto en el PSOE de socialistas
desencantados, pero que no son proclives a ver hundirse a su partido de toda la
vida.
La izquierda alternativa española hemos caído
en el espejismo del PASOK griego, un partido muy fragmentado, sin el arraigo y
la tradición histórica del PSOE, sin los lazos con el movimiento sindical y con
una acción de gobierno incomparablemente peor que la de los socialistas
españoles. Pretender adelantar al PSOE, hoy por hoy, con una coalición recién
creada y un partido con solo dos años de vida, era un espejismo y suponía
ignorar las bases sólidas que tiene ese partido que se acerca a los 150 años de
existencia.
En definitiva son errores importantes,
pero perfectamente subsanables, comprensibles en una fuerza que se esta
consolidando a todo correr, que no deben traducirse en purgas de dirigentes o
equipos dirigentes, ni tampoco solventarse con bandazos a la izquierda o a la
derecha.
A partir de este momento, nuestra
actitud debería ser ofrecer sin dilación un pacto de legislatura al PSOE, bien
con la entrada en un gobierno de coalición, lo que parece tremendamente
difícil, dadas las resistencias de sectores de los socialistas o un abstención
constructiva permitiendo un gobierno de coalición PSOE-Ciudadanos. La prioridad
política debería ser evitar un nuevo gobierno del PP, que podría prolongarse
por mas de una legislatura, porque no olvidemos los casos de largos gobiernos
de la derecha en Inglaterra, Francia o Alemania.
En todo caso la organización debe
prepararse para realizar un activo y
buen trabajo parlamentario, consolidarse como partido, reforzar los vínculos
con los movimientos sociales y muy en especial con CCOO y UGT.
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