El director de cine británico Ken Loach
sigue en la brecha. Su última película “I, Daniel Blake” es una buena muestra. Después
de las magnificas “The Spirit of 45”
y “Jimmys Hall”, que se centraban en las luchas sociales del pasado siglo XX en
Reino Unido e Irlanda, ha vuelto a la actualidad, tratando los efectos de la
crisis y muy en especial los recortes del Estado de Bienestar Social británico.
Dirigida con una aparente frialdad de
docudrama, es una durísima radiografía de cómo están funcionando los tradicionales
instrumentos de protección a los parados y a los mayores con limitaciones de
salud; también de forma colateral la ineficacia de las medidas de apoyo a las
familias. Una película que vale por 100 tratados teóricos, reportajes o artículos
sobre el ataque al Estado de Bienestar Social protagonizado por los gobiernos neoliberales,
aunque no solo por ellos.
En apenas 100 minutos traza un panorama
completo: la rigidez y burocracia de los procedimientos de ayuda, las
consecuencias de la privatización de
la gestión de los servicios sociales, la
utilización indiscriminada y abusiva de la comunicación informática o telefónica,
la insensibilidad del personal, la dramática situación de familias
monoparentales desahuciadas, la sobrevenida pobreza absoluta de trabajadores
cualificados que pierden el empleo o la salud….
Y también el otro lado: el apoyo mutuo
entre personas de características muy distintas pero unidas por la perdida de
derechos, la solidaridad de los vecinos, muy en especial los inmigrantes, el
papel de redes sociales como los bancos de alimentos, la simpatía de la ciudadanía
hacia las personas luchadoras….
Lo mejor de todo es que esa visión de
tantos y tan diversos aspectos de la sociedad capitalista actual no resulta un
pastiche, ni su inclusión resulta forzada; están perfectamente integradas las
cuestiones en esta panorámica transversal.
Todo o casi todo nos suena muy cercano.
Lo único que no encaja con la realidad española, al menos hoy por hoy, es la tremenda insensibilidad del personal de
los servicios sociales y de empleo, privatizados eso sí. Creo y quiero creer
que en nuestro país los profesionales de los servicios sociales y de los
servicios públicos de empleo, tienen un perfil y una actitud muy distinta, a lo
que se refleja en esta película.¡Ojala sigan así siempre!
El guión es magnifico, se evita la demagogia y la sensibilería, la tensión y el interés
se mantienen todo el tiempo y los actores son excelentes y muy creíbles.
En definitiva una película muy
recomendable.
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