Tras diez años, es decir casi toda la
vida consciente, de convivencia con los sacerdotes de los Sagrados Corazones,
no es de extrañar que de una u otra manera surgiera en mí un fuerte interés
religioso. A ello habría que añadir el ambiente de mi casa, de rosario diario y
mi madre de misa diaria, de toda mi familia materna y también de buena parte de
mi familia de Xativa, con unos tíos muy queridos por mí hoy en proceso de
beatificación. Y todo estimulado por el impacto del Papa Juan XXIII y el
Concilio Vaticano II, que si bien ahora parecen lejanos y de limitados efectos,
en los primeros años 60 despertaron una inmensa ilusión de renovación.
Sin duda de haber tenido mala relación con los curas del
colegio, las cosas hubieran sido de otra manera. Pero como he puesto de relieve
en estos diez post, en mi paso por el colegio fueron muchos mas los momentos
positivos que los negativos y mas allá de determinados curas y profesores que
no me gustaron o que incluso aborrecí, hubo otros que, sin ocultar situaciones conflictivas
o enfrentamientos puntuales con alguno de ellos, sí tuve una relación de
proximidad y hasta de admiración.
En el año de Preu tuvo lugar en el
colegio una especie de curso de profundización teológica e historiográfica
sobre el Nuevo Testamento. Me apunté y también lo hizo mi madre. No éramos
muchos, ocupábamos una escasa tercera parte del salón del cine, la mayoría
familiares y antiguos alumnos y poquísimos estudiantes en activo. Había una sesión
semanal que era muy participativa y a mí me resultó interesantísimo.
Pero para mis ansias religiosas aquel
curso no era suficiente. Ya no recuerdo como fue la manera en que conocí a los
Misioneros Combonianos y su Revista “Mundo Negro”. Lo cierto es que decidí
colaborar con ellos, en lo que hoy se llamaría una labor de voluntariado. Durante
dos años, prácticamente todos los domingos e incluso algún sábado, después de
comer tomaba el metro hasta la Plaza de Castilla y allí un tranvía que recorría
todo Arturo Soria, hasta llegar a la Sede de las Ediciones Combonianas, que
estaban a la altura del cruce con la carretera de Barcelona. Allí permanecía
hasta aproximadamente las nueve de la noche en que de nuevo con el tranvía y el
metro volvía a casa.
Mi trabajo era puramente administrativo,
llevar el archivo de suscriptores y compradores de la revista y los libros,
contestar las cartas, preparar los envíos, enviar propaganda. La verdad es que
en las mas o menos cinco horas que estaba, no tenía ni un minuto libre, aunque había
un ambiente muy cordial y hablaba mucho con los dos o tres misioneros a los que
ayudaba. No había ningún otro voluntario seglar, por lo que lógicamente me
apreciaban mucho. Por supuesto me tiraron los tejos para hacerme misionero, lo
que me resultaba muy atrayente, teniendo en cuenta que el Seminario Mayor lo tenían
en Verona, Italia, sede matriz de la Orden, aunque nunca me agobiaron ni
resultaron pesados; como también recuerdo que eran curas muy identificados con
el Papa Juan XXIII y el Concilio Vaticano II.
Cuando entré en la Universidad dejé de
ir, porque los fines de semana en los primeros meses solo había tiempo para los
guateques que sistemáticamente organizábamos (y no solo sábados y domingos),
que en los últimos meses del curso empecé a compaginar con reuniones políticas.
Los Misioneros Combonianos entendieron perfectamente que ya no volviera, no
hubo ni un reproche y sí un sincero agradecimiento.
Nunca les he vuelto a ver, aunque cada
vez que he pasado por delante del edificio de “Mundo Negro” en Arturo Soria me
he acordado de aquella etapa de mi vida. Por supuesto de mi trabajo de
voluntario con los Combonianos no conté nada a los curas del colegio, ya que
con seguridad les hubiera sentado fatal o el menos hubieran tenido bastantes
celos; ¡ya habían tenido bastante con mi frustrada tentativa de entrar en el
Seminario de Miranda de Ebro!
Desde el punto de vista académico, Preu
fue mi año apoteósico. Durante los primeros años en el colegio yo había sido un
estudiante normalito tirando a flojillo. Solo destacaba y tuve sobresalientes
en dos o tres asignaturas: Geografía, Historia y Latín. En todo lo demás
aprobados raspados, algún notable y algún suspenso. Mis amigos Juan Manuel
Membrillera, Miguel Jimenez-Aleixandre, Julio Méndez, Alfonso López-Lago,
Antonio Villaverde y hasta Tato Marcotegui, tenían muchas mejores notas y aparecían
con frecuencia en el Cuadro de Honor Trimestral y Anual, lo que me producía mucha
envidia.
Una vez derivado a Letras, mis notas
empezaron a mejorar, los notables y sobresalientes aumentaron y desaparecieron
los suspensos. Empecé a figurar en el Cuadro de Honor, que además del aliciente
“espiritual”, tenia un componente material ya que me descontaban al año
siguiente el importe de la asignatura en la tasa escolar y mi padre, que tenía
un gran sentido de la justicia, me daba íntegramente ese ahorro.
En Preu saque varias matriculas y lo más
importante, las Matriculas de Honor y de Conducta. Me puse una chaqueta azul
brillante, que me habían comprado mis padres, con la que parecía un músico de
la banda del Dúo Dinámico, y corbata y subí al escenario del Palacio de la Música
para recoger las medallas y el diploma, todo orgulloso. Después nos fuimos a
comer a casa de mi abuela, ya enferma, para enseñarle los trofeos y que viera
lo listo y estudioso que era su nieto mayor. Tengo una foto memorable enfrente
de su casa, en el todavía bulevar de General Mola esquina a Jorge Juan,
enseñando el diploma y con las medallas prendidas en mi hortera chaqueta
musical.
Al final de Preu los de Letras
decidimos, creo que todos, hacer Derecho. En mi caso había pocas dudas; mi
padre estaba empeñado en que fuera Inspector de Trabajo, como él en su juventud
y como mi primo José Enrique Casesnoves, por él que yo sentía una gran
admiración.
Aunque en Derecho los de Letras estuvimos
juntos prácticamente toda la carrera, las novias, los nuevos amigos y desde
luego la política, nos fueron distanciando. Únicamente mantuve una estrecha relación
con mi querido Juan Manuel Membrillera y en menor grado con Tato Marcotegui.
Tras el final de la carrera, casi todos
nos perdimos de vista. El trabajo, la creación de la familia y los hijos, de
nuevo la política….Tan solo me seguí viendo de forma esporádica con Juan Manuel
y con Tato, en cenas y comidas de la pandilla de la facultad, que organizaban
con gran entusiasmo, la musa de los rojos de nuestro curso, Anabela Silva y el
inolvidable Nacho Montejo.
Cuando en 1996 cumplimos los 25 años de
la promoción, con un fieston enorme en el Hotel Eurobuilding, nos volvimos a
reencontrar casi todos y nos dijimos que
no podíamos seguir sin vernos hasta las bodas de oro de la promoción.
Fue Antonio Villaverde quien decidió
organizar el reencuentro. Empezó a montar comidas de vez en cuando, hasta que a
la vista del éxito y la demanda de más, propuso convocarlas todos los últimos
martes de mes. Así llevamos muchos años. Incluso el efecto de atracción ha ido más
allá de los antiguos de Letras del Colegio y se han apuntado otros amigos de la
Facultad, Javier Medina, Alberto Lucas, Víctor, Claudio...De vez en cuando
conseguimos que aparezca fugazmente alguno compañero del colegio, entre ellos
un Subsecretario.
Las primeras comidas tenían un marcado
contenido de recuerdos y anécdotas del colegio. De indagar sobre la vida de
fulanito o menganito, de un cura o de un profesor. Después hemos ido
compaginando los recuerdos con conversaciones mas variadas, los hijos, ahora
los nietos, el trabajo, ahora la vida de jubilado, las enfermedades, también el
recuerdo de los que van muriendo, afortunadamente ninguno de Letras. Y también
hablamos mucho de futbol, de toros y de política. Siempre con mucho cariño y
respeto. Los hay de izquierdas, de centro y de derecha, pero impera el sentido común.
Como se comprobara en la foto de este post (en la que estamos muy pocos), ya somos un puñado de adorables
viejetes, aunque nosotros nos veamos igual que hace 50 años, tan guapos, tan
llenos de vida, tan divertidos y también con los mismos tics y manías. Únicamente
nos diferenciamos de cuando salimos del colegio, en que estamos, por lo
general, un pelin más gorditos, salvo alguna excepción, (Pichi y Juan Manuel),
tenemos más dinero y en lugar de tomar una caña o un vino horroroso en el “5º
Toro”, comemos cosas muy ricas en los
restaurantes que nos busca Antonio Villaverde.
La vida nos ha llevado por caminos muy
variopintos: un notable futbolista, un genio de las finanzas, abogados con
diversa dedicación, un bibliotecario, un responsable de recursos humanos, un
coronel, una especie de conseguidor en el mundo del urbanismo, algún
multimillonario rentista y hasta un sindicalista. Todos guardamos un buen
recuerdo de nuestros años del colegio y de la mayoría de los curas y
profesores.
¿Y que fue de ellos? La renovación de la
sociedad española y también de la Iglesia de nuestro país hizo estragos en el
colegio. Muchos sacerdotes colgaron los hábitos, algunos previo paso por la Teología
de la Liberación en Latinoamérica o de Curas Obreros en los barrios pobres de
Madrid. Otros se casaron, alguno con alguna monja. A otros les perdimos la
pista. Los profes seglares en casi todos los casos siguieron hasta su
jubilación.
La mayoría han fallecido ya, algunos están
en residencias religiosas, el Padre Samuel aun seguía al pie del cañon en el
colegio hasta hace poco tiempo….
50 años después de haber dejado el
colegio, estando yo tan alejado de algunos de los principios inspiradores del
mismo, no puedo por menos de admitir que esos diez años marcaron mi vida en
positivo y más allá de aspectos y conflictos puntuales, no tengo grandes
reproches que hacer y sí un gran reconocimiento.
Muy buenos días,
ResponderEliminarSoy Javier Padilla Moreno-Torres, estudiante malagueño a punto de terminar el doble grado de Derecho y Administración de Empresas en la UAM.
Voy a escribir seguramente una biografía sobre Lola González Ruiz. He estado entrevistando a muchas de las personas de su entorno: Paquita Sauquillo, Margot Ruano, Cristina Almeida, y un largo etcétera (llevo más de 15 entrevistas). También he estado leyendo múltiples libros sobre la transición y sobre los diversos actores que participaron en ella. Creo que usted podría serme de gran ayuda en múltiples sentidos, y me gustaría poder entrevistarle acerca del FELIPE y de todo lo relacionado con el Partido Comunista, la izquierda universitaria y la Transición. Además, si me pudiera poner en contacto con más personas que conocieran a Lola o su entorno la ayuda sería todavía mayor. Todo lo que me pueda decir de Lola, Enrique Ruano o Javier Sauquillo me sería de gran utilidad. Si está en Madrid sería una oportunidad poder entrevistarle (eventualmente yo puedo trasladarme a donde sea).
Muchas gracias de antemano y perdone las molestias. Le paso mi correo para que pueda ponerse en contacto conmigo (disculpe que le escriba por su muy interesante blog, pero no he encontrado manera de hacerme con mail). Mi mail es javip_92@hotmail.com
Javier Padilla Moreno-Torres.