El miércoles de ceniza de 1969, hacia
las 12 de la mañana toqué el timbre del local que la organización FECUM (dependiente
de los Jesuitas) tenía en la calle Zorrilla de Madrid. Nunca había estado allí.
Dos días antes, a la salida del Cine
Capitol (no recuerdo que película vimos), varios de los miembros de la
Plataforma de Estudiantes de 3º de Derecho de la Complutense estuvimos pensando
donde podíamos reunirnos tranquilamente, dado que la Facultad estaba cerrada
por causa del Estado de Excepción que se había proclamado tras el asesinato de
Enrique Ruano. Nacho Montejo se comprometió a gestionar el local de Fecum,
aprovechando las buenas relaciones que tenía con ellos.
“Pasa, pasa” me dijo un tipo de unos
treinta y tantos años, “que te estábamos esperando”. En el vestíbulo se
encontraban ya unos cuantos compañeros. Por sus caras y su silencio y por la
pinta de unos cuantos adultos que pululaban por allí, rápidamente comprendí que
nos había pillado la Brigada Político Social. En poco tiempo nos juntamos Anabela
Silva, Nacho Montejo, Javier García Fernández (Panfle), José Luis Herce, Julio Martínez
Loro, Enrique Pages, Manuel Gómez (“Manolo Fes”), Miguel Zuazu y yo. La
Plataforma, una especie de estructura del ilegal Sindicato Democrático de
Estudiantes, en total éramos 10. Faltaba uno, José María González, el
confidente soplón que tras delatarnos desapareció para siempre de la Facultad.
Nos llevaron a la Dirección General de
Seguridad, donde por cierto nos interrogó Billy el Niño, aun no tan famoso como
lo fue después. En pleno Estado de Excepción no estaba vigente el límite de 72
horas de detención incomunicada y nos tuvieron 7 u 8 días a ver que podían
sacarnos. Mas tarde nos trasladaron a la cárcel de Carabanchel y a Anabela, no
se si a Ventas o a Yeserias. Estuvimos mes y medio, hasta el levantamiento del
Estado de Excepción.
Nos proceso nada menos que la Jurisdicción
Militar, aunque a los pocos meses se inhibieron a favor del Tribunal de Orden Público.
En el juicio nos defendieron Paquita Sauquillo y Gregorio Peces Barba. Fuimos
absueltos, la prueba fundamental, el soplón, no se presentó.
De aquellas intensas vivencias, de ese sumario compartido, nació una estrecha amistad que se ha mantenido hasta hoy.
De aquellas intensas vivencias, de ese sumario compartido, nació una estrecha amistad que se ha mantenido hasta hoy.
Casi 50 años después, todos seguimos en la
misma orilla, pensando lo mismo, no sucumbimos al “lado oscuro” del ejercicio
del Derecho, eso sí somos algo mas moderados que a los 20 años. La única, pero
gran diferencia es que ya no somos 9, sino 6. José Luis murió el primero, hace
bastantes años. Nacho en el verano del 2014 y en estos últimos días, Miguel.
Miguel era simpático y risueño, un guapetón
mozo navarro, rubio, con abundante y rizado pelo, que gustaba mucho a las
chicas. Lourdes, la amiga más roja de mi hermana Elisa, estaba prendada de él y
las dos se hacían las encontradizas, pero, que sepamos, no hubo manera, porque
en el fondo, al menos en aquellos tiempos, y aunque pareciera todo lo
contrario, Miguelón era tímido. Éramos un grupo políticamente variopinto, desde
luego a la izquierda del PCE. Miguel era una mezcla de acratón y trotskista. Era
buen comedor y bebedor y sobre todo una persona cariñosa.
Años después se fue a vivir y trabajar a
la Argentina. Tardamos mucho tiempo en volver a vernos. Cuando regresó a
España, Nacho y Anabela organizaron varias comidas donde volvimos a vernos. Poco
a poco en la cara de Miguel se fue reflejando el cansancio de los duros años en
el campo argentino y la aparición de la enfermedad. Aun y así conservaba su
sentido del humor y bromeaba con sus austeros
hábitos de comida y bebida a los
que veía obligado. Estaba animado, como casi todos los demás, con el 15-M, las
Mareas y la irrupción de PODEMOS.
Aunque existía el riesgo, ninguno
imaginamos la muerte de Miguel, a pesar de que después de la inesperada pérdida
de Nacho todo era posible. Anabela nos va a reunir pronto a los 6 para
recordarle, pero en estos días tremendos que estamos viviendo, no era justo no
encontrar un hueco para hablar de mi amigo y compañero Miguel Zuazu.
(En la foto, tomada por Nacho en el otoño del 2011, Miguel es el que esta más a la derecha y con pantalón vaquero. Julio no pudo venir a esa comida).
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