Hay cuestiones que son “perogrulladas”.
La negociación de un acuerdo político se entiende que se produce cuando existen
pluralidad y diversidad de propuestas, diferencias y divergencias en los
objetivos, plazos y medios. Cuando hay igualdad de opiniones, no hace falta
negociar. Por ello sorprenden algunos posicionamientos tajantes que se están
produciendo en el actual proceso de negociación política para la posible
investidura de Pedro Sánchez y la conformación de un gobierno de progreso.
Quizás lo peor de todo hayan sido los
vetos cruzados y excluyentes entre Podemos y Ciudadanos. Mas radical el de
Podemos a Ciudadanos, al descalificar a estos últimos como incompatibles con un
gobierno de cambio progresista. Mas limitado el de Ciudadanos, al centrar su
veto sobre todo por la propuesta del derecho a decidir de Cataluña que formula
Podemos.
En relación a Ciudadanos, no comparto en
absoluto ese lugar común que se esta manejando desde muchos sectores de la
izquierda de que estamos ante la “marca blanca” del PP; algo que resulta
insostenible y como muestra el interrogatorio que le hizo el diputado autonómico
de este partido a Esperanza Aguirre, en su comparencia en la Comisión de Investigación
en la Asamblea de Madrid. Hace ya años que vengo defendiendo que Albert Rivera
y Ciudadanos no se pueden asimilar a la derecha, ni siquiera a una derecha
civilizada. Es algo más complejo.
Es cierto que algunas de sus propuestas
en materia económica y laboral están más cerca del pensamiento neoliberal que
de las posiciones progresistas. Como también es verdad que su antinacionalismo,
que en todo caso han ido limando y matizando paulatinamente, esta mucho más
cercano a la derecha que a la izquierda. Pero hay otros muchos elementos, política
social, regeneración democrática, reforma electoral, etc. que están mucho más
en el ámbito progresista que en el conservador.
Y sobre todo Ciudadanos, salvo alguna excepción,
es un partido de centro que ha nacido sin herencias ni vinculaciones con el
pasado franquista, algo que no se puede decir del PP. Es un partido de clases
medias profesionales nacidos en su inmensa mayoría desde la transición. Que algún
día y esperemos que pronto, Ciudadanos sustituya al PP en la hegemonía política
del centro derecha de nuestro país, sería una buenísima noticia.
Mientras tanto Ciudadanos pueden y debe
ser un interlocutor valido y necesario para generar mayorías reformistas y
progresistas en España, como en otro orden de cosas también lo podría ser el
PNV. Por ello me parece un gran acierto táctico y estratégico que Pedro Sánchez
haya abierto la negociación a fondo con Ciudadanos. Al final conseguirá o no el
acuerdo de investidura o incluso el acuerdo de legislatura y de gobierno, pero
esa actitud es coherente con el respeto a la pluralidad y diversidad de la
sociedad española y entre otras cosas evitará que Ciudadanos se eche en brazos
del PP y consolide un polo de derechas mayoritario en España.
En lo que se refiere al veto a Podemos,
no solo de Ciudadanos, sino de una parte de la dirección actual y pasada del
PSOE, jaleada de manera escandalosa por casi todos los medios de comunicación y
de manera destacada por “El País”, es cierto que Pablo Iglesias (cuestión
distinta es el caso de Iñigo Errejón e incluso de Carolina Bescansa), no es un
prodigio de buenas maneras ni mucho menos y con frecuencia se pasa de altanero,
aunque tampoco se quedan a la zaga personajes como Alfonso Guerra o Felipe
González.
Pero mas allá de actitudes personales,
que en nada ayudan a las posibles negociaciones y que hasta pueden hacer dudar
de la autentica voluntad de encontrar acuerdos, hay que ir a la esencia de las
propuestas de Podemos. Si alguien hace dos años hubiera pensado que el programa
de Podemos iba a tener un coste en “toda”, y subrayo lo de “toda”, algo
inferior a los 100.000 millones de euros, se hubiera quedado de piedra, cuando en
aquellos tiempos tan solo su propuesta de renta básica superaba los 200.000
millones. Es verdad que la propuesta de gastos no es poca cosa (la que hace dos
semanas en mi blog yo consideraba como muy razonable, se situaba en torno a los
25.000-32.000 millones de euros) y también es verdad que sus propuestas de
fuentes de financiación son bastante voluntaristas, al menos en el corto plazo.
Pero es una primera propuesta ya muy concreta
y nadie en su sano juicio debería pensar que Podemos, para empezar a
negociar, iba a presentar un programa de “mínimos” similar al del PSOE.
Es un programa se supone que
“negociable” (y ellos así lo han presentado), que una vez discutido, pulido y
acotado, en muy buena medida puede ser asumido por el PSOE y hasta por
Ciudadanos. Es verdad que hay otros aspectos mucho más difíciles de acordar.
Unos son de carácter mas anecdótico, como p.e. querer hacerse cargo del CIS,
del CNI o del BOE (los dos primeros tienen su lógica partidista, quieren
controlar “los espías” y las encuestas, lo tercero refleja un desconocimiento
de lo que es el Boletín Oficial del Estado, pero tampoco es grave). Otras diferencias
son mucho más relevantes, sobre todo el derecho a decidir para Cataluña. Lo he
escrito ya más veces y vuelvo a insistir; la búsqueda de una solución al
conflicto político en Cataluña puede articularse de muchas maneras y en el ámbito
de la izquierda, incluido el PSOE, hay muy buenos juristas y constitucionalistas
para encontrar una formula jurídica, respetuosa con la legalidad constitucional
y sensible con la realidad existente en Cataluña (y en el País Vasco, no lo
olvidemos). En definitiva “el derecho a decidir” se puede modular de diversas
maneras, de forma que satisfaga, total o parcialmente, a la mayor parte de las
fuerzas políticas.
Personalmente prefiero un gobierno más a
la izquierda, de PSOE, Podemos e IU, pero tampoco me repugna un gobierno que
cuente con el apoyo de Ciudadanos y en definitiva posibilidades de acuerdo
entre el PSOE, Ciudadanos y Podemos (además de IU y Compromis), haberlas
haylas, eso sí se requiere negociar, transigir, obtener y también renunciar,
como p.e. hacen los sindicatos de clase cuando negocian un convenio colectivo
con la patronal.
Por tanto, dejémonos de vetos cruzados y
actitudes excluyentes; aquí el único
veto debería ser que no se repitan las elecciones. En este sentido hay que
saludar y valorar muy positivamente la actitud negociadora de IU y de
Compromis, que están dando claras muestras de madurez y responsabilidad política.
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