Pocas veces se ha logrado un acuerdo
mundial tan amplio como el conseguido en Paris contra el cambio climático. Su
importancia no se basa solo en esa casi absoluta unanimidad internacional, sino
también en la superación de los precedentes fallidos, que hacían temer que la
Cumbre de Paris se quedaría en una mera declaración de buenas intenciones.
Es muy posible que a mucha gente les
parezca un Acuerdo limitado, insuficiente para los grandes y urgentes retos que
habría que abordar. Sin embargo poner de acuerdo en unos objetivos comunes básicos
a naciones con intereses tan contradictorios como China, Estados Unidos, los países
emergentes o en desarrollo del Tercer Mundo o la Unión Europea, ha sido una
tarea compleja y muy difícil, máxime si tenemos en cuenta que hasta hace muy
poco la mayoría de los gobiernos de los países mas contaminantes no tenían el
menor interés en avanzar en la lucha contra el cambio climático.
Por ello merece la pena resaltar el
papel de Barak Obama, que a pesar de tener una mayoría en el Congreso y en el Senado
hostil o desinteresada con el cambio climático, ha apostado de manera decidida
por el compromiso con la preservación del medio ambiente; demostrando, una vez
mas, la gran diferencia entre tener en la Casa Blanca a un presidente como él
en lugar de la dinastía Bush y de algunos timoratos demócratas como Clinton.
El Acuerdo de Paris tiene más valor si
cabe, dado el muy limitado nivel de movilización social que hay en el conjunto
de los estados del planeta. Los movimientos ecologistas, los partidos verdes,
organizaciones como Greenpeace, etc. son
lamentablemente una minoría, circunscrita casi a los estados del centro y norte
de Europa y poco más. En el Parlamento Europeo, los Verdes en su doble
composición más centrista y más progresista no llegan a 100 diputados de los
751.
El ejemplo de nuestro país es bien
elocuente. Tras 38 años de democracia, los Verdes no han tenido presencia en
las Cortes españolas, salvo de manera testimonial a través de “Iniciativa per
Catalunya-Verds” y “Compromis-Equo”. Es verdad que en España, al igual que en
otros muchos países, hoy día el conjunto de las fuerzas progresistas, incluidos
los sindicatos, han asumido muchos de los valores y objetivos ecologistas y de
defensa del medio ambiente, lo que quizás no convierta en una necesidad tan
perentoria la configuración de partidos verdes, como sucedió en el centro y
norte de Europa hace 3 o 4 décadas. También es cierto que en nuestro país la ciudadanía
poco a poco va interiorizando comportamientos cada mas respetuosos con
objetivos de preservación medio ambiental, pero aun y así la lucha contra el
cambio climático sigue siendo muy minoritaria entre nosotros, como quedó de
relieve en las manifestaciones, mas bien modestas, que recorrieron nuestras
ciudades hace unas semanas.
Los gobiernos han dado un paso muy
importante, aunque sujeto a interrogantes en la intensidad y velocidad de su
puntual cumplimiento. Ahora nos toca a tod@s nosotr@s movilizarnos en nuestros países
y a nivel internacional.
Hay serios riesgos de que las elecciones
en Estados Unidos o el perceptible giro a la derecha en países de Europa y no
digamos en America del Sur, unido a las presiones de los poderosos intereses
mercantiles de la industria contaminante, de las multinacionales del petróleo o
las proveedoras de la energía contaminante, consigan una ralentización del cumplimiento de
los Acuerdos de Paris.
Tendremos que apoyar a organizaciones
que trabajan incansablemente por la defensa del medio ambiente, como Greenpeace
y desde luego exigir al nuevo gobierno que salga de las urnas el 20-D, un plan
concreto y claro de cumplimiento del Acuerdo de Paris.
Insisto, ahora nos toca a tod@s nosotr@s
mantener viva y activa la lucha contra el cambio climático.
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